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«Cuando aparecen los juanetes, no hay corrección posible sin pasar por quirófano»

No es un problema grave, pero sí doloroso y molesto que afecta mayoritariamente a mujeres y en el que existe un componente hereditario, como explica el doctor Albert Grau, traumatólogo en el hospital Ribera Polusa.

El juanete es una protuberancia ósea que causa numerosas complicaciones a quien la sufre, ¿por qué aparece?

El juanete, o hallux valgus, es la deformidad de los huesos del primer radio del pie (dedo gordo o ‘hallux’) y consiste en que el hueso metatarso del primer dedo se desvía hacia la parte medial/interna (en varo) del pie de manera que el hueso que le sigue, que es la primera falange del dedo gordo, por la acción de los tendones extensor y flexor del hallux, se desvía en forma de cuerda de arco hacia el lateral (hacia fuera o en valgo). Su origen es desconocido, pero está asociado al calzado estrecho, existe influencia hereditaria y predomina en el sexo femenino.

También existe el llamado ‘juanete de adolescente’. En este caso, ¿a qué se debe?

En la infancia o en la adolescencia es mucho menos frecuente que en el adulto, pero también nos encontramos casos cuyo origen es igualmente desconocido, exceptuando en niños afectos de ciertas neuropatías hipertónicas, e incluso se han descrito juanetes a los pocos meses de edad. Se suele esperar a operar a que el menor acabe de crecer, aunque siempre teniendo en cuenta el dolor o la incapacidad para calzarse.

¿Cuáles son las implicaciones que tiene esta deformidad para el paciente?

Esta deformidad genera dolor por la tensión de los tejidos deformantes e inflamación (bursitis) por el roce con el calzado. En casos avanzados produce la deformidad de los dedos vecinos en garra o en martillo, que le provocará a numerosos pacientes malestar al andar y alteración en la pisada.
Una vez que el juanete ha aparecido, ¿hay mecanismos para corregirlo o para evitar su progresión?
No existen medidas correctoras, una vez se deforma ya no hay corrección posible si no se pasa por quirófano. Lo que sí existen son dispositivos u órtesis que enderezan el dedo gordo, disminuyendo el estrés de los tejido deformados y mejorando así su sintomatología, pero una vez que se retiran el dedo vuelve a su posición de juanete. De la misma forma, no está demostrado que estos dispositivos eviten su progresión.   

La decisión sobre quien necesita operarse debe individualizarse. Hay que tener en cuenta dos cosas: dolor e incapacidad para calzarse

¿Cuándo va a ser necesario recurrir a la cirugía?

Si hacemos caso a los libros, existen unos grados de deformidad a partir de los cuales se indica cirugía, pero personalmente creo que las decisiones deben individualizarse, basándolas en dos indicaciones principales: dolor e incapacidad para calzarse. Hay pacientes con deformidades importantes que usan zapatos anchos u ortopédicos y no se operan, y por el contrario existen juanetes poco deformados –pero dolorosos– y el paciente opta por corregirlos para mejorar su calidad de vida.

¿En qué consiste la intervención quirúrgica?

Existen muchas técnicas quirúrgicas, indicando una u otra según la deformidad que tiene el paciente, sus ángulos y la necesidad de corregir más o menos. Lo primero que se realiza es la exéresis (extirpación) de la mencionada protuberancia. Luego se eliminan las fuerzas deformantes laterales de las partes blandas (retracción de cápsula externa, tendón abductor y ligamentos entre metacarpo y huesos sesamoideos). A partir de ahí se realizan cortes en los huesos para corregir y realinear, sujetando estos cortes en la mayoría de los casos con material de osteosíntesis (tornillos, grapas…). 

Más que complicada, la recuperación de la cirugía de juanetes es larga

¿La recuperación es complicada?

Más que complicada, es larga. Inicialmente se necesita, como en cualquier cirugía, desinflamar el pie con antiinflamatorios, frío local y manteniéndolo en alto. Hay que realizar reposo relativo, aunque podemos desplazarnos con un zapato ortopédico específico de manera que descargamos el antepié (donde hemos operado) ayudados por dos muletas durante un periodo de mes y medio. Además, a mí me gusta dejar el pie vendado durante tres o cuatro semanas. Al mes y medio retiramos el zapato ortopédico e iniciamos carga progresiva de antepié, que puede complementarse con rehabilitación o con masajes de drenaje y movilización progresiva domiciliaria, prolongándose este periodo de convalecencia entre uno y tres meses más.

¿La cirugía va a resolver definitivamente el problema o la deformidad puede reproducirse?

La cirugía suele resolver el problema, pero existen factores que pueden predisponer a que recidive: en primer lugar se deben corregir al máximo las fuerzas deformantes para realinear el hueso lo mejor que podamos. Por otra parte, debemos de tener en cuenta la existencia de pies pronadores o articulaciones proximales al juanete, como la cuneo-metatarsal en varo, que ejercerán fuerzas redeformantes, para informar al paciente y actuar en consecuencia sobre ellas desde el punto de vista ortopédico (plantillas) o quirúrgico coadyuvante (en calcáneo o en la primera cuña). Con todo lo descrito se intenta minimizar el riesgo de recidiva.

La cirugía suele resolver el problema, pero hay que tomar medidas para evitar el riesgo de recidiva

¿Hay nuevas técnicas quirúrgicas para abordar este problema?

No es cuestión de nuevas técnicas para evitar la recidiva sino, como menciono previamente, de tener en cuenta todos los factores que pueden actuar en la deformidad del dedo gordo y actuar en consecuencia, a veces a través de distintas localizaciones.