Noticia publicada por El Progreso Salud
- Ya estamos en junio, el mes en el que empieza el verano. Es el momento de hacer cambio de armario, tanto de ropa como de calzado. Toca dejar atrás los calcetines y recuperar las sandalias, aunque se deben adoptar algunas precauciones para que los pies no sufran.
Dánae Santiago, podóloga del hospital Ribera Polusa, asegura que hay muchas personas reacias a mostrar los pies por el estado en el que se encuentran sus uñas: «Hay personas que tienen las uñas dañadas por un traumatismo antiguo o por tratamientos de quimioterapia que se las han estropeado y no les gusta ponerse zapatos abiertos». La especialista explica que «tenemos técnicas para reconstruir esas uñas y mejorar su evolución. Hay que ver cada caso en particular para valorar las opciones».
Reparar las secuelas de traumatismos y quimioterapia
Dánae Santiago refiere que, en consulta, «es habitual recibir a pacientes con hematomas subungueales que se producen por traumatismos. Normalmente acuden a consulta un poco tarde, cuando la sangre ya está seca y la uña empieza a levantarse o a dar problemas. Lo recomendable es acudir cuanto antes, una vez que vemos el hematoma, para poder drenar la sangre y evitar en la medida de lo posible complicaciones mayores».
Dánae Santiago, podóloga del hospital Ribera Polusa, asegura que hay muchas personas reacias a mostrar los pies por el estado en el que se encuentran sus uñas: «Hay personas que tienen las uñas dañadas por un traumatismo antiguo o por tratamientos de quimioterapia que se las han estropeado y no les gusta ponerse zapatos abiertos». La especialista explica que «tenemos técnicas para reconstruir esas uñas y mejorar su evolución. Hay que ver cada caso en particular para valorar las opciones».
Reparar las secuelas de traumatismos y quimioterapia
Dánae Santiago refiere que, en consulta, «es habitual recibir a pacientes con hematomas subungueales que se producen por traumatismos. Normalmente acuden a consulta un poco tarde, cuando la sangre ya está seca y la uña empieza a levantarse o a dar problemas. Lo recomendable es acudir cuanto antes, una vez que vemos el hematoma, para poder drenar la sangre y evitar en la medida de lo posible complicaciones mayores».
Otros problemas que se ven comúnmente en la consulta de podología son la onicocriptosis, «que es una afección provocada por el roce continuo de la uña sobre el pliegue lateral de un dedo del pie, que provoca dolor, enrojecimiento e inflamación, e incluso puede dar lugar a una infección si no se trata; y la onicomicosis, o infección de la uña causada por hongos», refiere.
Cómo prevenir ampollas y fascitis
Después de meses protegidos por calcetines, los pies sufren con el roce directo del calzado de verano, pudiendo aparecer molestas rozaduras o ampollas. La especialista de Ribera Polusa señala que «la recomendación más general para evitarlo quizás sea la de no utilizar chanclas o sandalias si vamos a caminar distancias largas, y elegir ese calzado únicamente si no vamos a caminar durante mucho tiempo, ya que, al no llevar calcetines, aumentan la sudoración y el roce, y además es un calzado que no tiene demasiada sujeción, con lo que es más fácil generar daños en la piel, así como otras patologías».
Muchas fascitis están causadas por usar chanclas o zapatos muy planos y con suelas muy finas
Entre esas otras patologías a las que se refiere la podóloga estaría la fascitis plantar, un motivo de consulta muy frecuente en septiembre, tras el verano, y que en muchos casos está motivada por usar chanclas o zapatos muy planos y con suelas muy finas. «Cuando elegimos este tipo de calzado lo ideal sería que nos fijásemos en que tenga sujeción ajustable y que no sea de material muy abrasivo. También es recomendable alternar calzado, no utilizar siempre el mismo, para tener diferentes puntos de presión y que la piel descanse».
Otra recomendación básica para prevenir infecciones como el papiloma o el pie de atleta es usar siempre chanclas en duchas públicas y piscinas, y evitar compartir tanto la toalla como el calzado.
Así se tratan las ampollas
Si a pesar de las precauciones aparece la temida ampolla, Dánae Santiago explica cómo cuidarla: «Si la zona está roja pero todavía no hay ampolla, debemos cambiar de calzado y utilizar uno que no presione ese punto. Se puede utilizar un apósito para cubrir y proteger la piel».
El modo de proceder cuando la ampolla ya ha aparecido sería «valorar su tamaño y posición en el pie. Si se encuentra en una zona de presión como la planta del pie y debemos seguir caminando, pero nos produce dolor, en ese caso se podría pinchar la ampolla con una aguja estéril, aplicar un antiséptico y tapar con un apósito para evitar que la piel que cubre la ampolla se rompa e infecte». Si cambia la zona en la que se encuentra, cambia también el procedimiento a seguir: «Si la ampolla está en una zona que nos permite seguir caminando sin problemas y sin roce, tomaremos las mismas precauciones de desinfección y protección con un apósito, pero no la pincharemos. Evitaremos drenarla y se acabará secando. De esta manera se reduce el riesgo de infección», concluye.