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Carlota Íñiguez, reumatóloga: «Hay que buscar activamente la osteoporosis antes de encontrarla por su primera fractura»

  • La osteoporosis es una enfermedad silente. No produce síntomas hasta que se presenta una rotura ósea, por eso es necesario ir por delante, tal y como señala la doctora Carlota Íñiguez, reumatóloga

Una de las fracturas con las que se puede encontrar el paciente es la de cadera, una lesión grave que muchas veces acarrea complicaciones que incluso llegan a poner en riesgo la vida. La doctora Carlota Íñiguez Ubiaga, reumatóloga del hospital Ribera Polusa, señala que, dado que la fractura de cadera se asocia a una alta morbimortalidad en personas mayores, «es fundamental la búsqueda activa de la enfermedad, que nos permita anticiparnos a este desenlace».

El deterioro óseo

La osteoporosis es una enfermedad caracterizada por la baja masa ósea y el deterioro microestructural de ese tejido, lo que lleva a una mayor fragilidad ósea y al consiguiente incremento del riesgo de fractura. Tal y como explica la reumatóloga lucense, «la osteoporosis es una enfermedad silente, no produce síntomas hasta la aparición de una fractura tras un traumatismo menor, que en condiciones normales no provocaría daños. Las más frecuentes son las vertebrales, de cadera y muñeca».
Sobre la fractura de cadera, matiza que «esta se asocia a una alta morbimortalidad en personas ancianas, lo que hace fundamental la búsqueda activa de la enfermedad, que nos permita anticiparnos a este desenlace, ya que además la aparición de la primera fractura aumenta la posibilidad de sufrir sucesivas roturas, sobre todo si la primera fue vertebral».

Cuando hay una primera fractura por osteoporosis, especialmente si fue vertebral, esto aumenta la posibilidad de sufrir sucesivas roturas

Mujeres, las grandes damnificadas

La osteoporosis sigue siendo una enfermedad infradiagnosticada e infratratada en ambos géneros. Sin embargo, «su aparición es más frecuente en mujeres después de la menopausia, por los cambios hormonales que se producen, pudiendo afectar hasta al 21% de la población femenina de entre 50 y 84 años», apunta.

La especialista señala que «alcanzamos el pico máximo de masa ósea en torno a los 30-35 años. Hasta los 40, mantenemos la masa obtenida, y a partir de ese momento comienza una pérdida progresiva. En el caso de las mujeres, con el cambio hormonal y la caída estrogénica que provoca la menopausia, este descenso es más marcado».

Hábitos saludables, la mejor medida preventiva 

La prevención de esta patología se basa en modificar los hábitos poco saludables que actúan como factores de riesgo. Como subraya la doctora Íñiguez, «no todos los pacientes necesitan inicialmente tratamiento farmacológico, pero todos se pueden beneficiar de los cambios no farmacológicos».

Ella explica que «realizar ejercicio de forma habitual adaptado a las condiciones físicas del individuo, asegurar una ingesta diaria de calcio (en la dieta o con suplementación), mantener unos niveles adecuados de vitamina D y dejar de fumar y de beber alcohol son pilares fundamentales».

Alcanzamos el pico de masa ósea en torno a los 30-35 años. Hasta los 40 la mantenemos y, a partir de ese momento, hay una pérdida progresiva


Para los casos más severos, con un elevado riesgo de fractura, «hay disponibles en el mercado varios tipos de terapias. Son principalmente dos grupos: antirresortivos y fármacos anabólicos. Los primeros disminuyen la resorción ósea, es decir, la pérdida; y los segundos favorecen la formación. También hay fármacos que combinan ambos mecanismos. Además, cuando hay fracturas se aplican medidas quirúrgicas y ortopédicas», añade.

Sobre la recomendación de realizar ejercicios de fuerza para prevenir la osteoporosis, la doctora Íñiguez Ubiaga apunta que «es recomendable, pero siempre adaptando la actividad a las condiciones físicas propias de cada individuo. El ejercicio de fuerza estimula el remodelado óseo, favoreciendo la adaptación de las necesidades mecánicas, lo que evita la acumulación de microfracturas de estrés y mantiene el correcto funcionamiento del metabolismo del calcio».

Además de a nivel óseo, el ejercicio de fuerza «tiene un beneficio a nivel muscular, mejora el equilibrio (y así se evitan caídas) e implica un beneficio a nivel mental, actuando sobre el estado de ánimo, lo que va a hacer que se incorporen estos cambios paulatinamente dentro de la rutina diaria», añade. En aquellos pacientes que no hayan practicado este tipo de ejercicio con antelación «sería aconsejable que reciban la valoración de un especialista, que los oriente sobre sus necesidades para evitar la aparición de lesiones, pero nunca es tarde para empezar», concluye.