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«Las dificultades en la alimentación provocan un gran aislamiento social»

Cuando tragar se vuelve un problema, la responsable es la disfagia. Los afectados por este trastorno pueden presentar arcadas, tos, ahogamiento o la sensación de que la comida se les queda atascada cuando los alimentos o los líquidos bajan por su garganta. En pacientes neurológicos, la prevalencia de la disfagia se multiplica, como explica Lorena Legaspi, logopeda especialista en daño neurológico en Ribera Polusa

Los pacientes con una enfermedad neurológica son más susceptibles de presentar disfagia, ¿en qué afecciones resulta más común?

La disfagia neurogénica es aquel trastorno que se produce por una alteración de origen neurológico a nivel de sistema nervioso central (SNC) o de sistema nervioso periférico. Entre las causas más frecuentes encontramos los accidentes cerebro-vasculares (ACV), el traumatismo craneoencefálico (TCE), tumores o enfermedades degenerativas del SNC, como pueden ser el párkinson, el alzhéimer o la esclerosis lateral amiotrófica (Ela), entre otras. Independientemente del problema que la origine, la disfagia puede provocar una obstrucción de la vía área superior, una neumonía por aspiración o, simplemente, desnutrición y deshidratación por la dificultad para ingerir alimentos. 

En este tipo de pacientes, a veces el diagnóstico se demora más de lo deseable.

Afortunadamente, cada vez se diagnostica y trata antes y con mayor eficacia, y esto hace que gran parte de los pacientes que sufren disfagia puedan recuperarse y volver a ingerir alimentos sin dificultad. Los síntomas suelen presentarse en forma de tos tras la ingesta de agua o de alimento sólido o en la dificultad para deglutir bien, sea por retardo en el reflejo deglutorio o por pérdida de fuerza en la musculatura implicada. Sin embargo, en ocasiones más graves puede llegar a presentarse en forma de neumonía por aspiración, lo que provocaría en la persona una infección respiratoria muy peligrosa para su salud. También puede mostrarse a través de otro tipo de sintomatología, como dolor al deglutir o sensación de que la comida se ‘pega’ en la garganta. 

La disfagia cada vez se diagnostica y trata antes y con mayor eficacia. Esto ayuda a que muchos pacientes logren recuperarse y volver a ingerir alimentos

¿Qué porcentaje de afectados por disfagia podrían presentar riesgo de desnutrición?

Es difícil determinarlo con exactitud, ya que ese porcentaje va a depender de la pronta atención recibida, de la rehabilitación y recuperación de la persona y de la colaboración de la familia. Pero sí se puede decir que sin una ayuda profesional temprana, el paciente puede llegar a tener pérdidas de peso muy importantes y poner en riesgo su salud. Además, es de vital importancia la hidratación constante a través de líquidos con espesantes (si es necesario) u otros alimentos como las aguas gelificadas, que además tienen mucho aporte energético.

¿Qué impacto tiene este trastorno sobre la salud de un paciente neurológico?

Esta alteración tiene mucho impacto sobre varios aspectos de la persona. El primero se centra en la parte del disfrute de la comida. Una vez que ha surgido, el momento de comer deja de ser un tiempo de placer y pasamos a necesitar una sesión más de terapia, con muchas órdenes, indicaciones y pautas que se deben seguir de forma estricta. También hay veces en las que el daño cerebral cursa con alteraciones sensitivas y físicas (zonas orales sin sensibilidad, con poca movilidad, etc.), lo que supone aún un mayor esfuerzo mental y corporal a la hora de la ingesta. Además, el hecho de emplear utensilios peculiares para la alimentación (vasos festoneados, bordes de plato, cucharas adaptadas, etc.) o distintos a los que se usaban antes de la lesión los lleva a sentirse diferentes, porque ven que su situación ha cambiado y tienen que habituarse a ello. 

Además, existe una implicación social. 

Por supuesto, las dificultades en la alimentación les provocan a estos pacientes un gran aislamiento social. Para cualquier celebración nos reunimos alrededor de una mesa o de una barra, y eso para los pacientes con disfagia puede llevarlos a sentir soledad. En la mayor parte de las ocasiones va a ser necesario modificar la textura y consistencia de los alimentos (por ejemplo, iniciar alimentación con una textura tipo túrmix o pautar líquidos con espesante), aspecto que va interferir de manera directa a la hora de comer fuera de casa. Y sin olvidar que esto también provoca un impacto muy grande en la familia y el entorno más próximo, ya que genera una situación de incertidumbre y desconcierto al ver que su familiar necesita aprender a comer de nuevo.

Sin una ayuda profesional temprana, el paciente puede llegar a tener pérdidas de peso muy importantes y poner en riesgo su salud

 A la hora de decidir y establecer cual es el mejor tratamiento, ¿desde qué frentes se aborda?

La disfagia se trabaja conjuntamente desde los servicios de logopedia, terapia ocupacional y enfermería. Con terapia ocupacional estudiamos y valoramos adaptaciones en los utensilios o realizamos cambios de dominancia manual si es necesario; de esta forma estaremos ganando más autonomía e independencia en el paciente, ya que podrá alimentarse solo. Además, se trabajan actividades tan importantes de la vida diaria como la higiene bucal, aspecto fundamental para que no se produzcan aspiraciones por restos alimenticios, que por el efecto de la gravedad entran en las vías aéreas. 

¿Y con enfermería?

Al mismo tiempo, con el equipo de enfermería vamos controlando el estado médico del paciente y consensuando los posibles cambios de dietas y texturas de los alimentos. Y todo esto apoyado también por el facultativo correspondiente o responsable en ese momento. 

Supongo que habrá casos que precisen una atención especial.

Sí, cuando la disfagia es muy severa se valora, junto con los servicios de Otorrinolaringología y Digestivo, la colocación de una vía de nutrición enteral, siendo las más frecuentes la sonda nasogástrica (SNG) y la gastrostomía endoscópica percutánea (PEG). Esto permite que el paciente tenga los aportes nutritivos necesarios y a su vez nos ayuda a continuar con el trabajo de la musculatura o estructuras afectadas. De esta forma también preparemos a la persona para una hipotética retirada de dichas alternativas, y quizás poder así restablecer la alimentación por boca.