José Fernández-Miranda: «Un buen control de la diabetes mejora el riesgo de progresión de la retinopatía»

Los niveles altos de azúcar en sangre causan daños en distintos órganos, como los vasos sanguíneos de la retina. Aparece entonces la retinopatía diabética, una de las complicaciones más frecuentes en pacientes de diabetes, ya que «después de 20 años de evolución, un 60-70% de ellos presentará algún grado de retinopatía», asevera el doctor José Fernández-Miranda Cano, oftalmólogo del Hospital Ribera Polusa. Sin control, la retinopatía puede desembocar en ceguera.

La retinopatía es una de las complicaciones que pueden presentar las personas con diabetes. ¿En qué consiste esta patología visual?
La retinopatía diabética aparece por una serie de cambios patológicos que ocurren en la retina a causa, fundamentalmente, del daño vascular secundario al exceso de glucosa en sangre. Inicialmente suelen ser formaciones de pequeños aneurismas y hemorragias, aunque estas pueden progresar a la formación de edema en la mácula o a la formación de vasos sanguíneos aberrantes, que pueden desencadenar complicaciones graves, como sangrados en el interior del ojo, fibrosis, desprendimientos de retina o glaucoma derivado del crecimiento de esos vasos, en los casos más graves.

¿Cuál es su incidencia?
Los distintos estudios realizados estiman que entre un 20 y un 30% de los pacientes diabéticos pueden tener algún grado de retinopatía y, entre un 5-10%, una forma de esta enfermedad que amenace su visión. De todas formas, su aparición está muy relacionada con el tiempo de evolución de la diabetes. Cuando un paciente tiene 20 años de evolución, entre un 60 y un 70% presentará algún grado de retinopatía.

¿Es más habitual en diabetes tipo 1 o tipo 2?
Resulta ligeramente más frecuente en los diabéticos tipo 1. Sin embargo, lo más importante no es el tipo de diabetes, sino el tiempo de evolución de la enfermedad y el control de los valores de glucosa. Los diabéticos tipo 1 cuentan con la desventaja de debutar más jóvenes y llevar más años de convivencia con la enfermedad, lo que aumenta su riesgo. Pero un paciente con diabetes tipo 2 mal controlado y que ya lleve unos cuantos años con la enfermedad, va a tener más riesgo que el de tipo 1 bien controlado. Por otra parte, también existen otros factores de riesgo que aumentan la incidencia de la retinopatía diabética, como son la hipertensión, el tabaquismo, la dislipemia… en general, influyen todos aquellos factores que aumentan el riesgo cardiovascular.

La retinopatía resulta ligeramente más frecuente en los diabéticos tipo 1. Sin embargo, lo más importante es el tiempo de evolución de la enfermedad y el control de los valores de glucosa

¿Un buen control de la diabetes puede impedir que progrese la retinopatía?
El buen control de la diabetes resulta indispensable y mejora muchísimo el riesgo de progresión. Pero, desgraciadamente, aún con un buen control puede haber progresión, pero desde luego esta no es comparable a la de los pacientes mal controlados.

¿Con qué síntomas se manifiesta?
Normalmente, la retinopatía es asintomática hasta sus estadios más o menos avanzados. El síntoma más frecuente es la aparición de visión borrosa, más o menos progresiva, cuando afecta a la mácula debido a la acumulación de líquido en las capas de la retina. Cuando produce sangrados suelen aparecer moscas volantes, seguidos también de visión borrosa y, a veces, de una pérdida casi total de la visión bastante brusca. Si se desarrolla glaucoma, además de la pérdida de visión suele aparecer asociado a enrojecimiento ocular y muchas veces, a dolor.

¿Qué tratamientos existen para esta patología visual?
El edema macular se puede tratar con inyecciones intraoculares de fármacos que inhiben el crecimiento y exudación de esos vasos anómalos. La periodicidad de estas inyecciones se establecerá según la respuesta de cada paciente. En otras ocasiones hay que recurrir a la administración intraocular de corticoides y, en los casos más severos, a la cirugía. Por otra parte, cuando la retinopatía provoca isquemias en la retina se aplica tratamiento láser para disminuir el riesgo de aparición de esos vasos aberrantes.

Esta afección visual resulta asintomática hasta sus estadios más o menos avanzados

¿En qué casos severos se recomienda cirugía?
Fundamentalmente, en casos de un sangrado vítreo que no se resuelve, de fibrosis severas que provoquen tracciones de la retina peligrosas, de desprendimientos de retina o en casos de glaucoma por neovasos, que no suelen controlarse solo con medicación.

No existe una única técnica quirúrgica, sino varias. ¿Podría explicar en que consiste cada una?
Se puede realizar una vitrectomía, que consiste en acceder al interior de la cámara vítrea mediante unos pequeños trocares. Allí se puede aspirar el vítreo teñido de sangre, aplicar láser intraocular en la propia cirugía o reposicionar la retina en casos de desprendimiento. Los desprendimientos por tracción de los diabéticos son complicados, pues muchas veces hay que lidiar con fibrosis severas, que requieren realizar cortes en la retina o dejar el ojo relleno de silicona para conseguir reposicionarla. Para el glaucoma por retinopatía (también llamado glaucoma neovascular o glaucoma derivado) ya se usarían técnicas propias del glaucoma, como la trabeculectomía o válvulas de drenaje.