Hoy, Día Mundial contra el Cáncer de Mama, se pone a nuestro alcance todo tipo de información sobre esta enfermedad y su prevención, sobre los últimos avances en investigación y tratamientos y los buenos resultados que está dando la medicina de precisión, los equipos súperespecializados como los del Área de la Mama del grupo sanitario Ribera, y los tratamientos personalizados para las pacientes. Además, los porcentajes de recuperación son cada vez más altos, así como de una muy buena calidad de vida de las pacientes, apenas un año después del tratamiento. Sin embargo, en la entrada al blog de salud de salud de hoy vamos a hablar de algo muy concreto en torno a esta enfermedad, aunque no solo aplica a las mujeres con cáncer de mama, sino a todos los enfermos de cáncer en general: cuáles son los efectos secundarios más habituales de la quimioterapia y cómo abordarlos.
Pero, antes de nada, la pregunta que nos hacemos todos es ¿por qué la quimioterapia provoca efectos secundarios si es una medicación para curar? La American Cancer Society explica que la causa de los efectos secundarios es el daño ocasionado por la medicación de la quimioterapia a las células sanas, porque al administrarse por todo el cuerpo, no solo ataca a las células cancerígenas, que se multiplican muy rápido. También a las sanas.
Y ¿por qué algunos de los efectos secundarios son tan habituales en los pacientes con tratamiento de quimioterapia? Hablamos por ejemplo de la caída del pelo, los problemas de estómago o apetito o la falta de defensas. Porque las células normales que son más propensas a ser afectadas por la quimioterapia son las que producen sangre en la médula ósea, las de los folículos pilosos (raíces del pelo) y las células en la boca, tracto digestivo y órganos del sistema reproductor.
Los profesionales del grupo sanitario Ribera nos dan algunos trucos para minimizar las consecuencias de la medicación y de la propia enfermedad. Recuerdan, además, que “salvo casos muy concretos, la mayoría de los efectos secundarios de la quimioterapia suelen aparecer a los 2-3 días de recibir el ciclo”.
- Para paliar las náuseas y vómitos, el efecto secundario más habitual de la quimio, además de la medicación que pautará el oncólogo, los profesionales recomiendan:
- Llevar ropa cómoda el mayor tiempo posible
- No ingerir comidas muy condimentadas ni calientes
- Evitar entrar en la cocina en momentos de elaboración de la comida, con productos crudos.
- Para controlar la diarrea en la quimio, que se produce porque es habitual la alteración de la mucosa del intestino:
- Tener prevista dieta astringente a base de arroz, evitando la fibra
- Tomar verduras cocidas y fruta
- Reducir los lácteos
- Para controlar el estreñimiento:
- Aumentar el consumo de fibra
- Incrementar la actividad física
- Facilitar la regularidad al ir al baño, planificando las horas.
- No ir al baño con prisa.
- Para frenar la mucositis, el enrojecimiento que se produce en las mucosas y que puede llegar a provocar llagas en boca, garganta y tracto digestivo.
- Es importante llevar una buena higiene bucal, utilizar colutorio y recurrir a enjuagues específicos si notamos un empeoramiento, a pesar de llevar una buena higiene bucal.
- Beber líquido abundante, sobre todo agua.
- Tomar alimentos blandos y fáciles de digerir.
- Para combatir la sequedad en la boca, lasensación de sed y las fisuras en las comisuras de los labios, provocadas por esa resecación:
- Tomar infusiones frescas de aloe vera, tomillo etc
- Evitar alimentos salados que acentúan esa sensación y, además, pueden escocer
- Para mitigar la alteración del gusto y olfato:
- Tomar carnes blancas en lugar de rojas, por el saber metálico que estas últimas producen.
- Consumir zumos y caldos al gusto, que aportan nutrientes.
- Evitar salsas fuertes y alimentos muy condimentados…
Por último, los profesionales del grupo sanitario Ribera recuerdan que la pérdida de apetito es otro efecto secundario general. “En ocasiones se debe a la medicación o los efectos secundarios del tratamiento determinados días, pero no siempre es así”, aseguran. A veces, la razón de la falta de apetito es el estado anímico de la paciente, ya que las comidas en muchas culturas tienen un componente de socialización importante que, en determinados momentos de la enfermedad, la paciente no tiene mucho interés en fomentar. Para ayudar a las pacientes con esta sensación de “desgana”, los profesionales recomiendan hacerles partícipes de los eventos, facilitando la adaptación del menú a sus gustos, necesidades y estado de salud. Ponerlo fácil siempre ayuda. Sonreír, ayudar y “estar”, también.
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