Las enfermedades cardiovasculares principal causa de muerte

Publicado por Hospital Juan Cardona el 22 de agosto de 2018 8:00:00 CEST

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo y la mayoría de las muertes se registran en los países de ingresos bajos y medios, según datos de la OMS. Esto tiene mucho que ver con la prevención de los factores de riesgo y la detección precoz de la enfermedad cardiovascular.

  • Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en todo el mundo. Cada año mueren más personas por este tipo de dolencias que por cualquier otra causa.
  • Se calcula que en 2015 murieron por esta causa 17,7 millones de personas, lo cual representa un 31% de todas las muertes registradas en el mundo. De estas muertes, 7,4 millones se debieron a la cardiopatía coronaria, y 6,7 millones, a los accidentes vasculares cerebrales.
  • Más de tres cuartas partes de las defunciones por enfermedades cardiovasculares se producen en los países de ingresos bajos y medios.
  • De los 17 millones de muertes de personas menores de 70 años atribuibles a enfermedades no transmisibles, un 82% corresponden a los países de ingresos bajos y medios y un 37% se deben a las enfermedades cardiovasculares.
  • La mayoría de las enfermedades cardiovasculares pueden prevenirse actuando sobre factores de riesgo  como el consumo de tabaco, las dietas malsanas y la obesidad, la inactividad física o el consumo nocivo de alcohol, utilizando estrategias que abarquen a toda la población.
  • Para las personas con enfermedades cardiovasculares o con alto riesgo cardiovascular (debido a la presencia de uno o más factores de riesgo, como la hipertensión arterial, la diabetes, la hiperlipidemia o alguna enfermedad de este tipo ya confirmada), son fundamentales la detección precoz y el tratamiento temprano, por medio de servicios de orientación o la administración de fármacos, según corresponda.

Las enfermedades cardiovasculares son un grupo de desórdenes del corazón y de los vasos sanguíneos, entre los que se incluyen:

  • la cardiopatía coronaria: enfermedad de los vasos sanguíneos que irrigan el corazón;
  • las enfermedades cerebrovasculares: enfermedades de los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro;
  • las arteriopatías periféricas: enfermedades de los vasos sanguíneos que irrigan los miembros superiores e inferiores;
  • la cardiopatía reumática: lesiones del músculo cardiaco y de las válvulas cardíacas debidas a la fiebre reumática, una enfermedad causada por bacterias denominadas estreptococos;
  • las cardiopatías congénitas: malformaciones del corazón presentes desde el nacimiento; y
  • las trombosis venosas profundas y embolias pulmonares: coágulos de sangre (trombos) en las venas de las piernas, que pueden desprenderse (émbolos) y alojarse en los vasos del corazón y los pulmones.

Los ataques al corazón y los accidentes vasculares cerebrales suelen ser fenómenos agudos que se deben sobre todo a obstrucciones que impiden que la sangre fluya hacia el corazón o el cerebro. La causa más frecuente es la formación de depósitos de grasa en las paredes de los vasos sanguíneos que irrigan el corazón o el cerebro. Los accidentes vasculares cerebrales también pueden deberse a hemorragias de los vasos cerebrales o coágulos de sangre. Los ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares suelen tener su causa en la presencia de una combinación de factores de riesgo, tales como el tabaquismo, las dietas malsanas y la obesidad, la inactividad física, el consumo nocivo de alcohol, la hipertensión arterial, la diabetes y la hiperlipidemia.

Principales factores de riesgo

Las causas más importantes de cardiopatía y accidente cerebral vascular son una dieta malsana, la inactividad física, el consumo de tabaco y el consumo nocivo de alcohol. Los efectos de estos factores de riesgo comportamentales pueden manifestarse en las personas en forma de hipertensión arterial, hiperglucemia, hiperlipidemia y sobrepeso u obesidad. Estos «factores de riesgo intermediarios», que pueden medirse en los centros de atención primaria, son indicativos de un aumento del riesgo de sufrir ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia cardíaca y otras complicaciones.

