Comunicarse es una necesidad innata, la representación de la expresión más compleja de las relaciones humanas. Y la rama de la salud que le da la mano es la logopedia, que se ocupa del diagnóstico, tratamiento y también prevención de las patologías y trastornos del lenguaje, habla, voz y audición. Este es el ámbito de trabajo de Lorena Legaspi, logopeda en el Hospital Ribera-Polusa y máster en Neurologopedia.
¿Qué trastornos del desarrollo del lenguaje (TDL) son los más habituales entre la población escolar?
En la población escolar, los casos que más frecuentemente llegan a consulta son dislalias, tartamudez o dificultades en la lectoescritura, como es el caso de la dislexia.
¿Podría explicar en qué consiste la dislalia?
La dislalia es la dificultad para pronunciar o articular uno o varios fonemas sin que exista una lesión neurológica ni patologías en los órganos fonoarticulatorios a nivel anatómico.
Entonces, ¿cuáles son sus causas?
Las dislalias pueden producirse por varios motivos, como por ejemplo la inmadurez del niño o la niña, por un déficit auditivo o por falta de control de los órganos articulatorios ya que, por ejemplo, la lengua necesita mucha precisión y control en fonemas como ‘l’ o ‘rr’, entre otros.
¿Cómo se enfoca el trabajo para corregirla?
Como, generalmente, el trabajo con este tipo de alteraciones se da en menores, la intervención es a través de tareas de juego y actividades lúdicas, ya que los niños necesitan sentir que la terapia es algo divertido y no una obligación. Además, es fundamental guiar y asesorar a las familias para generalizar el trabajo realizado en la sesión, ya que son estas las que pasan más tiempo con ellos y los mayores reforzadores que puede tener el niño o la niña.
El trabajo con menores debe hacerse a través de juegos y actividades lúdicas, que hagan de la terapia algo divertido
Algunas madres y padres pueden pensar que la dislalia es un problema menor, ¿cómo les explicaría por qué es importante solucionarlo?
Es fundamental corregir todas las dificultades que se produzcan, lo más tempranamente posible, ya que alteraciones como la dislalia pueden influir en el futuro en tareas relacionadas con la lectoescritura o en otros aspectos relativos al lenguaje, como puede ser la entonación y ritmo de cada palabra o frase.
Si la dislalia se ha mantenido hasta la edad adulta sin prestarle atención, ¿todavía se está a tiempo de intervenir?
Estos casos suelen ser más complejos, ya que el patrón articulatorio está muy instaurado y es difícil de corregir. Sin embargo, es necesario analizar y recabar toda la información posible de la historia clínica y estudiar el caso individualmente para ver las opciones de intervención y establecer unos objetivos determinados, valorando así si se puede mejorar o solventar dicha dificultad.
A veces, a los padres les cuesta percibir que su hijo tiene un TDL. ¿Ante qué señales deberían acudir al profesional?
Sobre todo, es importante que sigan las indicaciones y pautas de su pediatra, ya que son ellos los que generalmente alertan a los padres de que su hija o hijo no está siguiendo los hitos de desarrollo acordes a su edad. Además, el profesorado también suele informar a las familias de las dificultades que está presentando el niño o la niña en el ámbito escolar, por lo que esto también sería un indicativo de que es necesaria una valoración por parte de un especialista en el lenguaje, como son los logopedas.
¿A qué edad es recomendable empezar a trabajar con estos pacientes?
En el caso de los menores —pero también en el de las personas ya entradas en la edad adulta— empezar la rehabilitación lo más pronto posible es fundamental, tanto para reducir plazos de recuperación como para mejorar los déficits o dificultades que pueda presentar la persona. Es decir, en cuanto algún profesional nos alerte de una posible alteración debemos dirigirnos a la mayor brevedad posible a un especialista para establecer un diagnóstico y un plan de intervención especializado e individualizado.
En la población adulta, ¿cuáles son las alteraciones que más frecuentemente se producen?
Llegados a la edad adulta, las alteraciones que más se producen son las provocadas por daños neurológicos (ictus, tumores, traumatismos craneoencefálicos…) o por enfermedades propias de la edad, como son las demencias. Además, muchas personas acuden a consulta por sufrir alteraciones en su voz, ya que sus profesiones les exigen el empleo de esta durante períodos muy prolongados de tiempo y con un esfuerzo constante (como en el caso de docentes, teleoperadores…).
Es fundamental corregir todas las dificultades que se produzcan lo más tempranamente posible
¿Cómo se aborda el tratamiento de esos profesionales que sufren alteraciones de la voz por esfuerzo?
El trabajo se centra fundamentalmente en la reeducación vocal, es decir: enseñarle a la persona a usar su voz sin que esta sufra. La intervención logopédica le ofrece al paciente pautas de higiene vocal y técnicas o métodos para el empleo correcto de la voz en su vida diaria. Sin embargo, todo ello va a depender del tipo de patología, ya que no es lo mismo una rehabilitación tras un edema de Reinke que una recuperación de un nódulo en una de las cuerdas.
Más información en: Ribera-Polusa