El próximo sábado es el Día Mundial de la Danza, y en este contexto, vamos a hablar de los pies y aprovechar que llega el momento de pensar en retirar el calzado de invierno, para dedicar la entrada a este blog al cuidado de nuestras extremidades inferiores en esta época del año. Con los consejos de los podólogos del grupo sanitario Ribera, vamos a intentar ayudarte a prevenir molestias e incluso lesiones que puede provocar un uso inadecuado del calzado.
Chus Pérez Amor, podóloga del hospital Ribera Polusa, advierte que “a veces se pone de moda calzado que claramente va a acabar en lesiones”. Se refiere en especial al calzado que utilizamos cuando hacemos deporte, pero extrapola la conclusión a otro tipo de calzado, si lo elegimos en función de la moda y no de lo que conviene a nuestros pies.
En las próximas semanas, según la región en la que vivamos, diremos adiós a botas y calzado de invierno para hacer sitio para zapatos más ligeros, sandalias e incluso chanclas. Sin embargo, los podólogos, especialistas en el cuidado de los pies, nos alertan sobre algunos de los problemas más comunes que pueden surgir debido al uso de diferentes tipos de calzado de verano, así como las consecuencias del calor y la humedad excesivos. A continuación, os enumeramos las principales casuísticas:
1. Sandalias y chanclas: El calor y las zonas de piscinas y playas convierten a las sandalias y chanclas en una opción muy popular durante el verano e incluso la primavera en muchas regiones de España, porque son frescas, cómodas y fáciles de poner. Sin embargo, este tipo de calzado no ofrece mucho soporte para los pies y puede provocar dolor, especialmente en el arco. Además, el uso prolongado de sandalias y chanclas puede causar ampollas y callos debido a la fricción constante.
2. Zapatos planos: Los zapatos planos son otra opción clásica del verano, sobre todo durante el día, porque son ligeros, suelen dejar parte del pie al descubierto y pueden llevarse con media o calcetín fino. Sin embargo, usar zapatos planos durante largos períodos de tiempo puede provocar un dolor persistente en la parte inferior del pie, conocido como fascitis plantar. Esto se debe a que los zapatos planos no ofrecen soporte para el arco del pie y pueden forzar los músculos y ligamentos a trabajar más de lo necesario.
3. Tacón alto: Y para las cenas y fiestas de las noches de verano, en ocasiones forzamos el luso de tacón alto, que además de provocar dolor en las articulaciones del pie, facilita la aparición de callos y ampollas. Más aún si no estamos acostumbradas. En algunos casos, se ha comprobado que favorece la aparición de problemas en la espalda y en las piernas debido al cambio en la postura que fuerza para el cuerpo.
4. Calzado con poca sujeción: El calzado que no se ajusta bien o no ofrece suficiente sujeción, como algunas zapatillas de esparto cuando se llevan pisando la zona de cierre por el talón, puede provocar dolor en los pies y aumentar el riesgo de lesiones, sobre todo si se lleva durante un periodo de tiempo prolongado. Los zapatos que son demasiado grandes tampoco son recomendables, porque pueden provocar fricción y ampollas, mientras que los zapatos que son demasiado pequeños pueden causar dolor y deformidades en los dedos.
5. Calor excesivo en los pies: El calor excesivo en los pies puede provocar sudoración excesiva, lo que aumenta el riesgo de infecciones fúngicas, como el pie de atleta. Además, puede causar ampollas y rozaduras en los pies debido a la fricción constante y la humedad que se acumula.
6. Sudoración: Hay personas a las que les sudan los pies en invierno y en verano. Pero es en esta época del año cuando los pies, como cualquier otra parte de nuestro cuerpo, reacciona más ante el calor. La sudoración excesiva en los pies no solo puede provocar mal olor y resultar embarazoso e incómodo en según qué situaciones. Además, la humedad constante puede aumentar el riesgo de infecciones fúngicas, como hemos comentado previamente, y de otro tipo.
7. Rozaduras: Las rozaduras aparecen frecuentemente en el cambio de temporada de zapatos. Sobre todo porque en invierno llevamos los pies totalmente cubiertos y, generalmente, protegidos por calcetines o medias. En verano, muchos zapatos están en contacto directo con la piel del pie en diferentes puntos. La aparición de rozaduras se intensifica cuando los zapatos no ajustan bien o si caminamos mucho con un tipo de zapato al que no estamos acostumbrados. Las rozaduras pueden causar heridas y dolor y aumentar el riesgo de infecciones.
8. Fascitis plantar: La fascitis plantar aparece por la tensión, el desgarro o el desgaste del tejido de los pies que se conoce como fascia plantar. La fascitis plantar provoca dolor en la parte inferior del pie. Puede ser causada por el uso de zapatos que no ofrecen suficiente soporte para el arco del pie, por el uso prolongado de zapatos planos o de tacón alto. También les ocurre a corredores y bailarines en ocasiones.
9. Uñas encarnadas: Las uñas encarnadas es una afección que hace que una o ambos extremos de una uña crezcan hacia dentro, clavándose en el tejido del dedo del pie. Pueden aparecer por el uso de zapatos demasiado ajustados o por el corte inadecuado de las uñas de los pies.
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