El calor de una infusión o el frío de un helado pueden convertirse en un calvario cuando padecemos sensibilidad dental, un síndrome cuya afectación se sitúa entre el 25 y el 30% de la población adulta.
La sensibilidad dental no solo genera molestias a comer o beber productos a determinadas temperaturas, sino que puede conducirnos a otros problemas bucales al dificultarnos la realización de una higiene bucodental adecuada, tales como la gingivitis o la caries.
Es cuando la dentina pierde la protección del esmalte cuando los túbulos transmiten de manera más sencilla a los nervios del interior del diente estímulos externos como la acidez de determinados alimentos o bebidas o los cambios bruscos de temperatura, provocando esa dolorosa sensación en los dientes.
Pero, ¿por qué aparece la sensibilidad dental?
Entre sus muchas causas, las más habituales son la caries, el esmalte dental desgastado, los dientes partidos y las enfermedades periodontales como la gingivitis o la periodontitis; que acaban por exponer la raíz de la pieza dental.
Cuando sintamos que nuestros dientes se vuelven sensibles de una manera más o menos continuada debemos acudir a nuestro dentista para que este determine la causa de este síndrome y podamos empezar un tratamiento que solucione nuestro problema.
Existen tratamientos no invasivos a través de pastas dentífricas específicas que ayudan a bloquear la transmisión de estímulos desde la superficie de la pieza dental, así como geles fluorados que ayudan a fortalecer la dentina y el esmalte.
Por otro lado, si nuestra sensibilidad dental tiene su origen en enfermedades como la caries o por defectos en la superficie de la pieza dental, se deberá recurrir al empaste o la corona dental.
Asimismo, si nuestro problema se debe a problemas en las raíces de las encías como la pérdida de tejido, nuestro odontólogo optará por el injerto en la encía a través de cirugía o en casos más extremos, por practicar una endodoncia.
La higiene bucodental, como siempre, cobra especial relevancia en este aspecto, ya que constituye una gran arma de prevención, así como evitar la ingesta excesiva de ácidos que desgasten el esmalte y la dentina.