La depresión es la primera causa de incapacidad a nivel mundial, algo que se destacó durante la conmemoración del Día Mundial de Lucha contra la Depresión. En el otro lado de la balanza, cada día se ve con más normalidad el hecho de acudir a una consulta de salud mental, como resalta el doctor Jorge Begazo psiquiatra en Clínica Santo Domingo-Ribera Polusa.
Más de 300 millones de personas ven mermada su calidad de vida en todo el mundo a causa de la depresión. Solo en España, a mediados de 2021 eran 2,1 millones los pacientes afectados, según los datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística (Ine). Unas cifras alarmantes con las que se trató de concienciar sobre esta patología en el Día Mundial de Lucha contra la Depresión, celebrado el pasado viernes.
La incidencia de la depresión no deja de aumentar. Dejando a un lado los motivos individuales, ¿se podría apuntar alguna justificación común?
Las causas detrás de la problemática afectiva o emocional que puedan dar lugar a un cuadro depresivo son diversas, muchas de ellas en relación a lo ambiental, y es innegable que en los últimos años a nivel social se están experimentando muchos cambios que suponen un reto importante para nuestra realidad. Además de lo vertiginoso que viene siendo el día a día, las condiciones sociales han ido favoreciendo que todo vaya cada vez más rápido, sin reparar en necesidades menos tangibles como las emocionales, centrados quizás en aquellas que podemos ‘adquirir’. Por otro lado, llevamos lidiando dos años no solo con una pandemia, sino con lo que eso ha significado para todo el mundo: hemos sido expuestos durante muchos meses a la amenaza de muerte inminente, de pérdida, al aislamiento, la indefensión, la incertidumbre… que han supuesto la necesidad no solo de adaptación, sino en muchos casos de ir detrás de los duelos que se acumularon en estos meses. No mucho tiempo después, cuando veníamos saliendo de las restricciones pandémicas, se suman a la realidad los embates de la guerra, con sus respectivas consecuencias globales, que en definitiva se están cobrando una factura en todos nosotros.
Crece el número de casos, pero también su diagnóstico. ¿Los pacientes han perdido el temor a acudir al médico?
Por fortuna, la sociedad y la cultura han ido dando cabida a la posibilidad de ver con ojos menos críticos y temerosos la consulta de especialistas de salud mental. Tanto psiquiatras como psicólogos somos ahora profesionales que cada vez adquirimos un lugar más real y necesario en la problemática de salud social, aún así el estigma sobre la salud mental sigue siendo un apartado pendiente que tenemos que seguir combatiendo.
El estigma sobre la salud mental sigue siendo un apartado pendiente que tenemos que seguir combatiendo
¿Cómo es la incidencia en Galicia comparándola con la que se registra en el resto de España?
Según datos del Ine, en primer lugar se encuentra Castilla-León, seguida por la Comunidad Valenciana y Navarra, ocupando Galicia (con un 5% de prevalencia de cuadros depresivos en mayores de 15 años) el séptimo lugar.
¿Qué síntomas pueden ayudar al paciente o a su entorno a saber que su problema no desaparecerá por sí solo y que necesita ayuda?
La sintomatología en un cuadro depresivo cambia en todas las personas, porque si bien es cierto que hay síntomas que se podrían denominar comunes, cada individuo los experimenta de forma única. El poder estar atentos a cambios en uno mismo o en una persona cercana puede ser de ayuda. Un día con poco ánimo o poca energía o inapetencia es común en todos nosotros, pero nos alertaremos cuando pasen muchos días o semanas con una inapetencia creciente, pérdida de energía o de interés por las cosas que nos gustan y motivan, dificultad para estar con otras personas cuando antes lo disfrutábamos o cambios de humor repentinos, a veces no solo tristeza, sino el estar más irritable de lo habitual. También lo haremos con las limitaciones en el desempeño de nuestras labores habituales, ya sea por esa falta de energía, por dificultad para la concentración, por pérdida de memoria inusual, despistes, o con cambios en el hábito alimentario (comer mucho más o menos), cambios en el patrón de sueño (dormir mucho o dormir muy poco, entre otros). En definitiva, cuando por alguna razón nuestro funcionamiento laboral, social, familiar o personal se ve comprometido es necesario buscar la valoración de un profesional de la salud mental.
Galicia es la séptima comunidad con una mayor incidencia de depresión
¿Hay algún perfil más susceptible de sufrir una depresión?
Creo que más que un perfil, todos somos tributarios de experimentar un problema de ánimo, en la medida que nuestros recursos personales y los factores predisponentes no alcancen un equilibrio. Dentro de algunos factores que pueden tener un peso mayor podríamos mencionar dificultades para afrontar cierta frustración, pocos recursos personales para el registro de las emociones, escasa red de soporte social o familiar o el tipo de trabajo que una persona desempeñe, entre muchos otros.
