11 septiembre 2013.- ¿Por qué mi hijo no come determinados alimentos? Alimentos que suelen ser ensaladas, verduras, frutas,… y algún otro. Al margen de alergias y gustos más o menos definidos, quizá debamos buscar la causa en cuando era bebé. Ese período de tiempo, en el que debemos introducir los alimentos poco a poco, cuantos más mejor pero que no siempre hacemos.
La nutricionista del Hospital de Molina, Ana Quiles Rosillo, incide en la importancia del primer año de vida desde el punto de vista tradicional. Teniendo en cuenta que siempre que se deben seguir las indicaciones del pediatra – ya que es quien conoce las peculiaridades del niño, su grado de maduración, sus intolerancias o alergias y su evolución en general -, en ese primer año de vida el crecimiento y desarrollo son los más rápidos del ciclo vital y el organismo del bebé es aún inmaduro y vulnerable, por lo que es fundamental asegurarle una alimentación suficiente y adecuada para satisfacer sus necesidades nutritivas y para prevenir y/o tratar situaciones patológicas. “También es muy importante porque podemos empezar a crear unos hábitos alimentarios adecuados, lo que es fundamental ya que dichos hábitos se desarrollan en la infancia temprana, por ello tenemos que prestar igual atención tanto a la variedad de los alimentos, como a la calidad y a la cantidad, en los primeros años de vida”, afirma la nutricionista del Hospital de Molina.
Quiles Rosillo asegura que si queremos que nuestro hijo adquiera unos gustos alimentarios adecuados, tenemos que – una vez que su edad lo permita – exponerlo repetidas veces a una gran variedad de alimentos sanos. El niño debe probar el alimento nuevo muchas veces (10-15 veces) para que termine aceptándolo. Por eso, no debemos abandonar si la primera vez lo rechaza. La nutricionista del Hospital de Molina asegura que todo es un aprendizaje, por lo que debemos tener mucha paciencia y no tener miedo a que pruebe un determinado alimento o nuevas texturas, o a que se manche o a que nos manche al comer. Es cuestión de tiempo: “Hay que tener en cuenta que a los tres años, los niños generan cierta neofobia, en la que aceptan los alimentos conocidos, pero son muy reacios a probar nuevos sabores. Por ello, cuanto mayor sea el abanico de alimentos saludables a esa edad, menos problemas tendremos en un futuro para que sigan una correcta nutrición”.
El ejemplo más claro lo encontramos con las ensaladas: “Pensamos que no las van a comer hasta que no sean un poco más mayores, por lo que no le damos la opción de probarlas hasta que ya es tarde y se convierten en una autentica batalla. Si por el contrario, le damos al bebé tomate triturado al principio, después, cuando empieza la masticación, trocitos de tomate, le vamos incorporando gradualmente otras verduras como zanahoria rallada, maíz, unas tiritas finas de lechuga, al final creamos desde pequeños la costumbre de consumir ensalada a diario”, apunta Quiles Rosillo.
Este ejemplo lo podemos aplicar a cualquier tipo de alimento. La nutricionista del Hospital de Molina recomienda aprovechar el impulso natural de los bebés a probar sabores nuevos antes de que éste desaparezca: cuanto más pequeños son, más fácil resulta que adquieran un hábito, más se afianzará éste y, con ello, más nos aseguraremos de que le acompañe el resto de su vida: “De pequeños son como un lienzo en blanco en el que debemos grabar la mayor cantidad de hábitos saludables, tanto de alimentación como de vida, para que le acompañen en el futuro. ¿Qué mejor legado le podemos dejar a nuestros hijos?”.
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