Danaé Santiago, podóloga: «Algunas infecciones en los pies pueden confundirse con callos u otras lesiones»

Noticia publicada por El Progreso Salud

  • En otoño, los problemas podológicos se multiplican, según confirma Danaé Santiago, especialista del Hospital Ribera Polusa. Ahora es cuando se ven en consulta las secuelas de la mayor exposición a la que están sometidos los pies durante el verano.

Con el descenso de las temperaturas y la llegada de las lluvias, el cambio de armario ya es una realidad. Incluido el cajón del calzado. Los calcetines y zapatos cerrados son ahora los compañeros obligados de cada día. Danaé Santiagopodóloga del hospital Ribera Polusa, ofrece una serie de pautas de cuidado para evitar problemas como los que ella atiende en su consulta, en la que estos meses se registra un incremento en el número de pacientes, que acuden principalmente por infecciones.

¿A qué se debe el incremento de los pacientes que sufren infecciones podológicas?
Todavía son una consecuencia del mayor grado de exposición que tienen los pies durante el verano. Pasamos más tiempo descalzos sobre distintas superficies, lo que incrementa el riesgo de pequeñas lesiones, que rompen la barrera cutánea. Además, el contacto prolongado con el agua, como ocurre en piscinas o playas, puede macerar la piel y disminuir su capacidad de protección. Un escenario muy habitual es el de las piscinas públicas, donde se observa con frecuencia el contagio del virus del papiloma plantar, entre otros microorganismos, que se desarrollan en ambientes cálidos y húmedos.

¿Qué síntomas son los que más llaman la atención de los pacientes?
Los principales síntomas de alerta son el picor, la irritación o enrojecimiento, la descamación de la piel, el mal olor, el dolor o la aparición de durezas inusuales. También se debe consultar si aparecen pequeñas lesiones que no cicatrizan o si hay sangrado o inflamación persistentes. Ante cualquiera de estos signos es importante acudir a consulta para un diagnóstico diferencial, ya que algunas infecciones pueden confundirse con callos u otras lesiones benignas.

¿Qué tratamiento requeriría cada tipo de infección?
Siempre debe valorarse cada caso de forma individual, pero resulta fundamental identificar la causa y tratar tanto la infección como los factores que la han favorecido. Los tratamientos pueden incluir medicación tópica y oral (antifúngicos, antibióticos), y tratamientos podológicos específicos, como la deslaminación mecánica o la aplicación de ácidos en el caso del papiloma plantar. Al mismo tiempo, se deben corregir los factores predisponentes, como la humedad, un calzado inadecuado o la sudoración excesiva. Abordando todos los aspectos se logra un tratamiento eficaz y se reduce el riesgo de recurrencia.

En podología, la higiene es la base de la prevención

¿Cuáles son las infecciones con las que se encuentra con mayor frecuencia?
Las infecciones más comunes son las siguientes:

  • Infecciones víricas, como el papiloma plantar (causado por el virus del papiloma humano, VPH), que puede confundirse en ocasiones con una dureza.
  • Infecciones bacterianas, como la queratólisis punctata, una infección superficial relacionada con la sudoración excesiva, la humedad y el uso prolongado de calzado cerrado. Suele provocar pequeñas lesiones circulares en los dedos y planta del pie, además de mal olor.
  • Infecciones fúngicas, como el conocido pie de atleta, que aparece en ambientes húmedos y se manifiesta con picor, descamación y mal olor entre los dedos o en la planta. Entre las diversas causas que lo ocasionan destacan el contacto con superficies contaminadas (duchas o vestuarios públicos) y el uso compartido de calzado o toallas sin una adecuada desinfección.
  • También existen algunas causas fisiológicas, como el exceso de sudoración, el sistema inmunitario debilitado, la diabetes, etc.

¿Qué cuidados básicos hay que seguir para evitar problemas?
La higiene es la base de la prevención. Muchas personas no lavan correctamente la piel entre los dedos o la planta del pie. Es fundamental:

  • Lavar bien los pies con agua y jabón, frotando entre los dedos y la planta.
  • Secar completamente después del baño, sobre todo entre los dedos, para evitar la humedad.
  • Usar calzado transpirable y cambiar los calcetines a diario.
  • Evitar caminar descalzo en duchas, piscinas o vestuarios públicos.
  • No compartir toallas ni calzado con otras personas.
  • Consultar con el especialista si se padece sudoración excesiva, para recibir orientación y valorar posibles tratamientos.

También es aconsejable revisar periódicamente el aspecto de los pies, especialmente en personas con diabetes o problemas circulatorios, ya que son más propensas a sufrir infecciones o heridas que pueden pasar desapercibidas.