Recuperar el tamaño, forma y posición del pecho de la primera juventud es un deseo recurrente en muchas mujeres. El pecho de la mujer es una de las partes de su cuerpo que más acusa alteraciones en la fisionomía femenina, muchos de ellos exclusivos de este género, por ejemplo, embarazos y lactancias prolongadas. Pero también cambios bruscos de peso y el paso de los años, entre otros factores. Pero como sucede en otras muchas situaciones, la medicina estética ofrece hoy en día soluciones personalizadas, que se adaptan a las necesidades, gustos y preferencias de cada persona.
Los profesionales de Ribera Estética, vinculados a los hospitales Ribera Povisa (Vigo) y Ribera Polusa (Lugo), explican que la mastopexia ayuda a contrarrestar las consecuencias de estos cambios físicos en la mujer y consiste en una intervención quirúrgica para elevar las mamas cuando éstas se encuentran lo que, en terminología médica se conoce como ptósicas, es decir, caídas y flácidas. Se elimina el exceso de piel y se remodela el tejido mamario para obtener el resultado buscado.
Pero esta intervención no requiere, necesariamente, la colocación de prótesis. La mujer puede decidir, junto con el especialista, la opción con la que se siente más cómoda, más satisfecha y más “ella”. Porque en ocasiones, estos cambios físicos han supuesto una disminución del volumen de la mama que puede no resultar del agrado de la mujer y, en otras ocasiones, estos implantes son imprescindibles para ayudar a resolver adecuadamente esa elevación mamaria.
Tal y como explican los especialistas en medicina estética de Ribera Estética Hospital Povisa, la elevación de las mamas puede asociarse al implante de prótesis mamarias cuando el volumen glandular no permite obtener los resultados esperados. “Se trata de una cirugía de unas tres o cuatro horas bajo anestesia general”, explican. Para controlar la evolución durante las primeras 24 horas tras la intervención, los profesionales recomiendan una noche de ingreso.
“Es una intervención poco dolorosa y la recuperación es de aproximadamente una semana”, aseguran. En general, la mujer lleva un vendaje durante aproximadamente una semana y sujetador deportivo durante alrededor de un mes, aunque siempre serán los profesionales los que, en función de cada caso y de la evolución de la paciente, decidirán el protocolo a seguir.
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