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«La rehabilitación de un paciente tras un ictus debe iniciarse cuando antes»

Devolver a las personas que han sufrido algún tipo de restricción a su vida cotidiana y que esta sea lo más independiente y autónoma posible es el objetivo de la terapia ocupacional. En el centro Ribera Polusa, esta especialidad sanitaria se ocupa preferentemente de la recuperación de los pacientes que han sufrido un ictus, como explica Sandra Lojo.

¿Qué tipo de casos de daño cerebral se están abordando en terapia ocupacional?

En la Unidad de Daño Cerebral y Recuperación Funcional de Ribera Polusa, en estos momentos, nos ocupamos mayoritariamente de ictus, bien sean hemorrágicos o isquémicos. Estos casos nos llegan en una fase subaguda, cuando médicamente se encuentran estables y el cerebro es más receptivo para que las conexiones neuronales perdidas empiecen a estimularse para conseguir volver a instaurarlas. 

¿Cuáles son los criterios que tienen en cuenta antes de decidir el tratamiento de cada paciente?

Es importante realizar una valoración integral de la persona y conocer su vida, ya que los objetivos se marcarán en base a volver a capacitarse para desempeñar las tareas que anteriormente realizaba. El tratamiento varía en función de cada persona y circunstancia, pero es importante tener en cuenta una visión global de esa persona: su contexto personal, laboral, social… Con ello ya nos ponemos en marcha para alcanzar el objetivo principal: potenciar al máximo su autonomía en cada una de estas esferas. El tratamiento siempre va a buscar ese fin.

Al hacer la valoración integral del paciente, es importante conocer el estilo de vida que llevaba

¿Cuál es la gran diferencia a la hora de abordar una patología sobrevenida como un ictus y otra neurodegenerativa, como una demencia?

La diferencia la marca el tiempo de reacción y asimilación. En una enfermedad neurodegenerativa, la situación de cambio, tanto a nivel personal como de salud, es progresiva, partiendo de ser una persona autónoma en el día a día (trabajo, ocio, tareas cotidianas…) a un empeoramiento en dichas facultades, llegando en ocasiones a la dependencia total. Todo ello marcado por espacios de tiempo en los que la salud puede mantenerse o empeorar. En caso de ictus, la pérdida de autonomía se produce de golpe, sin avisar, cambiando todos los aspectos de la vida y el quehacer de una persona. La asimilación, en este caso, pasa a ser una lucha por recuperar la autonomía. La que marca el tiempo en ambos casos es la rehabilitación, en uno con la lucha por el mantenimiento de autonomía y en el otro por la recuperación. 

¿En qué momento debe comenzar el trabajo con cualquier paciente?

Cuanto antes. Cuando ocurre un accidente cerebro-vascular –sea a causa de un traumatismo craneoencefálico, ictus, tumor…– es importante comenzar pronto la recuperación. En ocasiones, por complicaciones médicas, llegan casos tras pasar mucho tiempo inmovilizados o en Uci y ahí nos encontramos con que el proceso de recuperación va a ser más lento, mientras que si se actúa rápido el cuerpo, y en este caso el cerebro, comienzan a estimularse pronto y se logran mejores resultados.

El trabajo en estrecha conexión con otros profesionales sanitarios mejora los resultados.

Por supuesto, es importante una intervención multidisciplinar, en la que cada miembro del equipo aporte su visión y su saber. En nuestro caso, trabajamos conjuntamente los fisioterapeutas, la neurologopeda, la neuropsicóloga y yo, aparte del equipo médico, enfermería y TCAE. Siempre realizamos sesiones conjuntas, donde aprender, ver y comprobar la mejor metodología para cada persona.

Realizar una intervención multidisciplinar siempre va a mejorar los resultados

Además, en cada caso la intervención multidisciplinar se orientará de uno u otro modo.

Claro, eso es así. Por ejemplo, con la neurologopeda trabajo el tema de la alimentación: qué tipo de alimentación es mejor para cada persona, cómo administrarla… Con los fisioterapeutas, el tema del equilibrio, control de tronco, bipedestación, deambulación… Y con la neuropsicóloga, aspectos como la estimulación cognitiva, memoria, atención… e incluso la conexión con la familia.

Ha mencionado a la familia, ¿en qué medida su colaboración condiciona los resultados?

Su colaboración e implicación resultan vitales. El paciente va a estar en tratamiento de rehabilitación unos meses, pero con su familia estará toda la vida.La familia debe estar involucrada en el proceso de tratamiento para que todo tenga un buen retorno. En nuestra unidad se trabaja de cara a la vida en el hogar, en la calle… pero todo esto no se pone en marcha realmente hasta que se van a casa con el alta. Y es ahí cuando la familia tiene que aportar lo aprendido en los meses de recuperación. Todo cambia cuando la persona vuelve a casa y se encuentra con barreras arquitectónicas, con baños que no están adaptados o con un simple escalón en la puerta de casa.

La adaptación del entorno habitual puede ser compleja.

Sí, por eso desde terapia ocupacional –lo hacemos desde el inicio del proceso– ofrecemos a las familias pautas y consejos sobre cómo adaptar el baño con unos simples cambios o sobre cómo eliminar obstáculos de cara a una fácil adaptación de la persona a su casa en su nuevo rol. También es importante dotarlos de los productos de apoyo que realmente les son útiles (sillas de ruedas, andadores…) o adaptaciones para comer, para el wáter o para poder escribrir. Es decir, dotarlos para una mayor autonomía.

¿La tecnología ha aportado mejoras a su profesión?

La tecnología apoya, como herramienta complementaria, el tratamiento personal y en muchos casos aporta valor y significado a tratamientos que sería imposible realizar sin estas herramientas. La realidad virtual, los exoesqueletos para poder caminar, los dispositivos de comunicación… todos ayudan y favorecen el proceso de recuperación. Además, como son tan innovadores, las personas que los usan consiguen tener un mayor estímulo para alcanzar un buen resultado. Sin duda, nos ayudan a conseguir objetivos tan simples como poder comunicarse a través de un teléfono, una persona con disartria, o mover un brazo, una persona que no tiene movimiento en él.

Más información en: riberasalud.com/polusa