Los músculos y ligamentos que rodean la cavidad abdominal en su parte inferior forman el suelo pélvico. Su misión es vital: sostener los órganos pélvicos, que son la vejiga, la uretra, el útero, la vagina y el recto. Pese a la importancia de esta estructura, todavía hay un gran desconocimiento sobre ella, según explican las fisioterapeutas Silvia González Iglesias, Laura Pérez Beatriz y Lucía Teijeiro López, del grupo Ribera Salud.
¿Cuáles son los síntomas de un suelo pélvico debilitado?
Normalmente, hasta que no aparecen las primeras evidencias en el suelo pélvico no somos conscientes de la relevancia de su función, de ahí la importancia de conocer los principales síntomas que evidencian debilidad en el mismo. Estos serían la sensación de dificultad al empezar a orinar o dificultad para vaciar por completo la vejiga; aumento de la frecuencia miccional; sensación de que tenemos un bulto (o realmente este está presente, respondiendo a la presencia de un prolapso) en la zona baja de la vagina; infecciones de repetición del tracto urinario; pérdidas de orina al toser, hacer esfuerzos o reír; necesidad urgente de miccionar; estreñimiento; dificultades en nuestra continencia urinaria general y/o dolor en la zona genital al mantener relaciones sexuales, repercutiendo en la calidad de las mismas. Puede evidenciarlo también la aparición de dolores crónicos en la parte baja de la espalda.
Los dolores crónicos en la parte baja de la espalda pueden ser un síntoma de debilitamiento del suelo pélvico
Al hablar de suelo pélvico se piensa automáticamente en mujeres, pero los hombres también pueden tener problemas en esta estructura. ¿Existen unos síntomas específicos en su caso?
El síntoma más frecuente por el que los hombres acuden a consulta es la incontinencia urinaria, sobre todo tras una prostatectomía, pero ese no es el único problema por el que pueden verse afectados. Tanto si han pasado por una operación como si no, pueden aparecer dificultad para iniciar la micción, así como dolor durante la misma o al finalizar; aumento de la frecuencia miccional (no siempre asociada a mayor micción) y/o sensación de goteo; dificultad para la defecación y/o sangrado, y también problemas de incontinencia fecal y de gases; pinchazos y hormigueos en la zona anal, con hemorroides; dolor o molestias en la zona lumbar, glútea, abdomen y/o pelvis. Los más específicos en el caso de los hombres son molestias o malestar en las relaciones sexuales, dolor durante la eyaculación o al final de la misma y otras disfunciones mecánicas en la esfera sexual.
Los hombres con este problema pueden percibir molestias en las relaciones sexuales y dolor durante la eyeculación
¿Qué situaciones vitales son las que más comprometen el suelo pélvico?
Las situaciones vitales que comprometen el suelo pélvico son múltiples debido a las diversas funciones que tiene (contención de orina, heces y gases, estabilización y sostén, sexualidad y reproducción). Estas funciones pueden verse afectadas por diversos factores, como los propios del ciclo vital (embarazo, parto, postparto, menopausia o envejecimiento), por todos los que son referentes al estilo de vida (sobrepeso, obesidad, deportes de alto impacto, trabajo), así como por enfermedades respiratorias (tos crónica) o cirugías ginecológicas (cesáreas, histerectomías) o prostatectomías.
El parto resulta especialmente agresivo para el suelo pélvico, ¿cómo debe enfocarse la rehabilitación posterior?
Tras la ardua labor del embarazo y el parto, la musculatura del suelo pélvico tiene tendencia a debilitarse, siendo esta la principal causa de aparición de incontinencia urinaria o prolapsos de vejiga o útero. Para evitar la aparición de este tipo de patologías es vital, primero, identificar los síntomas que las evidencian, para poder consultarlo con los especialistas adecuados y también mantener una disciplina personal que implique la realización de pautas de ejercicio constante para obtener buenos resultados y mejoría. Los ejercicios más habituales son los de Kegel y todos aquellos que implican una reducción de la presión en todas estas estructuras, como los hipopresivos. También se utilizan como herramientas de tratamiento el masaje y proporcionar unas pautas posturales adecuadas. Como mecanismo de prevención, un aspecto muy importante a tener en cuenta, debe fortalecerse y cuidarse el suelo pélvico lo antes posible después de cada parto.
Se puede recurrir a los ganchos, la punción seca y los dispositivos de biofeedback para recuperar esta estructura corporal
El entrenamiento supervisado por un fisioterapeuta especializado es la parte más importante para recuperar el suelo pélvico, pero también hay otras herramientas muy útiles.
Sí, y ahí podemos hablar de la radiofrecuencia, que utilizamos mucho en fisioterapia. La radiofrecuencia estimula la circulación sanguínea, provocando mejores funciones de los tejidos; mejora la rapidez de recuperación en la cicatrización del tejido; aumenta el metabolismo celular y actúa como drenante, y además logra disminuir el dolor por su acción analgésica y antiinflamatoria. Por lo tanto, en relación al suelo pélvico nos ayudará a elevar su tono muscular, mejorando también problemas como las incontinencias urinarias, el dolor en las relaciones sexuales, dolor perineal, disfunción eréctil o recuperación de cicatrices (episiotomías, cesáreas). Además de la radiofrecuencia, otras técnicas que se pueden usar son los ganchos, la punción seca y dispositivos de biofeedback.
El debilitamiento del suelo pélvico acarrea problemas en el ámbito sexual, ¿de qué disfunciones estaríamos hablando?
Las disfunciones sexuales son un problema muy frecuente si existe alteración en el tono del suelo pélvico, pero existe una especial reticencia a hablar de esta esfera. Y si bien es cierto que las disfunciones sexuales no son la parte más urgente a tratar, sí lo es que su solución repercute en una mejor calidad de vida para la persona. Algunos de los problemas que nos podemos encontrar son el dolor durante o después de las relaciones sexuales (dispareunia), imposibilidad de llevar a cabo la penetración (vaginismo), disminución de la sensibilidad, dificultad para llegar al orgasmo (anorgasmia) y para mantener la erección (disfunción eréctil).
Más información en: Ribera-Polusa