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Fibromialgia y Síndrome de fatiga crónica

Publicado por Hospital Juan Cardona el 12 de mayo de 2016 9:54:00 CEST

En los últimos tiempos venimos asistiendo a un florecimiento de demanda asistencial por patologías de dolor crónico y fatiga, entre las que destacan de forma muy especial, la Fibromialgia (FM) y el Síndrome de Fatiga Crónica (SFC).  

El paciente acude al médico tras un periplo importante de visitas a otros compañeros sin conseguir un diagnóstico o con indicaciones vagas e imprecisas sobre lo que le ocurre, muchas veces ha gastado una importante suma de dinero en intentar que la medicina alternativa arregle sus problemas, y en más de una ocasión nos refiere que, más allá del diagnóstico y del tratamiento de su enfermedad, solicita un “trato digno y ser escuchado”. En los últimos tiempos la situación se ha tornado un tanto caótica por cuanto de esta situación se ha pasado a un claro sobrediagnóstico dual. Por una parte se diagnostica Fibromialgia en pacientes que de forma evidente no cumplen los criterios diagnósticos y por otra parte, este diagnóstico, muchas veces de complacencia, se acompaña del diagnóstico de Síndrome de Fatiga Crónica.
Tal vez habría que hacer un llamamiento a los diagnosticantes de estas patologías en el sentido de concretar si la paciente con FM sufre una “fatiga crónica” como síntoma adicional o bien estamos ante un Síndrome de Fatiga Crónica / Encefalomielitis Miálgica, con su identificación G93.3 del CIE-10. El confusionismo sobre esta supuesta dualidad o similitud es peligroso, por cuanto sabemos que la actitud terapéutica, por ejemplo en el plano de la recomendación de ejercicio es diferente en la FM y en el SFC, entre otras
muchas características entre las que destacaría el sombrío pronóstico del SFC en cuanto a la posibilidad de mantener un puesto de trabajo. De hecho, solo un 20% de enfermos con SFC podrán mantener un trabajo, aún adaptado a los cinco años del diagnóstico de la enfermedad, en tanto que esta cifra sube hasta el 73% en el caso de la FM.
Pero veamos algunas otras diferencias:
– Un 70% de enfermos con SFC cumple criterios de FM, pero sólo un 8% de pacientes con FM cumple criterios de SFC.
– La proporción mujer/hombre es de 10/1 para la FM y de 3/1 para el SFC.
– La edad estadística de inicio en la FM se sitúa entre los 45 y los 55 años en tanto que para el SFC es entre los 29 y 35 años.
– El ejercicio aeróbico es eficaz en la FM, pero puede empeorar al paciente con SFC, que requiere un programa de ejercicio gradual de muy baja intensidad que solo podrá realizar en fases concretas de la enfermedad.
– La FM no cursa con dolor en las articulaciones, pero el SFC sí. Los dolores articulares en una paciente con FM deben ser investigados de forma complementaria.
– La FM no cursa con síntomas faringoamigdalares, en tanto que el SFC, sí.
– La fatiga del SFC es extenuante y no permite, aún con el afán de superación, mantener la actividad (es insuperable). Esto no es así en la FM ni en otros cuadros que deberían establecer diagnóstico diferencial de fatiga crónica.
– Las adenopatías o inflamaciones de ganglios linfáticos no forman parte del complejo diagnóstico de la FM, pero sí del SFC.
– Los pacientes con SFC pueden tener fiebre o febrícula de forma habitual, siendo esto inusual en la FM.
– La forma de inicio del SFC es brusca en un 80% de los casos e insidiosa en la FM en casi todos los casos.
– El agotamiento en las piernas es extremo en el SFC, en tanto que en la FM la sensación de fatiga es más generalizada y no tan intensa.
– La fatiga del SFC es más fluctuante en horas, días, meses e incluso años, en cambio en la FM los síntomas son muy estables.
– Muchos enfermos con SFC refieren una sensación de estado pregripal constante que se acompaña de escalofríos que no es habitual en las pacientes con FM.
– La fatiga del SFC es tan severa que incluso en ocasiones se ha detectado una disminución en la fuerza del chorro de la orina o agotamiento precoz al hablar, cosa que no ocurre en la FM.
– En el SFC se pueden observar signos clínicos específicos como por ejemplo el llamado Crimson Crescents junto a los molares posteriores.
– El trastorno cognitivo (memoria, concentración, comprensión…) es máximo en el SFC y forma parte de los criterios diagnósticos junto a la fatiga mental, pero no incide en el diagnóstico de la FM.
– Los enfermos de SFC son hipersensibles a las medicaciones y requieren en muchas ocasiones dosis subterapéuticas. Esto no ocurre en la FM.
Esta hipersensibilidad se manifiesta adicionalmente por intolerancia a los ruidos, fotofobia, intolerancia a dosis mínimas de alcohol, etc. Datos que no aparecen en la FM.
En el SFC se han relatado muchas alteraciones inmunológicas que no vamos a enumerar aquí.
Por suerte, si recuperamos o potenciamos el escuchar al paciente, nos daremos cuenta que, mas allá de la búsqueda de pruebas patognomónicas de estas patologías, el enfermo nos dará su propio diagnóstico.
Tal vez cuando el SFC se constituya en criterio de exclusión (como otras muchas enfermedades, como por ejemplo el hipotiroidismo), para el diagnóstico de FM, las cosas queden más claras, pero de momento tal vez un esfuerzo diferenciador, aún cuando nos obligue a dedicar una cuantas horas más al estudio y la actualización puede ser de mucha ayuda a los dos colectivos de afectados.

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