La mayoría de los pacientes superan ese cuadro, pero en ocasiones este se repite pasado el tiempo. ¿Hay alguna estrategia para evitar las recaídas?
Incidiría en las recomendaciones más básicas: cumplir el tratamiento tal y como ha sido recomendado, mantener una comunicación fluida con el profesional a cargo del tratamiento, no dudar en preguntar dudas o si aparecen efectos indeseables con el tratamiento (a veces estos problemas favorecen su abandono y las recaídas rápidas) y no abandonar el tratamiento ni antes del tiempo recomendado ni por cuenta propia. Son cosas muy básicas, pero que es interesante tener siempre en cuenta. Por otro lado, es cierto que todos podemos experimentar un bache anímico, que incluso puede convertirse en un episodio depresivo, que considero necesario abordar a tiempo e igual de necesario poder acercarnos en la medida de lo posible a las potenciales causas, ya sea algo muy actual o como denominamos a veces reactivo a equis situación vital del presente o a cosas que venimos llevando con nosotros durante mucho tiempo y, por lo que sea, es en el presente cuando empiezan a dar problemas. Algunas veces las recaídas tienen algo que ver con situaciones que desde tiempo atrás adquieren relevancia en nuestro presente y en esos casos ayuda mucho saber cuáles podrían ser esas situaciones.
Todos somos tributarios de experimentar un episodio depresivo
Los antidepresivos inhibidores de la receptación de serotonina (ISRS) revolucionaron, en los años 80, el tratamiento de la depresión. ¿Qué mejoras aportaron?
La introducción de antidepresivos de la familia de los ISRS aportó en su momento, en primer lugar, quizás una disminución de la cantidad de los efectos adversos que otras familias de antidepresivos provocan. Además, el poder hacer un uso de sus mecanismos selectivos y farmacocinética da la oportunidad de realizar asociaciones de fármacos más eficaces y seguras. Estas consideraciones en poblaciones específicas resultan muy útiles, hablando por ejemplo de los pacientes en extremos de la vida. No entraremos además en que también se usan en el tratamiento de otros tipos de problemas en el ámbito de salud mental, como por ejemplo trastornos de ansiedad, etc. Por todo esto, en la actualidad son la primera línea en muchos tratamientos de episodios depresivos.
Una de las asignaturas pendientes es reducir sus efectos secundarios, el motivo por el que muchos pacientes abandonan el tratamiento.
Como cualquier fármaco, los ISRS poseen potencialmente una diversidad de efectos adversos y nuestra labor como clínicos es poder adaptar el tratamiento de forma única y singular, basándonos claro en los datos que conocemos, para poder ofrecer la posibilidad de minimizar esos efectos y que el equilibrio entre el coste y el beneficio sea en cada paciente el más conveniente.
Los ISRS son la primera línea en muchos tratamientos de episodios depresivos
Desde los ISRS, ¿ha habido algún avance farmacológico significativo?
No, ninguno que haya podido enmarcarse, al menos en cuanto a la evidencia significativa, para ser tenidos en cuenta como una opción determinante. Sí es cierto que ha habido algunos avances en cuanto a moléculas que pueden considerarse alternativas con menos efectos adversos, fármacos multimodales, asociaciones con eutimizantes y antipsicóticos. Ahora, seguimos con expectativa y cautela la evolución de fármacos como los agonistas NMDA.
¿Se atrevería a esbozar por dónde puede ir el tratamiento de esta enfermedad en un futuro próximo?
Se avecinan tiempos complicados, sobre todo en torno a la población infanto-juvenil, un tema para otro momento, pero creo que es crítico el poder tomar conciencia de que la salud mental es determinante para una vida en equilibrio. Es imposible predecirlo, pero quizás podría desear que el futuro de la salud mental se encamine en primer lugar a seguir dándole un lugar cada vez mayor en la realidad actual, es decir, ir dejando cada vez más de lado el estigma sobre ella. Creo que podría afirmar que cada vez más personas recurren a la alternativa psicoterapéutica como fuente de ayuda y es que está demostrado que la asociación de tratamiento psicofarmacológico y psicoterapéutico muestra mucha mayor eficacia que uno de los dos de forma individual, por esto considero que el futuro pasa por trabajar integrando ambos enfoques e incluso, además de psiquiatras y psicólogos, el futuro debería contemplar el poder contar con otros profesionales como médicos de atención primaria y de otras especialidades, fisioterapeutas, nutricionistas… dentro del ámbito sanitario y fuera de él para realizar un trabajo multidisciplinar en beneficio de la persona primero y luego de la sociedad.
Más información en: riberasalud.com/polusa