Un buen aporte de nutrientes a primera hora de la mañana ayuda a controlar los niveles de glucosa en sangre y de esta forma se evitan las subidas repentinas de la misma.
Tras horas de ayuno (desde la cena) el cuerpo necesita reponer las fuentes de energía. En el desayuno se aportan alimentos ricos en carbohidratos (azúcares) que provocan un aumento de la glucosa en sangre. Este aumento causa la secreción de la insulina y ésta permite el paso de la glucosa a las células para que puedan utilizarla como fuente de energía.
Si el cuerpo no recibe alimentos tras el ayuno de la noche, no recibirá esta energía por lo que se llevarán a cabo formas alternativas para utilizar energía de los depósitos de lípidos o aminoácidos (músculo). A largo plazo, si las células no reciben glucosa, estas modificaciones en el metabolismo pueden causar Diabetes tipo II.