Noticia publicada por El Progreso
- No se puede entender la medicina moderna sin las pruebas de imagen, imprescindibles para lograr un diagnóstico preciso. La elección de una u otra depende de muchos factores, como la sintomatología, la enfermedad de la que se sospeche o el estado general del paciente.
El paciente puede sentirse perdido cuando le toca enfrentarse a toda una batería de pruebas antes de establecer el diagnóstico. TAC, resonancia, ecografía con o sin contraste… el doctor Manuel Lauda Corchón, responsable del área de radiodiagnóstico de Ribera Polusa, explica en qué caso está indicada cada una de ellas, sus ventajas y las posibles contraindicaciones.
Mamografía convencional
La mamografía es una prueba no invasiva, reproducible y estandarizada para el diagnóstico y screening de la patología mamaria. Resulta básica en la detección precoz del cáncer de mama.
Se realiza en un aparato llamado mamógrafo, en dos proyecciones básicas, y la única molestia evidente para la paciente es que es necesario comprimir la mama para expandir el tejido mamario, ya que así resulta más fácil detectar las eventuales lesiones. Actualmente, los mamógrafos de mejor calidad son los digitales, que mejoran la calidad de la imagen, reduciendo el riesgo de tener que repetir la prueba o de realizar proyecciones adicionales.
Mamografía con contraste
Esta técnica relativamente novedosa resulta mínimamente invasiva. Consiste en la introducción de un contraste yodado intravenoso previo a la realización de una mamografía ordinaria, aportando de este modo información adicional a la prueba, ya que se basa en el principio de que los tumores mamarios se hallan altamente vascularizados, por lo que se perciben como una ‘bombilla’ tras administrar el contraste.
Es una técnica especialmente útil en la evaluación de mamas muy densas, donde la mamografía convencional presenta una baja rentabilidad diagnóstica en la detección de lesiones (sería, valga el símil, como intentar visualizar un gato negro en el interior de un túnel, donde lo mejor sería colgarle un collar de luces led).
También se indica en pacientes que no toleran pruebas más específicas, como la resonancia (claustrofobia, marcapasos, etc.) o en la evaluación de mamas postoperadas con clips metálicos de marcaje, ya que estos limitan la valoración de la resonancia. La utilización de rayos x de alta energía hace de ella una prueba muy sensible.
Tomosíntesis
Los mamógrafos avanzados de última generación incorporan esta técnica, que consiste en obtener mediante un barrido ‘en arco’ de toda la mama numerosos planos adquiridos en distintos ángulos, generando así unos datos con los que se puede crear una imagen tridimensional de la mama de gran calidad. Esta técnica aumenta la sensibilidad de la mamografía convencional a la hora de detectar lesiones, especialmente en las mamas más densas. También es una técnica más sensible para detectar lesiones de menor tamaño.
«La tomosíntesis hace un barrido ‘en arco’ de toda la mama para obtener numerosos planos en distintos ángulos. Así se logra un mapa de la mama de gran calidad«
Ecografía mamaria
Esta y la mamografía convencional son las pruebas estándar en la valoración inicial de la patología mamaria. También completa el screening mamario de detección precoz del cáncer de mama.
Tiene la ventaja de que no radia y es fácilmente reproducible, siendo muy útil en la valoración de mamas densas o fibrosas a la exploración. En muchos aspectos no puede sustituir a la mamografía convencional, por lo que en la mayoría de los casos ambas pruebas son complementarias.
Densitometría ósea
Es una prueba diagnóstica basada en un haz de rayos X de baja densidad, que permite valorar el grado de mineralización ósea midiéndolo en el fémur o en la columna lumbar baja y, en algunos aparatos, en huesos periféricos como antebrazo, muñeca o talón, basándose en ocasiones en técnica de ultrasonidos.
Es útil para estimar el riesgo de fracturas en pacientes con mayor riesgo, con factores predisponentes (osteoporosis, tabaquismo, tratamientos crónicos esteroideos, alteraciones metabólicas, etc.).
Radiografía convencional
La radiografía convencional es la técnica básica y más extendida en los servicios de radiodiagnóstico. Esta permite una primera aproximación diagnóstica en la evaluación de múltiples patologías. Por ejemplo, resulta básica en la valoración inicial y seguimiento de patología torácica, en traumatología y patología ósea en general.
En ocasiones se combina con la administración de contraste yodado intravenoso para obtener estudios más específicos en determinados campos diagnósticos (por ejemplo, estudios urológicos como la urografía intravenosa). También la podemos complementar con la administración de contraste intracavitario, para diagnóstico de otras patologías específicas (estudios digestivos como la colangiografía o el tránsito intestinal baritado; estudios de fertilidad como la histerosalpingografía, etc.). Es la técnica radiológica diagnóstica más antigua y, aún en nuestros días, resulta insustituible.
Ecografía general
Esta técnica está muy difundida debido a sus numerosas virtudes, ya que es barata, fácilmente reproducible y no radia, por lo que se ha convertido en básica para la valoración diagnóstica inicial en campos como digestivo, urología, etc. Muchas veces se usa de forma complementaria a la radiología convencional en la valoración de patología traumática o en reumatología y ortopedia.
Su principal desventaja es que es una técnica que depende del profesional que la realiza, de forma que su rentabilidad diagnóstica y resultados se hallan fuertemente ligados a la pericia y experiencia del ecografista.
«Los TAC de última generación han reducido la dosis de radiación. Muchas veces se administra un contraste para aumentar la resolución diagnóstica.»
Tomografía axial computerizada (TAC)
Es una técnica de diagnóstico avanzado, basada en el uso de rayos X. Los aparatos de última generación logran procesar imágenes tridimensionales de grandes volúmenes corporales, con una dosis de radiación aceptable, constituyéndose en una herramienta diagnóstica de gran valor.
Frecuentemente se combina con la administración de contraste yodado intravenoso y/o endocavitario, para aumentar la resolución diagnóstica en los tejidos. Puede considerarse un método diagnóstico avanzado y complementario a la RMN, cada uno con sus ventajas e inconvenientes.
Resonancia magnética nuclear (RMN)
Esta es, junto con el TAC, la otra técnica principal de diagnóstico avanzado. Se basa en la detección de los cambios de energía que sufren los tejidos cuando se someten a un campo magnético de gradiente variable, registrándose así unos datos que se envían a un ordenador, que transforma en imágenes diagnósticas corporales de gran calidad y definición.
Ocasionalmente, la RMA se combina con la administración de contraste intravenoso. En este caso tiene como base el gadolinio (en general, resulta mejor tolerado que el yodado), para mejorar la discriminación tisular.
Muestra una serie de ventajas con respecto al TAC en cuanto a que presenta una mayor discriminación tisular y no radia. Resulta especialmente útil para estudios vasculares en caso de contraindicación a la administración de contrastes yodados o del propio gadolinio (por ejemplo, en insuficiencia renal).
Sin embargo, también tiene inconvenientes, como ser una técnica más sensible a los artefactos (tanto de movimiento como por su efecto ferromagnético con los metales); puede generar intolerancia por claustrofobia, precisando incluso la sedación del paciente, y es, comparativamente con el TAC, más cara y tiene menor difusión en los centros.
Es la técnica ‘princeps’ en el diagnóstico de la patología del sistema nervioso central, de la patología biliopancreática y hepática, así como en el estudio de numerosos órganos en traumatología, ortopedia y reumatología (patología de rodilla, de hombro, etc.), o en la evaluación de la patología de la columna vertebral.