Peligro: Aunque lo vistas de seda, tabaco se queda

El uso humano de sustancias por vía inhalatoria se remonta al origen de la civilización. En los últimos años estamos asistiendo a diferentes formas emergentes de consumo de nicotina, algunas recuperadas de antiguas tradiciones (pipa de agua, tabaco de liar…) y otras han surgido de novo de la mano de las últimas tecnologías.

Las estrategias de control del tabaquismo, han provocado la aparición de estos nuevos dispositivos, los cigarrillos electrónicos y los sistemas HnB: Heat Not Burn.

Los cigarrillos electrónicos se engloban dentro de los denominados “sistemas electrónicos de administración de nicotina”. Este dispositivo consta de un cargador, que contiene un líquido (e-liquid) con o sin nicotina, propilenglicol, glicerina vegetal y ciertos saborizantes;  una batería que al entrar en funcionamiento calienta el líquido, y un atomizador que transforma el líquido en aerosol.

Su uso se ha extendido por todo el mundo, los datos de la última Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanza Secundaria  en España (USTEDES 2016), reflejan que el 20.1% de los alumnos ha utilizado en alguna ocasión el cigarrillo electrónico y el 21% de los usuarios nunca había fumado previamente. Podría tratarse de la puerta de entrada de inicio al consumo de cigarrillos manufacturados entre los jóvenes.

La acción del calor descompone el e-liquid en algunos de sus elementos, dependiendo del contenido inicial, la temperatura alcanzada, el diseño del dispositivo o la forma de inhalación. Como consecuencia de su uso, se han detectado en las vías respiratorias sustancias reconocidas como carcinógenos humanos (acetaldehídos, formaldehídos, acroleína, compuestos carbonílicos o incluso bencenos). Aunque  la exposición tóxica con el cigarrillo electrónico es inferior a la del cigarrillo convencional, los efectos a largo plazo de su consumo activo o pasivo son inciertos y no pueden considerarse dispositivos seguros e inocuos.

Tampoco hay evidencia que avale la superioridad del cigarrillo electrónico como herramienta para dejar de fumar respecto a los tratamientos disponibles en la actualidad.

Los dipositivos  HnB: Heat Not Burn, comenzaron a comercializarse en 2013, el modelo IQOS ® (I Quit Ordinary Smoking) llegó a España en 2016.

Se trata de un dispositivo que calienta el tabaco, junto con glicerina vegetal a una temperatura de 300-350ºC sin alcanzar la combustión, obteniéndose vapor con menos sustancias tóxicas. Sin embargo se ha demostrado la emisión de componentes orgánicos volátiles, hidrocarburos policíclicos aromáticos y monóxido de carbono, por tanto no se trata de un dispositivo inocuo para la salud.

No hay ninguna evidencia que estos dispositivos sean útiles para el abandono del tabaco y la experiencia observada en algunos países muestra que los usuarios de IQOS ® se convierten en fumadores duales de cigarrillo electrónico y cigarrillo convencional. 

Todas estas formas de consumo tienen características comunes que los hacen especialmente peligrosos.  Los dispositivos modernos y atractivos, su supuesta inocuidad y el hecho de estar fuera de la legislación de los productos del tabaco inducen al inicio del consumo de estas nuevas formas de fumar, especialmente entre los jóvenes.

Dra Ana Camarasa, responsable de la Unidad de Deshabituación Tabáquica del Hospital del Vinalopó.

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