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Estos son los cuatro grupos a los que los expertos recomiendan realizar una evaluación neuropsicológica

Noticia publicada por El Progreso Salud

  • Este estudio permite encontrar alteraciones, en niños o en adultos, derivadas de trastornos del neurodesarrollo, enfermedades neurodegenerativas, accidentes cerebrovasculares, tratamientos farmacológicos o quirúrgicos y otras patologías. Así se pueden tratar precozmente

La neuropsicología es una especialidad clínica, dentro de la psicología –según especifica el equipo de psicología de Clínica Santo Domingo–, que se encarga del estudio del cerebro, concretamente, de la relación entre las estructuras que lo componen y las funciones a nivel cognitivo (atención, lenguaje, memoria, funciones ejecutivas, capacidades visoespaciales, gnosias, etc), así como los procesos emocionales y conductuales.

¿Qué es una evaluación neuropsicológica?

Una de las funciones de la neuropsicología es la evaluación neuropsicológica, en la cual, a través de pruebas tanto cuantitativas (pruebas estandarizadas) como cualitativas (observación directa de la ejecución de las pruebas y la conducta), se determina aquellas áreas que presentan algún tipo de alteración, para posteriormente diseñar un plan de intervención. Esta evaluación se puede realizar tanto a niños como a adultos y se divide en varias fases:

  1. Entrevista inicial: primera toma de contacto cara a cara, a la que puede asistir el paciente a solas o con un acompañante, de modo que con ello se recoja la mayor cantidad de información posible (historia de vida, situación laboral o escolar, funcionamiento premórbido, estado actual, etc).
  2. Selección y aplicación de una batería de pruebas estandarizadas, a partir de las cuales se puedan evaluar las diferentes áreas cognitivas, el estado emocional y conductual de la persona.
  3. Análisis e interpretación de los resultados, por el profesional.
  4. Elaboración de un informe y entrega de este al paciente, donde se recogen los resultados de las pruebas, junto con una explicación detallada de estos, así como los objetivos de intervención y recomendaciones.

¿Para qué sirve?

La neuropsicología sirve para identificar, describir y cuantificar los procesos cognitivos, emocionales y conductuales que se encuentran alterados en el paciente, así como el impacto en su vida diaria de estos posibles déficits.

También permite detectar de manera precoz posibles alteraciones tanto en niños como en adultos, derivadas de trastornos del neurodesarrollo, enfermedades neurodegenerativas, accidentes cerebrovasculares, tratamientos farmacológicos o quirúrgicos, otras patologías, etc.

Es clave en la realización de un diagnóstico diferencial, pudiendo determinar los indicativos de las diferentes condiciones neurológicas y psiquiátricas. Este se puede realizar en colaboración con profesionales sanitarios de distintas especialidades. Una vez obtenidos los resultados y comprobadas aquellas áreas en las que existen mayores dificultades, se puede elaborar un plan de intervención.

¿En qué casos conviene realizar esta evaluación?

La evaluación neuropsicológica está recomendada cuando hay:

  1. Sospecha de algún trastorno del neurodesarrollo en población infantojuvenil, como dificultades de aprendizaje, trastornos del lenguaje, TDAH, TEA, etc.
  2. Traumatismos o lesiones cerebrales derivadas de accidentes.
  3. Enfermedades neurodegenerativas u otros trastornos neurológicos (demencias, accidentes cerebrovasculares, epilepsia, etc).
  4. Dificultades atencionales, de concentración, memoria, etc.

Además, resulta conveniente realizar una evaluación neuropsicológica en diferentes grupos:

  1. Población infanto-juvenil con dificultades académicas: en estos casos, una valoración con un profesional es fundamental, ya que dichas dificultades son un desafío que afecta tanto al rendimiento escolar de estos niños y niñas como a su autoestima, bienestar emocional y capacidad de adaptación, pudiendo derivar todo ello en dificultades relacionales, conductuales o de gestión emocional. A través de los resultados obtenidos no solo se detectan los problemas, sino que es posible acompañar y orientar a las familias y educadores, así como al propio menor, favoreciendo su desarrollo.
  2. Personas con daño cerebral adquirido derivado de accidentes de tráfico o caídas. Las lesiones físicas son las más visibles, pero también tienen lugar alteraciones en las funciones cerebrales, lo que a su vez puede ir acompañado de alteraciones emocionales, conductuales y sociales. Con exploraciones médicas tradicionales no se alcanza a determinar con exactitud la afectación concreta que dichas lesiones generaron en las diferentes funciones cognitivas, de ahí la relevancia que toma la valoración neuropsicológica. 
  3. Trastornos neurológicos y enfermedades neurodegenerativas (alzhéimer, párkinson, esclerosis múltiple, etc), que impactan de forma progresiva en las funciones cerebrales. Esto implica que pacientes con alguna de estas patologías, con el paso del tiempo, presentan dificultades cada vez más notables de lenguaje, atención, memoria, rendimiento ejecutivo, etc. A través de la valoración neuropsicológica se establecerá qué áreas se están viendo afectadas por la enfermedad y qué alteraciones son resultado del envejecimiento, para abordar dichas alteraciones y ralentizar su progreso.
  4. En otras afecciones a nivel cerebral, como los ictus, las secuelas cognitivas, motoras y emocionales pueden ser más o menos notables. Es fundamental la rehabilitación temprana a todos los niveles, para la cual se destaca nuevamente la relevancia de una detección precisa de aquellos aspectos sobre los que incidir en la rehabilitación.

Indicios de alteraciones cognitivas en el día a día

El modo en el que podemos percibir la afectación cognitiva es muy variable. Esta se presenta:
—A nivel atencional, la persona puede tener dificultades para permanecer durante periodos de tiempo prolongados en una misma actividad, alternar dos tareas o seleccionar aquello que es relevante. Hay dificultades para recordar aspectos del día a día o incluso eventos que tuvieron lugar tiempo atrás, también las hay para planificar, organizarse, seguir pasos, gestionar la propia conducta y resolver situaciones cotidianas.

—En el caso de los niños y adolescentes ocurre algo semejante, pudiendo observar diferentes señales de alarma: dificultades en lectoescritura, bajo umbral de concentración o dificultad para focalizarse en la tarea un tiempo prudencial; dificultades en el área matemática (errores en el cálculo, inversión de dígitos, etc); alteraciones en la actividad motriz, con un exceso o falta de actividad, torpeza motora y en coordinación; en memoria pueden presentar dificultad para retener conceptos; a nivel perceptivo, inversiones o rotaciones de las letras o dificultades en la lateralidad; en cuanto a la parte social y emocional, se pueden ver desajustes emocionales, conducta inhibida, agresividad…

Intervención postevaluación

Tras la evaluación y entrega de resultados al paciente se propone un plan de intervención que atienda a las necesidades particulares de la persona. Durante este proceso, el paciente estará acompañado por el profesional, que hará un seguimiento evaluando su progreso. Los materiales que resultan de utilidad son:

  • Recursos manipulativos como juegos, fichas, sopas de letras, crucigramas, tarjetas con imágenes o escritos.
  • Recursos de trabajo oral.
  • Materiales y estrategias de compensación (diarios, agendas, relojes, alarmas, etc), facilitando así la vida diaria de la persona.
  • Herramientas digitales: desde programas informáticos hasta APPs diseñadas para rehabilitación cognitiva.
  • —Materiales psicoeducativos que faciliten la recuperación.

La Unidad de Daño Cerebral Adquirido y Recuperación Funcional del Hospital Ribera Polusa cuenta con un equipo especializado en la realización de este tipo de evaluaciones e intervenciones.