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«El bótox paraliza o solo relaja el músculo, según se desee»

Noticia publicada en El Progreso

El uso cosmético de la toxina botulínica, el popular bótox, se aprobó en el año 2002. Desde entonces, el consumo no ha dejado de crecer, siendo el tratamiento más empleado en medicina estética en España el año pasado. Quizás porque, como explica la doctora Laura M. Ruano, cirujana y experta en medicina estética de la Clínica Polusa-Ribera Estética, «correctamente utilizado, obtiene unos resultados espectaculares. Además, sus efectos secundarios son escasos y siempre reversibles».

¿Qué usos estéticos se le pueden dar a la toxina botulínica?

La toxina botulínica es un arma terapéutica fundamental en nuestra consulta diaria, tiene efectos rápidos y sorprendentes. Entre sus aplicaciones básicas en estética se encuentra el tratamiento de las arrugas dinámicas del tercio superior de la cara: líneas del entrecejo, ‘patas de gallo’, líneas horizontales de la frente o elevación de la cola de las cejas. Otras indicaciones son el tratamiento de la sonrisa gingival, de las arrugas del cuello, las comisuras bucales descendidas, la contracción antiestética del mentón o la hipertonía del masetero responsable del bruxismo, entre otros.

¿Cómo actúa?

La toxina botulínica la produce en la naturaleza una bacteria (‘Clostridium botulinum’). Actúa sobre las fibras musculares motoras, bloqueando la contracción muscular. Los músculos se relajan o se paralizan, en función de la dosis y efecto que queramos obtener. También actúa a nivel de las glándulas sudoríparas y sebáceas, dependiendo de la profundidad a la que se inyecte, por eso la toxina tiene aplicación en la hipersudoración axilar (hiperhidrosis).

¿Hay diferentes tipos de bótox?

Existen varias presentaciones comercializadas. Se trata de toxinas diferentes y de distintas casas comerciales, pero lo realmente importante es que la molécula activa sea exactamente la misma. Para reconstituir la toxina (que se presenta como polvo en suspensión dentro del vial) deberemos tener en cuenta las indicaciones que nos facilita el fabricante, que son distintas en cada caso.

¿Cuánto tiempo dura su efecto?

La duración de los resultados es también variable, depende de cada paciente, pero también de la dosis inyectada. Podemos unificar la duración del efecto de la toxina en unos cuatro meses, una duración mayor depende de la cantidad de músculo que paralicemos y de la dosis inyectada. Por eso resulta primordial definir con el paciente qué es un buen resultado para él, o qué resultado le parece mejor: una cara menos expresiva y que el efecto dure de cinco a seis meses, o una cara relajada y que el efecto dure entre tres y cuatro meses. También podemos combinar la técnica, paralizando unos músculos y relajando otros. Todo esto se debe consensuar previamente con el usuario para que el resultado sea técnicamente bueno y dure el tiempo previsto y negociado. La entrevista inicial con el paciente es básica para conocer sus expectativas y es importante para nosotros y para la buena calidad del resultado. Se deberán valorar factores como la edad, el estado de la piel, la profundidad de las arrugas, la expresividad de la cara… De esta forma se le plantearán unas expectativas razonables al paciente, que ha de comprender y así no se obtendrán malos resultados desde su punto de vista, que en última instancia es lo importante. De nada sirve que hagamos un tratamiento perfecto si los resultados no son los que se esperan. 

«La duración de los resultados es variable, ya que depende de la dosis, del paciente… Se podría unificar en cuatro meses«

Una comunicación eficaz entre médico y paciente es la primera clave del éxito.

Sí, y por ejemplo, en el caso de las arrugas profundas de la frente, si el paciente tiene fotoenvejecimiento, es mayor de 50 años y contrae el músculo frontal cuando habla, tendremos que explicarle que esas arrugas no van a desaparecer por completo ya que si las hacemos desaparecer caerán las cejas y se sentirá muy raro al hablar, pero si no las hacemos desaparecer el paciente considerará que el resultado es malo, sobre todo si son esas arrugas la razón de su consulta. En mi práctica diaria busco el equilibrio entre la funcionalidad y la estética, el sentirse mucho mejor, sin que el rostro parezca el de otra persona.

Muchas personas le achacan al uso del bótox un resultado artificial, ¿cómo se consigue que quede natural?

Desde mi punto de vista, lo ideal es ir de menos a más, de ahí que citemos a nuestros pacientes a los 15 días, para revisión y retoque si procede. Este tratamiento no implica aumento de volúmenes, no se trata de un material de relleno ni va a otorgar un mayor peso a los tejidos, por lo que se puede obtener un cambio físico muy sutil.

¿Cómo se desarrolla una sesión?

