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    Especialistas en Salud Mental recomiendan mindfulness para disfrutar de las vacaciones con “atención plena”

    • Mindfulness es una técnica basada en la respiración y la concentración, en un estado de atención activa y presente, en el que se observan los pensamientos y sentimientos sin ser juzgados, aceptando lo que surge en mente y cuerpo sin tratar de cambiarlo
    • Alertan del problema de no saber o no poder desconectar. “Vivimos en un estado de hiperalerta por la cantidad de estímulos”, aseguran los especialistas. “Hemos acostumbrado el cerebro a pensar demasiadas cosas a la vez”

    Llegan las vacaciones, el momento de desconectar de las obligaciones laborales y académicas y del estrés de la rutina. Es tiempo de relajarse y disfrutar de otro tipo de estímulos, o de ningún estímulo en absoluto, de escuchar el silencio y mirar el reloj sin que la hora tenga importancia en nuestro día. Sin embargo, muchas personas se manifiestan abiertamente incapaces de desconectar de la vorágine de la rutina. Es por eso que los especialistas en Salud Mental del grupo sanitario Ribera recomiendan la práctica de la atención plena o mindfulness como herramienta para canalizar la concentración: durante el curso, en los estudios, el trabajo y las rutinas de casa; en verano, con las actividades de ocio y el descanso, con la desconexión.

    La atención plena o Mindfulness es una técnica basada en la respiración y la concentración, en un estado de atención activa y presente, en el que se observan los pensamientos y sentimientos sin ser juzgados, aceptando lo que surge en nuestra mente y cuerpo sin tratar de cambiarlo. Para Marta Marco, psicóloga en el Departamento de Salud del Vinalopó, “en la vida en general, necesitamos centrar nuestra atención en las tareas que realizamos, tanto en el trabajo como en las actividades placenteras”. La “falta de práctica” en esta atención plena hace que, en ocasiones, resulte difícil relajarse, por ejemplo, en las vacaciones de verano. “A veces, es difícil conseguir ese estado, debido a que nuestro cerebro está pensando en varias cosas a la vez, porque lo hemos educado y acostumbrado a esto”, explica, tras recordar que con la tecnología actual recibimos diariamente mucha información y a mucha velocidad.

    María Elena Ballester, psicóloga del hospital Ribera Virgen de la Caridad en la clínica de Los Alcázares (Murcia), explica que la práctica habitual de la atención plena “ayuda a reducir niveles de estrés y ansiedad, aumenta la productividad y el rendimiento, permite concentrarnos mejor y evitar distracciones, además de mejorar la toma de decisiones y la precisión en diferentes tareas y ayudar a tomar decisiones informadas”. Durante las vacaciones, no hace falta ser productivos, pero sí aprender a relajarse, tomándonos un descanso de las tareas que habitualmente generan estrés.

    Las pantallas: estímulos que condicionan la atención

    Para Mónica Villar, psicóloga infantil y neuropsicóloga clínica del hospital Ribera Povisa (Vigo), los dispositivos electrónicos no son buenos aliados para esta capacidad tan necesaria de concentración plena. “Predisponen a los jóvenes a un estado de hiperalerta y expectativa, que les dificulta concentrarse en una tarea”, explica, también en los momentos de descanso. Y por esta razón, añade, es necesario practicar ejercicios que fomenten la atención plena ya que “nos ayudan a entrenar nuestra mente para la calma y nos predisponen para optimizar la capacidad de concentración y aprendizaje”.

    Marta Marco, psicóloga del Departamento de Salud del Vinalopó, explica el efecto de los dispositivos electrónicos y las redes sociales sobre el cerebro: “Nos facilitan multitud de imágenes que cambian de plano con mucha velocidad, además de los sonidos, las pantallas emergentes, el salto de anuncios, y los videojuegos, que cada vez son más realistas. Todo ello acaba ejerciendo un efecto sobre el cerebro y es que le enseñan a estar en constante alerta, porque se acostumbra a recibir información rápida”, asegura. Jorge Pernía, psicólogo del Hospital Universitario de Torrejón, va más allá y alerta sobre las consecuencias a medio plazo del uso excesivo de las redes sociales. “Cuando uno se retira de las pantallas, ‘desconectándose’, y se queda a solas consigo mismo, puede surgir la angustia de manera significativa en adolescentes, pero también en adultos, al verse ‘invadidos’ repentinamente por sus propios pensamientos –‘sobrepensar’ lo llaman- y se ven tentados a poner en marcha alguna conducta, a menudo autodestructiva, que de manera expeditiva ponga fin a ese desasosiego”, explica.