El duelo: qué es y cómo afrontarlo

El duelo es la respuesta total que le damos a cualquier pérdida de un ser querido y que manifestamos no sólo a nivel emocional sino también a través de la reestructuración de nuestros pensamientos e incluso modificando nuestra conducta. 

Por lo tanto el duelo es una reacción lógica y normal a la pérdida de un ser querido sea por las circunstancias que sea. Y como tal tenemos que tener en cuenta una serie de síntomas y reacciones emocionales que se dan en las primeras fases del duelo como la tristeza, enfado, culpa y autorreproche, ansiedad, sentimientos de soledad, fatiga, impotencia, shock, anhelo, emancipación, sensación de alivio, insensibilidad.  

Por otro lado se pueden tener una serie de sensaciones físicas tales como, vacío en el estómago, opresión en el pecho y en a garganta, hipersensibilidad al ruido, sensación de despersonalización, falta de aire, debilidad muscular, falta de energía o sequedad de boca.

Se pueden presentar pensamientos tales como la negación, incredulidad, confusión, preocupación e incluso sentido de presencia y alucinaciones.

Por último, todo esto se puede traducir en conductas de todo tipo entre las que se recogen trastornos del sueño, conducta distraída, aislamiento social, soñar con el fallecido, evitar recordatorios del fallecido, buscar y llamarlo en voz alta, suspirar,  hiperactividad, llanto,  visitar lugares o llevar consigo objetos del ser querido e incluso acumular y atesorar dichos objetos.

Para poder afrontar el duelo con normalidad se debe pasar por las diversas fases que lo componen y no se deben “enmascarar” los síntomas con antidepresivos u otros fármacos que inhiban las emociones, ya que es un proceso adaptativo que es necesario pasar para adaptarse a la realidad de la pérdida y recolocar la propia rutina del doliente. Por eso, se debe tolerar el dolor que supone afrontar la pérdida, también la angustia y la desesperación y aprender a experimentarla y sufrirla para llegar a aceptarla. Según la relación con el fallecido/a, poco a poco hay que ir asumiendo roles. Eso supone una adaptación progresiva a la nueva realidad, a su nueva rutina y por ende, se va asumiendo y aceptando la pérdida. Hay que tener en cuenta que nunca se olvida a quien se pierde. Uno de los grandes miedos que aparecen en los familiares cuando el duelo se complica es el miedo a olvidar. Jamás desaparecen los recuerdos pero hay que aceptar la pérdida y aprender a seguir viviendo.

Nunca hay tiempos concretos ni exactos para cada fase o para cada duelo. Cada persona es un mundo, cada duelo una vivencia diferente. No necesariamente se pasa siempre por todas las fases. Hay autores que dicen que a partir de 3 meses ya se considera que el duelo se complica. La experiencia me dice que eso es poquísimo tiempo. Que hasta que no se completa el ciclo de 1 año entero se considera normal según la intensidad. Es cierto que durante todo ese primer año conforme van pasando los meses, lo normal es que la intensidad vaya disminuyendo, pero también es cierto que durante esos 12 primeros meses se pasa por primera vez por todas las fechas relevantes y significativas que reabren las heridas: cumpleaños, santos, navidades, aniversarios, hasta el primer aniversario de la muerte que es especialmente complicado ya que inevitablemente se revive todo lo acontecido. A medida que va pasando el tiempo, suele ser menos angustioso.

Existen varios tipos de duelo, cada uno con sus características especiales. No es lo mismo una muerte repentina que una enfermedad larga en la que se sabe que el familiar va a morir y que se va viendo el declive. No obstante nunca nadie se prepara para la pérdida en sí. Sea como fuere la muerte, no hay manera de evitar el duelo. Pueden tener características distintas, pero todos tienen un tronco común. Cuando se trata de una enfermedad larga, se dan dos sentimientos muy característicos: uno es el alivio, en ocasiones se da el sentimiento de culpa por el anterior, la tristeza y por último el vacío tan intenso que deja por el tiempo empleado al cuidado del enfermo. En realidad es un doble duelo, el del familiar y el del “trabajo de cuidador”.  Se pasa de estar pendiente constantemente del enfermo, al vacío total.

Por otro lado están las muertes repentinas. Éstas conllevan unas primeras fases del duelo muy agudo, donde generalmente se producen sentimientos de negación, shock, incredulidad y disociación, marcados por la angustia. Especial atención voy a poner aquí en el duelo por suicidio. El suicidio es la primera causa de muerte no natural en España. En el mundo se suicidan unos 800.000 personas al año, esto supone entre 2000 o 2500 al día, o lo que es lo mismo, 1 persona se suicida cada 40 segundos.

La principal característica del duelo por suicidio es la culpa. Al superviviente le queda ese poso de culpa de no haber podido ayudar, de no haberse dado cuenta. Otra característica propia es la incomprensión. Es muy difícil que el superviviente entienda por qué su ser querido decidió poner fin a su vida. Estos dos sentimientos pueden perdurar toda la vida, por lo que es uno de los más complicados de resolver.  

Por último y como conclusión, podemos teorizar mucho sobre el duelo y tenemos conocimiento de todas estas líneas generales, pero la realidad es que cada persona es un mundo y cada uno tenemos nuestros tiempos y nuestras maneras de afrontar la perdida. No hay formas correctas ni incorrectas de elaborar un duelo. Es cierto que todo lo dicho anteriormente se da en mayor o menor medida o con mayor o menor intensidad, pero cada persona lo manifiesta de una manera. No por llorar más se siente más y por no llorar es porque no se siente. Hay quien necesita llorar y hay quien no, hay quien necesita quedarse en casa y no ver a nadie, y hay quien si se queda en casa se ahoga. Cualquier forma es correcta, siempre que sea la que más reconforte al doliente (hablamos siempre en los duelos normales), por lo tanto no hay que forzar a nadie a que haga lo que otros consideremos mejor. 

 

Raquel Martínez Gómez

Psicóloga USM Hospital Universitario de Torrevieja

Responsable Unidad de Conducta Suicida

1 comentario en «El duelo: qué es y cómo afrontarlo»

  1. Buenísimo artículo donde se explica los distintos tipos de duelo y rompe ciertos estereotipos establecidos en la sociedad como el llorar o no llorar, el salir de casa o quedarse encerrada … Gran mayoría de la sociedad acepta que estás en duelo por el llanto, por no salir, por la pena continuada, por cómo vistes, etc y te juzga si tu duelo es de otra manera. Cada persona es un mundo y cada una lo vive de forma distinta. Por ello, nunca hay que juzgar, hay que acompañar, respetar, escuchar, estar ahí para cuando te puedan necesitar….
    Muchas gracias a la autora de este artículo por explicado tan bien

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