La exploración tiene que ser estática y dinámica, debemos mandar al paciente realizar los movimientos que desencadenan las arrugas, repasando cuidadosamente su anatomía y los diferentes puntos de peligro. Esto es realmente importante y diferencial en un médico estético –el conocer la anatomía y asegurar que las complicaciones van a ser mínimas– y asegura una calidad óptima de tratamiento. Un aspecto relevante es realizar fotografías antes del tratamiento, ya que así se monitorizará la evolución y los cambios que esperamos. Haremos un marcaje cuidadoso y seleccionamos en número de unidades por zona a tratar. El tono muscular previo de una zona facial es algo a considerar: si hay un mayor tono muscular, el grosor del músculo también será mayor y por tanto requerirá una dosis más elevada de toxina para obtener un resultado similar al de un músculo más delgado o con menor tono. No precisa anestesia local, pues la inyección es prácticamente indolora.

¿Los resultados se perciben de forma inmediata?

El efecto empieza entre el primer y el quinto día tras su inyección, dependiendo de la toxina y de las particularidades y sensibilidad del paciente. El efecto es máximo a los diez o 15 días posteriores, por esta razón se le aconseja al paciente venir ahí a revisión, para poder tratar alguna irregularidad que pudiera aparecer por defecto de toxina. 

«El bótox no es un material de relleno. No hay aumento de volúmenes, por lo que se puede obtener un cambio físico muy natural y sutil»

Tras el tratamiento, ¿el paciente debe adoptar alguna precaución?

Las pautas al paciente tras el tratamiento se le darán por escrito: gesticular las siguientes dos horas (interesa hacerlo para que la toxina se distribuya de una forma homogénea en el músculo donde se infiltra), no acostarse ni presionar la zona inyectada durante las siguientes tres horas, no usar casco de moto durante las siguientes tres horas, no acudir a sauna, baño turco ni tener una exposición a frío o calor intenso durante las siguientes seis horas, y no realizar gimnasia ni ejercicios que supongan sudar ni aumentar la temperatura de la zona tratada durante las siguientes doce horas. 

Como especialista, ¿a qué edad recomienda comenzar a utilizarlo?

Se trata de un tratamiento perfecto para prevenir las primeras arrugas, a partir de los 20 años, y también de una buena estrategia de mantenimiento en la década de los 30. Aunque el perfil más habitual del paciente que se inicia en el tratamiento ronda los 40 años, que es cuando realmente empiezas a notar más arrugas y más profundas. A esta edad es frecuente necesitar además algún material de relleno para suavizar la arruga estática (la que ya se ha quedado marcada en la piel en reposo).

Entre los millennials se ha puesto de moda el llamado ‘baby bótox’, ¿en qué consiste?

Simplemente, se trata de la aplicación de pequeñas dosis de toxina botulínica en el tercio superior, dejando intervalos menores entre las aplicaciones. La idea es que no relajamos el músculo tanto como para que quede ‘congelado’, sino que lo debilitamos lo suficiente para que no se contraiga con la misma intensidad. Esto da como resultado una apariencia más suave del rostro. 

¿Las inyecciones de bótox facial pueden tener un efecto preventivo sobre la aparición de signos de envejecimiento?

El bótox es un arma terapéutica más. En esencia, se inhiben las contracciones musculares y se reduce el movimiento facial, por lo tanto se impide o desacelera la formación de arrugas con el paso del tiempo. Las arrugas solo se postergan, no se evitan (la madre naturaleza siempre gana). Por otro lado, el progreso no se revierte si detienes el tratamiento, solo recuperarás toda la movilidad de tu rostro y se formarán arrugas poco a poco, ya que en ningún caso la toxina botulínica crea una dependencia química. Lo ideal es complementar el bótox con otros tratamientos estéticos. Hay que usar siempre protector solar y existen alternativas para aumentar el colágeno en la piel y contrarrestar los efectos visibles del envejecimiento. También existen protocolos de rejuvenecimiento con láser IPL, entre otros, que pueden mejorar mucho la calidad de la piel.

«Esta es un arma terapéutica más. Lo ideal es complementar el bótox con otros tratamientos estéticos»

Otra de las aplicaciones estéticas de la toxina botulínica es la corrección de la sonrisa gingival, ¿cómo se aplica en este caso?

La aplicación de la toxina botulínica en el tercio inferior de la cara requiere un conocimiento anatómico preciso y entrenamiento riguroso debido a la compleja interacción muscular con las manifestaciones de la expresión y de la mímica, principalmente de la nariz y de la boca. De acuerdo a la legislación actual en España, la aplicación de bótox en áreas fuera del tercio superior de la cara se considera ‘off label’, es decir, amparadas por el criterio profesional y le corresponde al médico explicar la relación beneficio-riesgo. Son casos más complejos, aunque lo que está claro es que un médico estético con años de formación y conocimiento anatómico exhaustivo es quien puede conseguir los mejores resultados.

¿Hay algún caso en el que su uso esté desaconsejado?

Sí, no siempre se puede inyectar toxina botulínica. Existen contraindicaciones como: infección de la piel, herpes en la zona a tratar, tratamiento de menos de tres meses con toxina botulínica en cualquier zona corporal, lactancia, embarazo, pacientes que hayan recibido inmunización antitetánica menos de seis meses antes, alergia a la albúmina o tratamiento por alguna enfermedad infecciosa o neurológica grave.