Está demostrado que el cese del consumo de tabaco, la reducción de la sal de la dieta, el consumo de frutas y hortalizas, la actividad física regular y dejar de beber alcohol reducen el riesgo de enfermedad cerebrovascular. Por otro lado, puede ser necesario prescribir un tratamiento farmacológico para la diabetes, la hipertensión o la hiperlipidemia, con el fin de reducir el riesgo cardiovascular y prevenir ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Las políticas sanitarias que crean entornos propicios para asegurar la asequibilidad y disponibilidad de opciones saludables son esenciales para motivar a las personas para que adopten y mantengan comportamientos sanos.

También hay una serie de determinantes subyacentes de las enfermedades crónicas, es decir, «las causas de las causas», que son un reflejo de las principales fuerzas que rigen los cambios sociales, económicos y culturales: la globalización, la urbanización y el envejecimiento de la población. Otros determinantes de las ECV son la pobreza, el estrés y los factores hereditarios.

Prevención

La OMS ha identificado una serie «inversiones óptimas»  para prevenir y controlar las enfermedades cardiovasculares, cuya aplicación es viable incluso en entornos con escasos recursos. Existen dos tipos de intervenciones: las poblacionales y las individuales; se recomienda utilizar una combinación de las dos para reducir la mayor parte de la carga.

He aquí algunos ejemplos de intervenciones poblacionales que se pueden aplicar:

  • políticas integrales de control del tabaco;
  • impuestos para reducir la ingesta de alimentos con alto contenido de grasas, azúcar y sal;
  • construcción de vías peatonales y carriles para bicicletas con el fin de promover la actividad física;
  • estrategias para reducir el consumo nocivo de alcohol;
  • suministro de comidas saludables en los comedores escolares.

A nivel individual, las intervenciones sanitarias de prevención de los primeros ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, deben centrarse primordialmente en las personas que, si se tienen en cuenta todos los factores, presentan un riesgo cardiovascular medio a alto o en los individuos que presentan un solo factor de riesgo —por ejemplo, diabetes, hipertensión o hipercolesterolemia— con niveles superiores a los umbrales de tratamiento recomendados.

La primera intervención (basada en un enfoque integral que tiene en cuenta todos los riesgos) es más rentable que la segunda y tiene el potencial de reducir sustancialmente los episodios cardiovasculares. Se trata de un enfoque viable dentro de los servicios de atención primaria en entornos de escasos recursos, que puede ser puesto en práctica incluso por trabajadores sanitarios que no son médicos.

Para la prevención secundaria de enfermedades cardiovasculares en pacientes con diagnóstico definitivo, por ejemplo de diabetes, es necesario administrar tratamientos con los siguientes fármacos:

  • ácido acetilsalicílico;
  • betabloqueantes;
  • inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina;
  • estatinas.

Los efectos de estas intervenciones son en buena parte independientes, aunque si se combinan con el cese del consumo de tabaco, se puede prevenir cerca del 75% de los episodios cardiovasculares recurrentes. Hoy por hoy, la aplicación de estas intervenciones presenta grandes deficiencias, sobre todo en el nivel de la atención primaria.

Por otro lado, se requieren a veces costosas operaciones quirúrgicas para tratar las enfermedades cardiovasculares, tales como:

  • derivaciones coronarias;
  • angioplastia con globo (introducción de un pequeño globo en una arteria obstruida para reabrirla);
  • reparaciones y sustituciones valvulares;
  • trasplante cardíaco;
  • implantación de corazones artificiales.

También se necesitan dispositivos médicos para tratar algunas enfermedades, por ejemplo: marcapasos, válvulas protésicas y parches para cerrar comunicaciones entre las cavidades del corazón.

A nivel individual

Debemos hacernos conscientes de nuestra responsabilidad para con nuestra salud. Cuidar de ella no nos garantiza disfrutar de una larga y cómoda vida, pero no hacerlo nos asegura su pérdida. Debemos educar a nuestros hijos en el cuidado voluntario y consciente de su propio cuerpo a través de nuestro propio ejemplo: cuidar la alimentación, hacer ejercicio regular, no fumar o beber con moderación, son sencillos gestos capaces de prevenir muchas dolencias.

Por otra parte, las revisiones rutinarias de salud, tanto en niños como en adultos, puede ayudarnos a detectar en su origen una enfermedad que de otra manera sería difícil o imposible de curar.

La actitud positiva, el bienestar, las relaciones personales satisfactorias… ayudan también a mantener una vida próspera y aumentar la sensación de felicidad que a fin de cuentas, es el aliciente de la vida.

 

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