Cómo evolucionan los miomas en el embarazo (y otras etapas de la mujer)

Los miomas uterinos, también conocidos como fibromas, son tumores benignos del músculo del útero. Son bastante comunes y, aunque muchas veces no causan síntomas, en otros casos pueden provocar dolor pélvico, sangrado menstrual abundante, presión en la vejiga o el recto, molestias durante las relaciones sexuales o dificultades para concebir. En esta entrada al blog de salud del grupo sanitario Ribera, hablamos sobre los miomas, cómo se diagnostica y, sobre todo, cómo les afecta un embarazo. También abordaremos brevemente su evolución en otras etapas de la vida de la mujer, como la menopausia.

Cómo se diagnostican los miomas

Antes de entrar en materia, es importante identificar los síntomas, si los hubiera, pero sobre todo, diagnosticar esos miomas. Generalmente, los miomas se detectan durante una revisión ginecológica rutinaria mediante una ecografía transvaginal. En algunos casos, especialmente si se sospechan complicaciones o si se desea un estudio más detallado, puede recurrirse a técnicas como la resonancia magnética. Pero no es habitual. Lo más frecuente es el diagnóstico y el seguimiento de la evolución del mioma en las revisiones periódicas de la mujer.

Miomas y embarazo: ¿por qué pueden crecer?

Durante el embarazo, muchas mujeres descubren que tienen uno o varios miomas. En estos casos, es habitual que aumenten de tamaño, especialmente en el segundo trimestre. Esto se debe, principalmente, a dos factores:

  1. Aumento de los niveles hormonales, en especial el estrógeno y la progesterona, que estimulan el crecimiento de los miomas.
  2. Mayor flujo sanguíneo uterino, que también puede favorecer su desarrollo.

La doctora Cristina Torrijo, ginecóloga del hospital Ribera HC Miraflores de Zaragoza explica que este crecimiento suele revertirse. «Durante el embarazo los miomas aumentan de tamaño y unos seis meses después aproximadamente se deben de volver a valorar. Si requieren tratamiento, ese sería el momento adecuado para operarse», señala.

Es decir, el tratamiento no suele realizarse durante el embarazo salvo que haya complicaciones importantes. Una vez pasado el posparto, el ginecólogo valora si es necesario actuar y de qué forma: cirugía convencional, laparoscopia o técnicas menos invasivas como la radiofrecuencia. En muchos casos, solo se hace seguimiento si el mioma no crece y/o no tiene efectos sobre la vida de la mujer.

¿Miomas o endometriosis? Diferencias, similitudes y confusión de síntomas

Tanto los miomas como la endometriosis son enfermedades ginecológicas frecuentes, pero tienen causas diferentes y afectan al cuerpo de manera distinta:

  • Los miomas se desarrollan en el tejido muscular del útero.
  • La endometriosis ocurre cuando el tejido similar al endometrio (que recubre el interior del útero) crece fuera del útero, como en los ovarios, trompas o incluso intestinos.

Ambas pueden producir síntomas similares: dolor pélvico, sangrados abundantes o alteraciones menstruales, lo que lleva a confusión. Sin embargo, el tratamiento de la endometriosis es principalmente hormonal.

La doctora Torrijo señala que «actualmente la única forma de ayudar a controlar la endometriosis es intentando atrofiar el endometrio, y para ello tenemos que usar hormonas. No hay otra forma.»

Durante el embarazo, muchas mujeres con endometriosis notan una mejoría temporal de los síntomas debido a la interrupción del ciclo menstrual, pero esto no implica que la enfermedad desaparezca.

Qué pasa con los miomas a lo largo de la vida de la mujer

Los miomas tienen un comportamiento hormonalmente dependiente, lo que significa que su evolución está estrechamente ligada a los cambios hormonales en las distintas etapas de la vida femenina:

  • Edad fértil: Los miomas pueden crecer o aparecer en cualquier momento, especialmente si hay desequilibrios hormonales o antecedentes familiares. Pueden ser asintomáticos o causar molestias que requieran tratamiento.
  • Después de los embarazos: En muchas mujeres, los miomas tienden a reducirse de tamaño tras el parto, como explicábamos anteriormente, aunque no siempre desaparecen por completo.
  • Perimenopausia: En esta etapa de transición, cuando los ciclos menstruales comienzan a alterarse y hay una disminución progresiva de las hormonas, los miomas pueden estabilizarse o incluso empezar a reducirse.
  • Menopausia: Con el cese definitivo de la actividad ovárica, los miomas suelen disminuir significativamente de tamaño, ya que no tienen el estímulo hormonal necesario para crecer. En esta etapa, es raro que den problemas, pero si lo hacen, deben valorarse cuidadosamente, ya que cualquier sangrado postmenopáusico debe ser estudiado.

Y terminamos esta entrada al blog de salud del grupo Ribera con una conclusión general.Los miomas son una condición benigna, pero pueden afectar significativamente la calidad de vida dependiendo de su tamaño, localización y evolución. El embarazo, debido a los cambios hormonales, puede provocar su crecimiento temporal. Es fundamental realizar un seguimiento ginecológico adecuado, especialmente si hay síntomas persistentes, y entender cómo cambian estas patologías a lo largo de la vida para tomar decisiones informadas.

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