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Proteger a los niños en verano: el bebé

Publicado por Hospital Juan Cardona el 12 de julio de 2017 13:00:00 CEST

El verano conlleva ciertos riesgos para un bebé, mucho más sensible a las altas temperaturas, al sol, a los cambios de rutinas, al cloro de la piscina, a las corrientes de aire… Aquí podrás conocer los 10 consejos para proteger a los niños en verano que hemos publicado la semana pasada, pero hoy queremos ser más específicos y centrarnos en los aún más pequeños.

Si tenemos en cuenta unas cuantas «reglas veraniegas», el pequeñín pasará estos meses de verano fresco, feliz y disfrutando con todos sus sentidos de las muchas posibilidades que ofrece esta estación.

¿Puede ir un bebé a la playa?

No es aconsejable que le llevemos hasta que no cumpla los seis meses. Después puede ir (mejor en las horas de menos sol), pero mantengámosle bajo la sombrilla.

¿Le perjudica bañarse desnudo?

No, si después lo secamos bien, sin descuidar los pliegues. Antes, por supuesto, lo habremos aclarado. El cloro de las piscinas y la sal del mar pueden irritar su fina piel.

¿Correrán peligro sus oídos?

Es preferible no mojar sus oídos, especialmente si hay antecedentes de otitis. Si vamos a hacerlo, no introduzcamos jamás su cabecita bruscamente en el agua y sequemos cuidadosamente sus orejas tras cada baño.

¿Cómo sabremos si tiene calor o frío?

Salvo los bebés de pocas semanas, que aún no regulan bien la temperatura corporal, los niños sienten más o menos el mismo calor que los adultos. Así que no le cubramos con capas y capas de ropa ‘por si acaso enfría’: solo conseguiremos que se agobie, sude y su piel sufra irritaciones.

Si hace demasiado calor, refresquémosle con una esponjita húmeda y, una vez seco, dejémosle un rato con el culito al aire. Eso sí, hagamos esto dentro de casa, en un lugar donde no haya corriente.

¿Le aplicamos leche hidratante?

Sí, le vendrá muy bien. En verano la piel de un bebé necesita hidratación extra. Después del paseo o de haber estado un ratito en la piscina o en la playa (el agua reseca la piel) es muy recomendable aplicarle crema hidratante por todo el cuerpo. Si es fluida, mejor, pues se absorberá antes y dejará a nuestro pequeño con sensación de fresquito.

¿Hay que protegerle de los mosquitos?

Una de las mejores opciones para protegerle de las picaduras es colocar una malla que no deje pasar los insectos. En las tiendas de puericultura se pueden adquirir mosquiteras adaptables a la cuna.

Para excursiones, campamentos y salidas al aire libre existen unas pulseras anti-insectos muy eficaces. Pregunte en su farmacia por la más adecuada para la edad de su bebé.

¿Puede bañarse en el mar o en la piscina?

Sí, si la temperatura es la adecuada. El agua debe estar templada y hemos de introducirle lentamente, mojando primero las manitas, los pies y la nuca. Podemos crear una especie de juego con este ritual. Una vez perdido el miedo inicial, le encantará. Después del baño es muy importante que lo aclaremos, lo sequemos a conciencia y le cambiemos rápidamente de bañador.

Prevenir la dermatitis del pañal

Afecta a un 10% de los bebés y en la mayoría de los casos se produce por el contacto con las heces y la orina y la presencia de una elevada humedad. En verano, por tanto, intentemos que el niño se acalore y sude lo menos posible. Para ello, dejémosle siempre que podamos con el culito al aire. Además, para prevenir la dermatitis del pañal, hemos de extremar la higiene, utilizar jabón neutro y no aplicarle talco. Si la zona se infecta debemos acudir al pediatra.

Aire acondicionado, ¿sí o no?

Hace un calor asfixiante, pero pensamos: ¿el aire acondicionado no será demasiado agresivo para el bebé? No tiene por qué si aprovechemos para conectarlo cuando él no está. Una vez que la habitación se haya refrescado lo suficiente (unos 20 grados está bien) podremos llevar al niño allí, que agradecerá el fresquito. En cualquier caso, no debemos exponerlo nunca al chorro de aire de forma directa ni someterlo a cambios bruscos de temperatura: los bebés son muy susceptibles a las variaciones térmicas.

¿A partir de qué edad puede viajar?

A partir de los quince o veinte días, pero hay que tener en cuenta que aún es muy pequeño y no soporta bien los trayectos largos. Aunque vayamos a un lugar cercano, hay que hacer paradas frecuentes y vigilar que está hidratado, que no se enfría y que no tiene mucho calor. Es normal que se muestre algo irritable hasta que nos instalemos en el nuevo destino.

¿Es normal que tenga menos apetito?

Como a nosotros, a veces el calor le reduce un poco el apetito. Intentemos, no obstante, que haga sus tomas en un lugar más o menos fresco y siempre hacia la misma hora. A menudo son los cambios los que le inquietan y le impiden alimentarse con tranquilidad. En cualquier caso, si lleva un tiempo sin apetito, lo prudente es consultar al pediatra. 

¿Le tengo que dar más agua?

Los bebés se pueden deshidratar fácilmente, así que es bueno ofrecerles líquido con cierta frecuencia, eso sí, en pequeñas dosis. El agua, no obstante, la reservaremos para los más mayorcitos. Para los lactantes es mejor la leche.

 

¿Pueden tomar helados si tienen más de 10 meses?

¡Les encantan! Y pueden tomarlos, aunque en pequeñas dosis. Asegurémonos antes de que no existe intolerancia alimenticia a alguno de sus ingredientes. Eso nos lo dirá el pediatra.

¿Agua mineral?

Si salimos de viaje, el cambio de agua puede afectar la flora intestinal del niño y provocarle diarreas. Una buena solución es darle agua mineral mientras dure nuestra estancia fuera de casa.

El verano es una buena época para estrechar el vínculo que nos une a nuestros hijos (tenemos más tiempo y estamos más relajados). Aprovechemos estos días para disfrutar de buenos momentos con ellos. Si, a pesar de todos nuestros cuidados se ponen malitos, es importante mantener la calma y acudir al médico a la mayor brevedad si la relevancia de los síntomas lo aconsejan.

 

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