- Especialistas en Traumatología y Podología del grupo sanitario recuerdan que el calzado ideal es el que lleva un tacón de 2-3 centímetros, suela amortiguada y algún elemento de sujeción para dar estabilidad al pie
- Aconsejan prevenir en verano infecciones por hongos, el “pie de atleta” y las verrugas plantares, así como las rozaduras y ampollas por un calzado inadecuado y porque los pies pueden hincharse por el calor
Profesionales de Ribera Salud advierten del aumento en esta época del año de consultas sobre problemas en los pies como la fascitis plantar (inflamación de una banda gruesa de tejido que atraviesa la planta del pie y conecta el hueso del talón con los dedos de los pies) y las tendinopatías del tendón de Aquiles (inflamación del tejido que conecta los músculos de la pantorrilla en la parte posterior de la pierna hasta el hueso del talón), debido al uso excesivo de chanclas y sandalias.
El jefe de Traumatología de Ribera Salud en el Hospital Universitario del Vinalopó, Paulino Sánchez, explica que “el abuso del calzado excesivamente plano impide amortiguar los golpes e impactos que sufre el pie, propiciando la aparición de la fascitis plantar” y, además, añade, “puede producirnos problemas de tensión en el tendón de Aquiles, sobrecarga en los gemelos, arco aplanado y problemas en los tobillos”. Por su parte, el podólogo de Ribera Salud en el Hospital Universitario de Torrejón, Carlos Perucha, asegura que el problema con las chanclas y sandalias es que “en la mayoría de los casos este tipo de calzado es muy plano y no tiene ningún tipo de sujeción a nivel de tobillo”. Por eso recuerda que “el calzado ideal es aquel que presenta un tacón de unos 2-3 centímetros de altura, suela amortiguada y con algún elemento de sujeción, como cordones o velcro, para dar estabilidad al pie”.
Y si el calzado plano genera problemas, tampoco es conveniente abusar del tacón. Alejandro Herrador, podólogo de Ribera Salud en el Hospital Ribera Santa Justa, recuerda que el tacón es “antinatural” porque “hace que una persona cambie todas las posiciones articulares del pie, llevando todo el peso corporal a la zona del antepié, lo que provoca un acortamiento de toda la musculatura de la zona posterior de la pierna y hace que se incrementen las curvaturas de la espalda, generando dolores a nivel lumbar”. Para el doctor Sánchez, “el abuso de tacones es uno de los factores etiológicos para la aparición de patologías del antepié como el conocido juanete, los dedos en garra o los helomas (también conocido como clavo plantar u “ojo de gallo”), entre otros.
Pero no son estas las únicas dolencias relacionadas con los pies en verano. Los especialistas en Traumatología y Podología de Ribera Salud aconsejan prevenir en verano infecciones por hongos, el “pie de atleta” y las verrugas plantares, muy habituales en esta época del año y que se contagian fácilmente, así como las rozaduras y ampollas por un calzado inadecuado y porque los pies pueden hincharse por el calor. El jefe de Traumatología de Ribera Salud en el Hospital del Vinalopó recuerda que el “pie de atleta” y las verrugas plantares “son patologías que aumentan su frecuencia en verano debido a la humedad extrema y su concentración en los pies por el calor”. “La forma de prevenir estas afecciones es utilizar siempre chanclas en lugares de baños públicos, no compartir toallas ni calzado y mantener los pies lo más secos posibles” así como, en la medida de lo posible, prescindir de medias o calcetines.
Y en esa misma línea se han pronunciado los podólogos del grupo en los hospitales de Torrejón y Ribera Santa Justa. Hay que recordar que el Hospital Universitario de Torrejón es uno de los pocos hospitales públicos de la Comunidad de Madrid que ofrece el servicio de Podología a sus pacientes. Para Carlos Perucha, podólogo en este centro sanitario, “uno de los problemas más recurrente en verano es la aparición de hongos en los pies, que suele provocar una sensación de picor muy molesta para el paciente”. Para prevenirlos, recuerda, “debemos utilizar un calzado que sea transpirable para controlar la hiperhidrosis o sudoración excesiva, y evitar el exceso de humedad”. De igual manera, añade, “cuando nos duchemos, debemos secarnos muy bien los pies, incidiendo sobre todo en la zona interdigital (espacio entre los dedos) para evitar exceso de humedad y favorecer de esta manera la proliferación de hongos”.
Rozaduras y caminar por la playa
Para su homólogo en el hospital Ribera Santa Justa, Alejandro Herrador, también hay que cuidar y prevenir rozaduras y ampollas debido al contacto del pie con el calzado, “bien por una mala elección de la talla o porque el material es de mala calidad, por lo que tendremos que ser cautos a la hora de elegir el los zapatos que utilizamos en verano”. Nuestro especialista recomienda comprar el calzado a última hora de la tarde, que es cuando tenemos el pie más dilatado, y optar siempre por un calzado cuyo material favorezca la transpiración.
Por último, nuestros especialistas nos dan algunos consejos para los populares paseos por la playa. El jefe de Traumatología del Hospital del Vinalopó alerta sobre las contraindicaciones de esta práctica en pacientes diabéticos “porque en estos paseos se pueden hacer daño en los pies y con una herida son más propensos a la transmisión de micoorganismos patógenos”. Sin embargo, lo considera muy recomendable en los niños “ya que les ayuda a desarrollar la musculatura propia del pie y formar el arco plantar”.
El podólogo del Hospital de Torrejón recuerda, por su parte, que si caminamos por arena blanda se produce un hundimiento del pie, que a su vez provoca “un mayor hundimiento del talón y una dorsiflexión del tobillo forzada, que puede ocasionar tendinopatía de Aquiles, fatiga e inflamación de la musculatura posterior de la pierna, y a su vez, generar sensación de cansancio e incluso dolor al paciente”. Recuerda también que es importante prestar atención a la pendiente del terreno, ya que “a mayor pendiente, mayor inestabilidad, y por lo tanto mayor fatiga muscular”. Para Carlos Perucha, “lo ideal sería caminar por arena dura y sin pendiente”. En este tipo de terreno, añade nuestro podólogo en Ribera Santa Justa, “caminar por la playa favorece la circulación de la sangre, estimula las terminaciones nerviosas del pie, favorece el equilibrio y trabajamos la musculatura intrínseca del pie”.