Desde el inicio de la pandemia, las visitas de los pacientes a los servicios de urgencias no han dejado de aumentar, según destacaba la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias al finalizar el 2022. Manejar esa elevada carga de trabajo en situaciones a menudo críticas son los retos a los que diariamente se enfrentan sus profesionales, como explica el doctor Juan Diego Villa Cárdenas, responsable de esta atención en Ribera-Polusa.
¿Qué incidentes o patologías atienden con más frecuencia en el servicio de urgencias?
Lo que con más frecuencia vemos en el servicio de urgencias son infecciones, especialmente respiratorias; enfermedades osteoarticulares, sea en fase aguda (traumatismos) o crónica (artrosis, artritis…), así como afecciones propias de la población mayor. Todas están muy relacionadas con la situación geográfica y climatológica de la ciudad, así como con su perfil poblacional.
¿La saturación que se puede llegar a registrar en este tipo de servicios es un indicador de la precarización de la atención sanitaria?
No lo creo, ya que hay otros factores poblacionales, ambientales, organizacionales… además de los logísticos, que hacen que se saturen los servicios de urgencias. Pero sí es cierto que si mejorase la atención primaria, esto incidiría directamente en la descongestión de las urgencias.
La mejora de atención primaria incidiría directamente en la descongestión de las urgencias
¿Le aconsejaría a un paciente que, en caso de duda sobre algo que le está pasando, acuda siempre al servicio?
No se lo aconsejaría así. Los pacientes deben tener claro que el servicio de urgencias es para atender situaciones agudas o críticas que requieren una intervención inmediata porque está en riesgo la vida o hay un deterioro de las funciones básicas.
¿Qué situaciones que no precisan una respuesta urgente ven más a menudo?
Nos encontramos con patologías de semanas o incluso meses de evolución, que aunque es cierto que no han mejorado tampoco han empeorado de una manera crítica y no requieren una atención urgente. También vemos a pacientes con enfermedades cutáneas y patologías crónicas que no mejoran o cuyas pruebas diagnósticas pedidas en atención primaria o por los médicos especialistas tardan meses para realizarlas, sin saber que acudiendo a urgencias tampoco van a resolver esa situación.
¿Cómo se puede educar a la población sobre lo que es una urgencia?
Pienso que esa educación no la tenemos que hacer nosotros, sino en atención primaria e incluso a través de los medios de comunicación, enseñando que una urgencia real es aquella situación que requiere una solución médica en minutos u horas y que no puede esperar, evitando congestionar el servicio y perjudicando a los pacientes que sí cumplen este enunciado.
Los pacientes deben tener claro qué es una urgencia: aquella situación que no puede esperar
Se encuentran con situaciones críticas a diario, que ponen a prueba todas sus habilidades comunicativas.
La comunicación médico-paciente es el pilar fundamental en el actuar diario del profesional de la salud y pese a las premuras que tenemos en urgencias, hay que dedicar los minutos necesarios a pacientes y familiares para aclarar dudas, explicarles lo que les sucede, orientarlos e indicarles qué se va a hacer y qué conducta deben seguir al salir de las urgencias. Todos van con mayor o menor grado de miedo a urgencias, y este miedo juega en contra de pacientes y familiares y al final también en contra del personal sanitario, entorpeciendo las conductas y acciones a todo nivel, llegando a provocar enfrentamientos, disputas e incluso a la reconsulta del paciente al día siguiente.
Se ha referido a los familiares del paciente. También es importante enfocar bien esa relación.
Por supuesto, el acompañante es el soporte del paciente, la persona que va a ayudar al cumplimiento de las indicaciones médicas e incluso a recordar y orientar las acciones siguientes. Pero eso será así siempre y cuando el médico haya dedicado un tiempo suficiente para hablar con él.
El acompañante es el soporte del paciente, y una importante ayuda para el médico
Cuando están a punto de cumplirse tres años desde el inicio de la pandemia, ¿diría que ya se ha conseguido recuperar la normalidad perdida?
Sí, pienso que sí se ha normalizado el devenir diario de los servicios de urgencias. Pero es cierto que la pandemia nos hizo ver fallos y situaciones inadecuadas que veníamos teniendo, no solo en urgencias sino en varios ámbitos de la atención en salud.
Los profesionales de los servicios de urgencias se enfrentan a un elevado nivel de estrés, ¿cómo se gestiona?
Es cierto que en los servicios de urgencias se maneja un nivel alto de estrés, y cada persona como tal –más que como médico– lo gestiona de un modo diferente, con los recursos de los que dispone. Las instituciones deben de velar porque las jornadas sean adecuadas a su carga correspondiente, así como a que existan los descansos y momentos de desconexión adecuados para sacar al personal de la espiral de situaciones que causan el estrés laboral.
Pocas especialidades manejan el nivel de adrenalina que se llega a sentir en urgencias
¿Diría que es la rama de la medicina en la que el estrés ocasiona más problemas?
Hay otras especialidades de la medicina que manejan un nivel más alto de estrés y de psicopatología por parte del profesional, pero está claro que pocas manejan el nivel de adrenalina que se llega a sentir en urgencias, por eso no todos los médicos valen igual para estar en la urgencia.
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