Aunque la ansiedad es una condición innata del ser humano,cuando ésta nos impide vivir de forma normalizada, debe controlarse y abordarse de forma terapéutica. Es lo que ocurre con los ataques de pánico que sufren las personas que tienen, por ejemplo, Agorafobia. Nuestros compañeros especialistas de Salud Mental te explican en este artículo cómo se producen los ataques de pánico y cómo afrontarlos.
La ansiedad es una respuesta innata de nuestra especie, que tiene como misión la supervivencia. Cada vez que nos encontramos en peligro, el circuito de la ansiedad se dispara haciendo que reaccionemos de la forma más eficaz para sobrevivir; por ejemplo, si vamos conduciendo por una carretera, disparamos el programa de ansiedad cuando se crea una situación de peligro inminente que podría acabar en accidente; la ansiedad nos ayuda a reaccionar mejor y con más rapidez. Esto también sucede cuando nos encontramos en situaciones ante las que no estamos demasiado familiarizados y que exigen que nos comportemos de una forma especial, como hablar en público, hacer un examen, etc.
La ansiedad es parte de nuestro ser y nos ayuda a vivir mejor, pudiendo ser nuestra mejor aliada en situaciones difíciles; sin embargo, también puede ocurrir que esta potencial aliada nos traicione; esto podría ocurrir en dos tipos de circunstancias. La primera sería cuando la ansiedad aparece ante situaciones totalmente inocuas, que no suponen ningún tipo de riesgo o amenaza (o al menos, la probabilidad de peligro es bastante baja), como subir a un ascensor, viajar en avión… Y la segunda, aparece cuando sí que hay algo en juego y necesitamos actuar de forma especial, pero la ansiedad es desproporcionada, por ejemplo, un examen importante.
Podemos hablar de problemas de ansiedad cuando se siente mucha ansiedad ante situaciones en las que la mayoría de las personas no se ponen ansiosas, o cuando se experimenta un grado extremo de ansiedad en situaciones donde la mayoría de la gente se sentiría solo moderadamente ansiosa.
Un ataque de pánico o crisis de ansiedad, es una súbita aparición de gran cantidad de ansiedad. Se teme que ocurran desgracias muy dramáticas y personales, como morir, tener un ataque al corazón, volverse loco, perder el control…; simultáneamente a estos pensamientos, el sujeto nota sensaciones fisiológicas tan desagradables como taquicardia, dolor, pinchazos o tensión en el pecho, sensación de ahogo y cambios en el ritmo respiratorio, mareo, visión borrosa… En estas condiciones, la persona quiere librarse del malestar y su reacción será buscar ayuda y seguridad, ir a Urgencias o hablar con médicos, distraerse, o cualquier otra conducta que corte o reduzca la crisis.
Tener un ataque de pánico es una experiencia normal para la mayor parte de la población. Los estudios demuestran que, aproximadamente, un 20% de la población general ha sufrido, al menos, un ataque de pánico a lo largo de su vida. Por lo tanto, tener un ataque de pánico aislado no es un trastorno psicológico.
Sin embargo, si a partir de esa primera experiencia, los ataques de pánico se repiten con cierta frecuencia y/o hay un miedo claro y persistente a tenerlos, entonces podemos hablar de “trastorno de pánico”.
Una gran proporción de las personas que sufren este trastono, y debido al intenso miedo a sufrir una nueva crisis, evita situaciones donde pueda ser difícil o socialmente embarazoso conseguir ayuda y/o escapar. En estos casos, hablamos también de agorafobia: estas personas evitan sistemáticamente afrontar tales situaciones, y en caso de hacerlo, tienden a escapar volviendo a un sitio seguro. Como consecuencia de ello, su vida puede quedar fuertemente limitada.
¿Cómo podemos manejar la agorafobia?
Podemos agrupar las herramientas de “afrontamiento del pánico” en tres bloques:
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Técnicas de autocontrol para los síntomas fisiológicos
Técnicas de relajación-respiración: la relajación es un estado fisiológico contrario a la ansiedad y a cualquier otro estado emocional negativo. De todos los métodos útiles de relajación, la Relajación Muscular Profunda es la más aconsejada, por su facilidad a la hora de entrenarla, por su accesibilidad en momentos de alta ansiedad y por su probado valor científico.
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Técnicas de control cognitivo (pensamientos catastróficos)
Se afirma que, en realidad, lo que nos perturba no son las cosas que nos ocurren sino cómo interpretamos aquellos que nos pasa. Esto explica por qué, ante una misma situación, cada persona reacciona de forma diferente o, incluso, la misma persona si se enfrentara a la misma situación en otra ocasión, podría reaccionar de forma distinta en base a lo que piensa cada vez. Por ejemplo, seguro que te ha sucedido algo parecido a esto: vas por la calle pensando y te cruzas con un buen amigo que, sorprendentemente, parece no reconocerte y, por lo tanto, no te saluda. ¿Cómo te sientes? ¿Enfadado? ¿Triste? Examina lo que pensaste. Si te sentiste enfadado, probablemente pensaste algo como “¿cómo se atreve? Se cree superior…”. Si te sientes triste o apenado, es posible que pensaras “seguro que he hecho algo negativo que le ha ofendido; siempre meto la pata…”. Si solo te sentiste sorprendido, los pensamientos probablemente fueron “oye, ¿pero cómo no me salud? Ah, claro, va muy ocupado con sus hijos y no me ha visto…”.
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Técnicas de exposición (para las conductas)
Es muy importante recordar que la principal causa de que tu problema de pánico-agorafobia se mantenga es la imposibilidad de afrontar las sensaciones-situaciones temidas hasta comprobar que no hay peligro y que no va a ocurrir lo que temes.
La terapia de exposición consiste en afrontar voluntariamente las sensaciones física temidas (porque hemos dichos que no son peligrosas, aunque sí molestas) y las situaciones evitadas, permaneciendo en ellas tanto tiempo como necesites para que desaparezca tu malestar y compruebes que no son sensaciones totalmente inocuas.