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«Lugo tiene una menor incidencia de enfermedad renal crónica que Galicia»

Esta es una dolencia progresiva, en la que los riñones van dejando de funcionar poco a poco. Sin síntomas iniciales, puede pasar desapercibida para el paciente hasta un estadio muy avanzado, como confirma Secundino Cigarrán, nefrólogo del Hospital Ribera Polusa.

¿Qué es la enfermedad renal crónica?

La enfermedad renal crónica (ERC) es un proceso que cursa con la pérdida progresiva de la función renal, tanto depurativa como hormonal. Este proceso culmina con la necesidad de paliar esa ausencia de función renal, ya sea recibiendo un tratamiento sustitutivo (diálisis), un trasplante renal o un tratamiento conservador/paliativo. La ERC empeora lentamente durante meses e incluso años, y es posible que el paciente no note ningún síntoma durante algún tiempo. La pérdida de la función puede ser tan lenta que los síntomas no se presentarán hasta que los riñones casi hayan dejado de funcionar.

¿A qué porcentaje de población se estima que afecta?

El Estudio Epidemiológico de la Insuficiencia Renal Crónica en España (Epirce) señala que la prevalencia global de ERC en estadios 3-5 es del 6,8%, aumentando su prevalencia con la edad. Según el Registro de Diálisis y Trasplantes de 2017 –de la Sociedad Española de Nefrología– la incidencia de pacientes con ERC se sitúa en 141 por cada millón de habitantes, siendo el grupo de edad más prevalente el de quienes superan los 75 años (con 451 pacientes por millón de habitantes). Se trata, por lo tanto, de una patología que incrementa su prevalencia con la edad, evolucionando inevitablemente hacia la necesidad de recibir tratamiento sustitutivo o trasplante. Esta situación no solo limita a nivel físico al paciente, sino que además se traduce en una merma de los aspectos más fundamentales de su vida, sobre todo a nivel familiar, social o laboral.

¿Esas cifras se corresponden con las que existen en Galicia?

La incidencia en Galicia es de 149,5 pacientes por millón de habitantes, una cifra ligeramente superior a la media nacional. En la provincia de Lugo los números son más favorables, pues están entre 130-139,9.

Lo que no se sabe es cuántos pacientes podrían estar en las fases iniciales de la enfermedad.

No, no se disponen de datos acerca de enfermedad renal crónica que no se encuentre en tratamiento sustitutivo. Actualmente, la Sociedad Gallega de Nefrología está preparando una acción para lograr la detección precoz de la enfermedad renal crónica. 

¿Qué es lo que la causa?

Las tres causas fundamentales son la diabetes mellitus, la hipertensión y la obesidad. Según la OMS, en 2030 la diabetes mellitus afectará a 439 millones de personas en el mundo, constituyendo este grupo casi el 50% de los pacientes con enfermedad renal crónica. La incidencia de la diabetes y de la obesidad están aumentando y ambas, que van íntimamente ligadas, constituyen en este momento las causas más importantes. Otras serían las enfermedades inmunológicas renales (25%), la poliquistosis renal (14%), enfermedades genéticas (5,2%) y las no filiadas (18%). Hoy en día, a través de los conocimientos derivados de los ensayos clínicos, se evidencia un alto componente genético en las enfermedades renales. 

Diabetes, hipertensión y obesidad son las tres causas fundamentales de la patología renal crónica

Cuando el problema está comenzando, ¿hay alguna señal que pueda alertar de ello?

La enfermedad renal crónica presenta un comportamiento silente en los primeros estadios y no es hasta que avanza cuando da los primeros síntomas, como cansancio derivado de la anemia, dolores óseos y frecuencia en la micción, sobre todo en la nocturna. En una fase más avanzada puede provocar la acumulación de niveles peligrosos de líquido (hinchazón de los tobillos), de potasio y de desechos en el organismo, ocasionando picores en la piel y fatiga.

Si se detecta en estadios iniciales a través de una analítica, ¿cuál sería el tratamiento?

Lo fundamental es la prevención, fomentar hábitos de vida saludables y controlar los factores que la causan, como la hipertensión y un adecuado control metabólico de la diabetes. Hacer ejercicio, no fumar ni consumir tabaco y una dieta adecuada son claves. En estadios iniciales, unos primeros pasos para prevenir el desarrollo y lograr el enlentecimiento de la progresión de la enfermedad renal sería evitar el sobrepeso y comer con muy poca sal, usando especias en su lugar para aderezar la comida.

La dieta del paciente renal debe ser baja en sal, ¿qué otras pautas son aconsejables?

El paciente renal debe basar su alimentación, como la población general, en pescado y vegetales, y aumentar el consumo de fibra, que constituye un elemento de prevención de las enfermedades cardiovasculares. Pero nuestro lema es «prohibido prohibir», porque el paciente renal tiene que comer de todo, basado en su cultura culinaria, aunque con una distribución a lo largo de la semana. Por ello es fundamental el apoyo de un dietista-nutricionista con experiencia en patología renal. 

El paciente debe basar su alimentación en pescado y vegetales, pero mi lema es «prohibido prohibir»

Desafortunadamente, muchos diagnósticos llegan cuando la enfermedad está avanzada, ¿cómo se aborda en esos casos?

El abordaje de los pacientes tiene que ser holístico; es decir, no solo la enfermedad en sí, sino también teniendo en cuenta sus circunstancias personales. El paciente debe conocer su enfermedad y lo que conlleva. No es solo indicarle unos fármacos, sino que hay que educar para fomentar la salud y el autocuidado, implicándolo a él y a su entorno familiar en la toma de decisiones de cara a saber las actuaciones que van a tomar en un  futuro. No es fácil, porque como decía el profesor Sánchez Cobián, «es más fácil que un paciente cambie de religión que de hábitos dietéticos», pero con ello tenemos que trabajar. Finalmente, cuando llega el momento de tomar  decisiones de cara a la elección de una técnica sustitutiva habrá que explicar bien todas las opciones, teniendo en cuenta la opción domiciliaria –y Lugo es líder en Galicia, pues aquí están el 76% de los pacientes que hacen hemodiálisis en casa– y el trasplante anticipado de donante vivo –una opción de tratamiento en la que predomina la donación por parte de la mujer–. La clave es la prevención y la creación de equipos multidisciplinares formados por nefrólogos, enfermeras especializadas, nutricionistas y psicólogos, y este constituye un reto importante para los sistemas de salud. Un ejemplo de ello es el programa Acerca, de la Sociedad Española de Nefrología, con unidades acreditadas en Burela y Lugo. También en el hospital Ribera Polusa empezamos un nuevo proyecto con esta filosofía.

Más información en: Ribera-Polusa