Son mucho más que los especialistas que “enseñan a decir la r”. Los logopedas se ocupan de la evaluación, asesoramiento e intervención de los trastornos del lenguaje (tanto oral como escrito), habla, audición, voz o deglución.
“Nuestra figura es cada vez más conocida y reconocida, pero aún hay mucha gente que se extraña cuando el dentista o el otorrino los derivan a nuestra consulta”, explica Sara Dopico, logopeda del Hospital Ribera Juan Cardona.
La vuelta al cole es un momento de aumento de consultas porque el entorno escolar suele ser un lugar habitual para identificar ciertas anomalías en el desarrollo del lenguaje.
“Es importante consultar con un logopeda si se observan dificultades en la adquisición del lenguaje, habla o lectoescritura, afectación de la voz, episodios de atragantamiento o dificultades al tragar, alteraciones en la mordida o dificultades del lenguaje asociadas a una pérdida auditiva. La intervención precoz es fundamental para favorecer un correcto desarrollo, desbancando la falsa creencia del ‘ya hablará’”, explica la especialista.
Los retrasos del lenguaje pueden observarse ya desde la escuela infantil: pueden ser secundarios a otra patología o tratarse de algo evolutivo. En ambos casos, la intervención es importante para evitar retrasos en la adquisición en lectoescritura.
“Dependiendo de la gravedad de cada caso, podemos trabajar con pautas de estimulación para la familia o hacer una intervención directa. Muchas veces los padres nos preguntan qué hemos estado haciendo en consulta, porque sus peques les cuentan que han estado jugando. Es primordial que los niños se sientan a gusto durante la intervención para garantizar su implicación y optimizar así el éxito de los ejercicios”, explica la especialista.
“Las alteraciones del habla que suelen llegar a nuestras consultas son las dislalias, es decir, la dificultad para la articulación de algún fonema; y la tartamudez. De nuevo, en estos casos de tartamudez es importante la actuación inmediata”, advierte Dopico.
“Durante muchos años se decía que no se debía actuar en los trastornos de la fluidez ya que hacíamos consciente al niño, pero la evidencia científica extrae que una intervención temprana aumenta las posibilidades de remisión o, de no ser así, de reducir su impacto en el habla”, asegura.
Para los especialistas en logopedia es muy importante trabajar en coordinación con las familias y el resto de profesionales que rodean al paciente para lograr un abordaje integral. “Recibimos derivaciones de colegios, escuelas infantiles, pediatras, internistas, otorrinos, neurólogos, clínicas dentales o maxilofaciales con los que también mantenemos un contacto constante en beneficio del paciente”, añade la logopeda del Hospital Ribera Juan Cardona.
Más que niños
“Es habitual pensar que el logopeda trabaja únicamente con niños, pero lo cierto es que también la población adulta solicita nuestra intervención para tratar diferentes patologías”, continúa Sara Dopico.
A su consulta acuden muchos casos que refieren trastornos de la voz ocasionados en su puesto de trabajo: educadores, teleoperadores, dependientes, cantantes, periodistas…
Los pacientes que utilizan diariamente su voz en su trabajo necesitan incorporar nuevos hábitos saludables, no solo del uso de la voz, sino también de su cuidado. “Se suele recomendar seguir unas pautas de hidratación, evitar el uso de aire acondicionado, no gritar ni susurrar, etc”, apunta como consejos generales.
“En los últimos años han aumentado mucho los casos de deglución atípica que causan alteraciones en la mordida. Este incremento notorio afecta a todos los rangos de edad y se relaciona con el hábito creciente de respiración oral (por alergias o rinitis, vegetaciones, el uso prolongado del chupete, etc.) que provoca una alteración en la posición de la lengua, tanto en reposo como en deglución”, comenta la logopeda Sara Dopico. En estos casos, el gabinete del logopeda trabaja de forma coordinada con dentistas y ortodoncistas para asegurar el éxito del tratamiento y evitar que el problema vuelva a aparecer.
“Las enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, la esclerosis múltiple o las demencias, también necesitan de nuestra intervención», afirma la especialista.
En estos casos nuestra función es, además de mejorar el estado del paciente, mantener en lo posible sus habilidades comunicativas o deglutorias, fomentando su bienestar y autonomía personal”, señala la especialista del Hospital Ribera Juan Cardona.
“Los trastornos del lenguaje, habla o lectoescritura que mencionábamos anteriormente también pueden darse en pacientes adultos. Además de las enfermedades neurodegenerativas, un ictus puede ser el causante de estas alteraciones. En estos casos, la rehabilitación cobra especial importancia. Muchos de nuestros usuarios refieren incomprensión por parte de la población, frustración por no poder comunicarse como antes, falta de autonomía personal… La intervención en conjunto con un psicólogo es clave para la mejoría y bienestar del paciente”, concluye.