Prevención del Cáncer de Piel: ¡Cuidado con los lunares y las pecas en verano!

El Melanoma es un cáncer de piel que afecta a unas 4.000 personas cada año en España. A pesar de ello, el cáncer de piel es uno de los que mejores tratamientos tiene, en caso de diagnosticarse a tiempo. Según la Sociedad Española de Dermatología y Venereología, el 95% de estos casos se puede curar. Te explicamos en este post cómo realizar una exposición segura al sol y cómo detectar cualquier señal de alarma para potenciar el diagnóstico precoz.

Causas

Los factores de riesgo que predisponen a padecer un melanoma son tener antecedentes familiares de melanoma o haber padecido ya un melanoma en el pasado; tener un gran número de lunares o lunares de aspecto irregular, y los antecedentes de quemaduras solares en la infancia o la adolescencia. cancer-piel-1

Otro factor importante en la producción de melanomas es el grado de fotoprotección natural de cada persona. Así, en personas con ojos azules, piel clara, que se pigmentan poco y se queman con facilidad (fototipos I-II), tienen una clara mayor incidencia de melanomas que las que tienen ojos oscuros y piel morena (fototipos III-IV o V).

¿Cuándo consultar al médico?

El sistema ABCD es una guía útil para identificar manchas en la piel que deberían ser consultadas con el médico:

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Consejos para disfrutar del sol sin peligro

– Es recomendable evitar el sol entre las 12 y las 16 horas, tomar el sol de forma progresiva y utilizar medidas de protección solar siempre que se realicen actividades al aire libre.

– La mejor protección frente al sol son las protecciones físicas (ropa, gorra, gafas de sol). Éstas se pueden combinar con el uso de fotoprotectores o filtros solares. Para que sean eficaces, deben aplicarse unos 20 minutos antes de la exposición solar y volverlas a aplicar de forma regular cada 2-3 horas y después de cada baño. Pon una capa uniforme, lo más gruesa posible, sobre la piel limpia y seca.

– No utilices fotoprotectores para aumentar el tiempo de exposición al sol.

– Ten en cuenta que determinadas circunstancias medioambientales pueden modificar la agresividad del sol. Así, las nubes no frenan las radiaciones ultravioleta, por lo que es frecuente que se produzcan quemaduras en días nublados; lo mismo ocurre los días con viento, ya que la brisa nos hace olvidarnos del peligro del sol, al no sentir calor. Por su parte, el agua, la nieve, la hierba y la arena actúan a modo de espejo reflejando sobre nuestro cuerpo los rayos UV que reciben.

No debe exponerse a los bebés al sol, ya que, además de que la piel del niño es especialmente fotosensible, el daño solar que tiene lugar en los primeros años de vida es acumulativo.

– Es importante realizar una autoexploración de la propia piel. Para ello, se debe conocer el aspecto de los lunares, las imperfecciones, las pecas y otras marcas que se tenga en la piel para poder detectar cualquier cambio.

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