El Dr. De la Fuente, jefe de Medicina Interna de Povisa, recomienda la vacunación contra la gripe a partir de los seis meses de edad
Vigo, 8 de octubre de 2020.- Se acercan los meses fríos y con ellos la llegada de la gripe. En plena pandemia COVID-19 una epidemia de gripe podría complicar mucho a los sistemas sanitarios. Desde el punto de vista clínico puede resultar difícil distinguir entre los síntomas y los de la COVID. “Los únicos síntomas que pueden orientar a un diagnóstico de la COVID son la pérdida del gusto, conocida como ageusia, y sobre todo el olfato, que conocemos como anosmia”, ha señalado Javier de la Fuente, jefe de Medicina Interna de Povisa, hospital gestionado por el grupo Ribera Salud.
Los síntomas más comunes del coronavirus, como fiebre, tos y dificultad respiratoria, pueden también estar presentes en la gripe, mientras que los más típicos de la gripe como escalofríos, dolor de cabeza, congestión nasal, molestias de garganta, malestar general, dolores musculares, diarrea y pérdida de apetito pueden darse en la COVID. Sin embargo, la pérdida de olfato y de gusto son manifestaciones “mucho más frecuentes y típicas en pacientes con COVID que con gripe”.
Por estos motivos, este año es recomendable que la vacuna contra la gripe sea masiva. “Sin duda, es muy importante y aconsejable ponerse la vacuna siempre, pero este año más, porque si volvemos a sufrir una epidemia de gripe estacional, como ha ocurrido otros años, pero esta vez coincidiendo con la COVID, podría producirse un colapso del sistema sanitario y un incremento dramático de la mortalidad”, ha explicado. De hecho, ha considerado que “a partir del sexto mes de vida debería vacunarse el mayor número de ciudadanos posible”.
No conocemos la gravedad de una coinfección del virus de la gripe y la COVID, lo que subraya la importancia de la vacuna de la primera en los grupos de riesgo: mayores de 65 años; menores de 65 años con un alto riesgo de complicaciones derivadas de la gripe; menores y adultos con enfermedades crónicas cardiovasculares, neurológicas o respiratorias; menores entre seis meses y 18 años que reciben tratamiento prolongado con ácido acetilsalicílico; embarazadas; personas que pueden transmitir la gripe a aquellas que tienen un alto riesgo de presentar complicaciones y otros grupos como el personal de servicios públicos esenciales o personas con exposición laboral directa a aves domésticas, cerdos o aves silvestres.
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