El agua y los niños son sinónimo de diversión, juegos y risas. Pero también pueden ser aliados complicados y hasta peligrosos si no gestionamos la combinación con cuidado. Hongos, infecciones, accidentes, golpes de calor, cortes de digestión e incluso ahogamientos pueden alterar gravemente nuestras jornadas de verano, que deberían ser siempre de alegría y esparcimiento en compañía de la familia y los amigos.
Ya hablamos en otra entrada de este blog sobre los hongos y el aumento de riesgo que supone el uso y disfrute de piscinas y duchas al aire libre, así que no nos vamos a extender con este tema. Pero es importante recordar la conveniencia de llevar siempre puestas las chanclas o zapatillas de agua en las duchas y hasta el borde mismo de la piscina, si es posible, así como la conveniencia de lavar este tipo de calzado con frecuencia y con productos desinfectantes.
Recomendaciones para proteger a los niños de accidentes en piscinas y mar
- Evitar juegos peligrosos en las piscinas y en la playa como hacer volteretas, empujarse o hacerse ahogadillas.
- Entre el primer año y los 4 años de vida, los niños empiecen a familiarizarse con flotar en el agua.
- Siempre haya un socorrista donde los niños se estén dando el baño.
Y para aconsejarnos sobre la mejor forma de evitar los accidentes en piscinas y en el mar, hemos contactado con el jefe Pediatría de Ribera Salud en el Hospital Universitario de Torrevieja, Gonzalo Ros, quien aconseja encarecidamente a padres, monitores y cuidadores que los más pequeños eviten juegos en la piscina o el mar que puedan provocar accidentes, como por ejemplo perseguirse por el borde de la piscina, hacer volteretas peligrosas, empujarse o hacerse ahogadillas unos a otros. “Es fundamental que los más pequeños aprendan que siempre hay que hacer caso a los socorristas y al personal de Cruz Roja de las playas, así como al color de la bandera, que marcará las condiciones en las que podemos o no darnos un baño en el mar”, explica.
En el agua, el doctor Ros explica que el principal riesgo de ahogamiento se da en niños que no saben nadar. Por eso, recomienda que entre el primer año y los 4 años de vida, los niños empiecen a familiarizarse con flotar en el agua y empezar a nadar “aunque sin forzar”. Sí que recomienda que a partir de los 4 años, los niños desarrollen y afiancen esta destreza, importante para su seguridad y la de quienes les rodean. “A los niños que están aprendiendo a nadar hay que vigilarlos siempre muy cerca, a la distancia de un brazo”, asegura nuestro especialista. En cambio, cuando el niño ya sabe nadar podemos ampliar la distancia, pero es conveniente que siempre esté vigilado por un adulto, aunque sepa nada, por si se produce algún accidente (golpes, resbalones, cortes de digestión…). Y añade: Siempre debe haber un socorrista donde los niños estén dándose un baño.
Recomendaciones para un verano tranquilo
- Usar gorras y cremas para evitar los golpes de calor y lesiones en la piel por el sol.
- Hidratarse bien bebiendo agua y tomando fruta.
- Esperar dos horas después de comer antes de bañarse para evitar cortes de digestión.
Por último, y como recomendaciones generales para un verano tranquilo y sin incidentes graves, el doctor Ros aconseja el uso de gorras y cremas para evitar golpes de calor y lesiones en la piel por el sol, hidratarse bien bebiendo agua y tomando fruta y esperar dos horas después de comer antes de bañarse. Los cortes de digestión no son un “invento” de las madres. Suceden de verdad. Y el problema no es el dolor de estómago, sino que el corte de digestión provoque un desvanecimiento que, en el agua, puede ser mortal, porque al perder el conocimiento la persona afectada se ahogue. Y sucede en niños y en mayores.
Así que disfrutemos del verano con alegría pero también con prudencia y precaución.