El próximo domingo, día 23 de abril, es el Día Internacional del Libro. Por ese motivo, hoy en la entrada a nuestro blog de Salud vamos a hablar de una de las patologías más graves que pueden afectar a nuestros ojos: el glaucoma. El glaucoma es la segunda causa de ceguera en el mundo, después de las cataratas. Se trata de una enfermedad crónica, que puede producir una pérdida de visión progresiva. Lo más frecuente es que afecte inicialmente a la visión periférica, por lo que en las fases iniciales el cambio en la visión es pequeño y el paciente puede no notar nada.
Los hospitales del grupo sanitario Ribera cuentan con destacados servicios de Oftalmología en los que se apuesta por la prevención de esta enfermedad y también se facilitan los tratamientos necesarios para los casos en los que el glaucoma ha avanzado.
Qué causa el glaucoma
El glaucoma se produce por un daño en el nervio óptico que lleva la información del ojo al cerebro, normalmente a causa de una presión intraocular elevada. Resulta más habitual en mayores de 60 años y una de las certezas más duras de esta patología es que el daño que se produce es irreversible.
El oftalmólogo del hospital Ribera Polusa, Eduardo Iglesias, explica sin embargo que, aunque “el factor de riesgo principal del glaucoma es la elevación de la tensión intraocular, existen glaucomas con una tensión ocular que se encuentra dentro de lo normal”. Explica que también pueden actuar como desencadenantes la diabetes, las obstrucciones venosas, los traumatismos, la miopía o el tratamiento con corticoides.
Este especialista asegura que en Galicia y algunos países nórdicos es prevalente el síndrome de pseudoexfoliación, que define como “un trastorno por el que se van acumulando escamas de material en el borde de la pupila, en el cristalino y en las distintas estructuras, principalmente en la parte anterior o frontal del ojo, que obstruyen el drenaje del humor acuoso”. Se cree, explica el doctor Iglesias, que la prevalencia de este síndrome en determinadas zonas geográficas se debe a una combinación de factores genéticos y ambientales.
En cualquiera de los casos, todos los especialistas del grupo Ribera destacan la importancia de hacer un diagnóstico precoz. Porque si esta patología se detecta a tiempo y se pone tratamiento adecuado, se puede preservar la visión y atajar el problema.
Cómo detectar el glaucoma. Factores de riesgo.
El gran problema del glaucoma es que no presenta síntomas. De ahí que que el oftalmólogo del hospital Ribera Polusa, Eduardo Iglesias, insista en la importancia de las revisiones periódicas. “Cuando el paciente presenta síntomas, como la reducción de visión o del campo visual, la enfermedad ya se encuentra avanzada”, asegura.
El doctor Iglesias explica, además, que el glaucoma tiene un componente hereditario. “Hay dos tipos, el glaucoma juvenil y el glaucoma congénito primario, en los que se han encontrado mutaciones de los genes, pero en el resto de los tipos se trata de una enfermedad multifactorial”, asegura. En cualquier caso, añade, “quienes tienen antecedentes familiares presentan un riesgo diez veces mayor de padecer glaucoma que el resto de población”.
Esta enfermedad suele afectar a los dos ojos, aunque en algunos casos solo se presenta en uno. “El glaucoma crónico simple suele ser bilateral, aunque la afectación puede ser asimétrica. Por ejemplo, en patologías como la obstrucción venosa puede ser que solo un ojo se vea afectado”, explica el doctor Iglesias.
Si alguno de tus padres tiene glaucoma, es conveniente hacer seguimiento más específico de los ojos, con revisiones periódicas, para hacer el diagnóstico lo antes posible, antes de la pérdida de la visión.
Cuál es el tratamiento para el glaucoma: gotas y láser
El tratamiento más frecuente para el glaucoma son los fármacos en forma de gotas y es muy importante la constancia y cumplimiento del tratamiento. “Si se olvida la gota un día, no pasa nada, pero olvidos repetidos pueden hacer que el tratamiento no sea eficaz y que el paciente siga perdiendo visión”, aseguran los especialistas del grupo consultados.
El doctor Iglesias explica que, si el tratamiento en forma de gotas resulta ineficaz, se pueden usar diferentes tipos de láser y como último recurso, la cirugía. “El tratamiento con láser es un procedimiento denominado trabeculoplastia, y consiste en hacer una serie de disparos dirigidos a una zona concreta del ángulo camerular, de forma que aumenta el drenaje del humor acuoso, y se reduce la tensión intraocular, aunque no funciona en todos los casos”, explica el especialista.
La cirugía como último recurso
“La cirugía trata de crear una derivación del líquido intraocular (humor acuoso) hacia la parte externa (debajo de la conjuntiva), buscando reducir la presión intraocular”, explica el doctor Iglesias. En los casos más complejos de cirugía se utilizan las llamadas válvulas.
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