Ira, depresión y estrés
Una revisión de estudios realizada por investigadores del Duke University Medical Center, de Durham, Carolina del Norte, ha demostrado una elevación del 19% en el riesgo de enfermedad coronaria en aquellas personas que conviven con la ira y la depresión. Además, el trabajo confirma que la depresión aumenta hasta tres veces el riesgo de muerte por motivos cardiacos.
El efecto perjudicial de la depresión o el estrés afecta especialmente a aquellas personas con más riesgo de tener un infarto. Entre ellas, aquellas con hipertensión arterial, hipercolesterolemia, diabetes, obesidad, vida sedentaria o que ya padecen una enfermedad cardiaca.
Las emociones negativas participan tanto en el desarrollo como en la progresión de la enfermedad cardiovascular, lo que aumenta el número de muertes de origen cardiovascular y de eventos cardiacos recurrentes. Por lo tanto, cuanta más ira y más depresión se sufre, mayor es el riesgo de padecer un episodio cardiaco y de morir por esta causa.
Hasta el momento la ira es, junto a la depresión, la emoción cuyos efectos en la salud cardiovascular se han estudiado más ampliamente.
La ira y la salud cardiovascular
Otro reciente estudio, publicado en Psicothema, hecho en más de 320 mujeres de entre 17 y 60 años, concluye que la ira mal controlada tiene un impacto negativo en la salud cardiovascular. Esto sucede por reprimirla en exceso (ira interiorizada o «ira-in») o por no saber canalizarla ni expresarla adecuadamente (ira exteriorizada o «ira-out»), como en la ira descontrolada.
Los mecanismos por los que las emociones negativas empeoran la salud cardiovascular no se conocen bien. Probablemente el aumento del sistema nervioso simpático y la mayor concentración en sangre de las catecolaminas (hormonas de estrés) sean las causas. Estas hormonas producen un aumento en la frecuencia cardiaca y la tensión arterial. También producen vasoconstricción o estrechamiento de los vasos arteriales, incluidos los coronarios. Otro de sus efectos es la liberación de factores favorecedores de formación de trombos, resultando en isquemia miocárdica e infarto.
En este contexto de daño cardíaco por excesiva activación del sistema simpático, secundaria a situaciones estresantes como la muerte de un familiar querido, se ha descrito una entidad particular conocida como «cardiopatía por estrés» o «síndrome de Takotsubo», que se describe como un infarto sin lesiones en las arterias coronarias, aunque inicialmente resulta indistinguible de un infarto agudo al miocardio.
Cómo tratarlas
Como consecuencia de las emociones negativas, los pacientes pueden presentar palpitaciones, dolor u opresión en el pecho, dificultad para respirar, incluso en casos extremos pérdida de conocimiento. Ante esta sintomatología es recomendable, sobre todo si es prolongada o persistente, acudir al médico.
Para manejar las emociones negativas y evitar sus efectos nocivos en la salud cardiovascular, las sociedades de cardiología recomiendan introducir cambios en el estilo de vida, para hacerla más saludable. La recomendación tradicional de llevar una dieta saludable, así como la práctica de ejercicio regular se asocian a un mayor bienestar mental y físico, al liberar unas hormonas distintas a las catecolaminas, conocidas como endorfinas.
Técnicas más específicas, como aquellas de autocontrol emocional (control de la respiración o técnicas de relajación), las de atención plena o las medidas farmacológicas, pueden requerir de apoyo por parte de un médico.
Ante situaciones de estrés, irá, tristeza, depresión, angustia, o miedo a la muerte debemos abordar la vida llevando una rutina saludable. Más aún si ya se padece algún factor de riesgo o cardiopatía.
Llevar una dieta saludable, así como realizar ejercicio adaptado a su circunstancia y conseguir la pérdida de peso, es fundamental para sentirse mejor, cambiar la manera de pensar y mejorar la salud, tanto a nivel psicoemocional como cardiovascular.