Las leyendas del Modelo Alzira (3) “Sobre una gestión de Recursos Humanos basada en la precariedad laboral y los criterios económicos”

Terminamos un año y empezamos otro nuevo con dos noticias, en el entorno del modelo sanitario público privado que nos ocupa, que aun refiriéndose a distintos departamentos de salud, tienen un denominador común: la política de personal, las condiciones laborales y la imposición de criterios economicistas sobre asistenciales que presuntamente sufren los profesionales que trabajan en el Modelo Alzira, y que tiene como resultado una “política del terror” que ha provocado numerosos despidos y recortes en los últimos años que han sido sufragados por las arcas públicas.

Veamos con ejemplos concretos a qué nos referimos:

Médicos de urgencias toman ansiolíticos y antidepresivos por la «presión laboral» 

EL PSOE denuncia despidos de castigo en el Hospital del Vinalopó

Evidentemente, no es un tema nuevo. Los detractores del modelo sanitario público privado llevan 16 años alarmando sobre una inexistente precariedad laboral, atacando injustamente un modelo de recursos humanos que pone en evidencia una de las principales áreas de mejora que tiene el sistema sanitario público tradicional: la gestión de las personas. Y es que según estas teorías conspiratorias, el modelo concesional se sustenta en unos ratios de personal infrahumanos, unas condiciones laborales tercermundistas junto a unos salarios que rozan la explotación, y todo ello, como no, obligando a una presunta mala praxis profesional – aquella que asegura que en las concesiones público privadas se anteponen los beneficios de la empresa a la salud de los ciudadanos.

Por todo ello, dedicamos esta tercera entrega del serial “leyendas urbanas del Modelo Alzira” a la gestión de los Recursos Humanos de Ribera Salud, uno de los pilares básicos de nuestro modelo, un sistema que apuesta por la formación, por la incentivación, carrera y desarrollo profesional. Con ello pretendemos que nuestros profesionales se sientan orgullosos de formar parte de este equipo y que su bienestar se traduzca en la prestación de la mejor asistencia sanitaria, todo ello en beneficio del paciente. Porque si no contamos con profesionales implicados, que crean en nuestra forma de trabajar y que compartan nuestra visión de lo que debe ser un asistencia sanitaria moderna y eficiente, acorde al siglo XXI, difícilmente podremos ofrecer un servicio excelente. Y una de las ventajas de nuestro modelo de gestión respecto al sistema público tradicional, es que podemos premiar al que mejor trabaja, con incentivos vinculados a resultados en salud de la población, no tratando igual al desigual.

Ya hemos hablado de esto y de la necesidad de favorecer la motivación de aquellos profesionales que aportan mayor valor al sistema y que ven así reconocido su esfuerzo. Y por ello, consideramos que la pasividad ante determinados comportamientos de un profesional, sí que es un coste para las arcas públicas que están pagando el salario de esos malos profesionales, un coste para sus compañeros que tienen que asumir sus tareas y sobre todo es un coste en calidad que perjudica al paciente. Porque, ¿es ético mantener en su puesto a un profesional que descuida su trabajo?, ¿que no cumple su horario laboral en el hospital público porque le esperan en su consulta privada?, ¿a un profesional que no trata adecuadamente a los pacientes o a quién incumple normas básicas, por ejemplo, de higiene?

Quienes nos acusan de haber despedido a 41 profesionales en los últimos 4 años, deberían conocer que los motivos de despidos disciplinarios son variados y vienen tipificados en la normativa laboral; deberían hablar también de los más de 1.000 puestos de empleo estable que hemos creado solo en la provincia de Alicante en este mismo período de tiempo, o de los convenios colectivos que se han alcanzado en estos 4 años con la aprobación de la mayoría de los representantes sindicales de los trabajadores. Y deberían exponer también de como en esta época de crisis, mientras se eliminaban pagas extras y se reducían salarios en la sanidad pública tradicional, Ribera Salud no ha congelado ni reducido los salarios a sus profesionales. Entonces, ¿quién precariza el empleo?

Nuestro modelo defiende justo reconocimiento de los méritos acumulados a partir de una base de igualdad de oportunidades. Y las encuestas periódicas de clima interno, refrendan el compromiso de los profesionales con nuestra forma de trabajar y los propios profesionales lo han defendido así públicamente cuando se han visto atacados.

El modelo concesional de Ribera Salud ofrece empleo estable a más de 6.000 profesionales formados y cualificados y en las que el porcentaje de contratos indefinidos está situado en un 93%, siendo una de las empresas que más empleo y más empleo estable ha generado en la Comunidad Valenciana en los últimos años. Y los indicadores de calidad se encuentran muy por encima de la media de hospitales públicos. Quienes consideran que “se priorizan los criterios económicos sobre los asistenciales” sencillamente no nos conocen, ni conocen en que consiste el modelo público privado de Ribera Salud. Un modelo en el que el coste y la calidad no están reñidos, porque hacer las cosas bien, sin listas de espera, sin ineficiencias y con profesionales comprometidos es sinónimo de más salud para el ciudadano y menos coste para la administración. Esto, para nosotros, es calidad y eficiencia.