Microbiota intestinal: ¿mito o realidad?

En los últimos años, la microbiota intestinal se ha convertido en protagonista de titulares, suplementos nutricionales, consejos de influencers y hasta conversaciones cotidianas. Para algunos, parece la clave para casi cualquier malestar; para otros, no es más que una moda más en salud. Pero ¿qué hay realmente detrás de todo esto? ¿Hasta qué punto es cierto que la microbiota influye en nuestro bienestar? En la entrada al blog de salud de hoy del grupo sanitario Ribera repasamos qué es la microbiota, qué hace por nosotros, qué ocurre cuando se desequilibra y qué recomiendan los especialistas para cuidar la microbiota.

Qué es la microbiota

La microbiota intestinal es el conjunto de microorganismos —principalmente bacterias— que habitan en nuestro intestino. Aunque pueda sonar extraño, convivimos con billones de ellas, y lejos de ser perjudiciales, cumplen funciones esenciales en nuestro organismo.

Entre sus tareas principales se encuentran:

  • Participar en la digestión de alimentos.
  • Ayudar en la síntesis de vitaminas.
  • Colaborar en la regulación del sistema inmunitario.
  • Contribuir al correcto funcionamiento de la barrera intestinal.
  • Participar en el conocido eje intestino-cerebro, que conecta el sistema digestivo con el sistema nervioso.

La conexión emocional no es menor. Como señala la doctora Teresa Lajo, responsable del Servicio de Endocrinología del Hospital Universitario de Torrejón, “el nervio vago, la relación intestino-cerebro es una relación bidireccional: en la cabeza influye muchísimo el estado de la microbiota y viceversa”

Cuando la microbiota se desequilibra: más que molestias digestivas

Un desequilibrio de la microbiota —lo que se conoce como disbiosis— puede producir síntomas digestivos bien conocidos: gases, diarrea, estreñimiento o hinchazón abdominal. Sin embargo, en consulta se observa que los efectos pueden ir más allá del intestino.

En la unidad de trastornos funcionales digestivos y nutrición clínica del Hospital Universitario de Torrejón, la doctora Lajo y su equipo estudian estos casos mediante el test de SIBO (sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado), una prueba no invasiva basada en aire espirado.

Algunos pacientes llegan por otros motivos —diabetes que no responde a ciertos tratamientos, hipotiroidismo mal controlado, obesidad resistente a dieta— y finalmente se descubre que un SIBO estaba impactando en su salud global. “Muchos pacientes vienen con síntomas dermatológicos, como urticarias, trastornos mentales, astenia, caída de pelo, osteoporosis, y realmente la raíz es un sobrecrecimiento bacteriano que les producía esos síntomas”, explica la especialista

Es decir, el equilibrio de la microbiota parece tener un papel más amplio del que tradicionalmente se pensaba. No es magia, es fisiología.

Por qué se altera la microbiota

Hay diversos factores que pueden provocar una disbiosis o un sobrecrecimiento bacteriano:

  • Uso repetido o incorrecto de antibióticos.
  • Dietas ricas en azúcares o exceso de proteínas.
  • Infecciones intestinales previas.
  • Enfermedades metabólicas o endocrinas.
  • Estrés mantenido.

Según la doctora Lajo, el SIBO es “una patología que suele aparecer tras la ingesta de antibióticos, por una mala alimentación o por una infección intestinal ,entre otras causas”.

¿Se puede “reparar” la microbiota?

Sí, pero no existe una única estrategia válida para todos. La microbiota es tan particular como una huella digital.

En el caso del SIBO, el tratamiento suele ser un proceso estructurado en tres fases, tal como explica la doctora Lajo: Limpiar, abonar y sembrar.

El abordaje combina:

  • Medicación (antibióticos específicos cuando procede).
  • Uso correcto de prebióticos y probióticos, en el momento adecuado.
  • Cambios nutricionales personalizados.
  • Ajustes en los hábitos de vida.
  • En algunos casos, el uso de extractos herbales con propiedades antimicrobianas.

Lo importante es evitar soluciones improvisadas, ya que “muchas veces se recetan probióticos directamente sin haber restablecido la mucosa intestinal”, algo que puede disminuir la eficacia del tratamiento.

Consejos básicos para cuidar tu microbiota

Aunque cada caso es distinto, hay recomendaciones generales que ayudan a mantener una microbiota sana:

1. Alimentación rica en fibra

Verduras, frutas, legumbres, cereales integrales etc… La fibra es el alimento favorito de las bacterias beneficiosas.

2. Reducir azúcares y ultraprocesados

Una dieta alta en azúcares simples favorece el crecimiento de bacterias no deseadas.

3. Introducir alimentos fermentados

Kéfir, yogur natural, kimchi, chucrut o kombucha pueden contribuir a la diversidad microbiana.

4. Dormir y gestionar el estrés

El eje intestino-cerebro implica que el bienestar emocional afecta directamente a la microbiota.

5. Evitar la automedicación con antibióticos

Solo deben tomarse cuando sean realmente necesarios.

6. No tomar probióticos “por si acaso”

Siempre deben ajustarse al problema concreto y a las fases del tratamiento, como recuerdan los especialistas del Hospital Universitario de Torrejón.

7. Actividad física regular

El ejercicio moderado se asocia con mayor diversidad microbiana.

Entonces, ¿la microbiota es un mito o una realidad?

La microbiota no es una moda, pero sí es cierto que el discurso popular la ha simplificado, en ocasiones, hasta el extremo. No cura todo, no es un remedio milagroso y no todos los problemas digestivos tienen su origen en ella.

Sin embargo, los profesionales que trabajan a diario con pacientes —como la unidad del Hospital Universitario de Torrejón— confirman que su papel en la salud digestiva, metabólica y emocional es significativo y real.

Cuidarla importa. Pero hacerlo bien, con criterio médico y sin caer en soluciones rápidas, importa aún más.

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