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    Salud Mental: El deterioro físico, cognitivo y emocional por la pandemia se ceba con los mayores

    • Profesionales del grupo sanitario Ribera recuerdan, con motivo del Día de la Salud Mental celebrado ayer, que “para alargar la calidad de vida, los mayores necesitan estar activos y el Covid ha provocado casos de retroceso en facultades y capacidades”
    • Antes de la pandemia, la depresión ya constituía el diagnóstico más frecuente, con una prevalencia entre el 6 y el 20%: ánimo bajo, apatía, alteración del sueño, pérdida de peso son algunos de los síntomas que deben alertar a las familias
    • Los especialistas creen que han aumentado los trastornos anímicos y de ansiedad y han empeorado los problemas preexistentes

    Madrid, 11 de octubre de 2021 – Profesionales de los servicios de Salud Mental del grupo sanitario Ribera aseguran que el deterioro físico, cognitivo y emocional que ha supuesto la pandemia ha afectado especialmente a las personas mayores. Así lo detalla la psicóloga del Hospital Universitario de Torrejón, Marta Gadea, en el contexto del Día Mundial de la Salud Mental, celebrado ayer: “En la lucha contra el envejecimiento, el principal objetivo es alargar la calidad de vida, y nuestros mayores saben que para eso tienen que mantenerse activos a todos los niveles. Pero la pandemia ha supuesto una interrupción en este proceso, provocando en muchos un retroceso significativo en sus facultades, llegando a perder parte de sus aptitudes y capacidades, incluso situándolos por debajo de su nivel basal previo a la pandemia”.

    La doctora Helena Díaz, jefa de la Unidad de Salud Mental del Hospital Universitario de Torrejón, alerta además sobre factores que tienden a enmascarar la patología psiquiátrica en el anciano: “La dificultad para quejarse o reconocer que están tristes son síntomas propios de estos trastornos y pueden atribuirse erróneamente al envejecimiento, o a que el humor deprimido se interprete como serenidad”.

    Para el doctor Jorge Begazo, psiquiatra de la Clínica Polusa Santo Domingo, “la ausencia o reducción importante del contacto físico, de las visitas y encuentros con familia y amigos ha sumado un importante factor de riesgo para la estabilidad anímica de las personas mayores”. En la misma línea se ha pronunciado el doctor Alberto Garrandés, psiquiatra en el Hospital de Torrejón: “El aislamiento social es uno de los principales factores generadores de malestar en la tercera edad”, aunque añade que, en su opinión, en la mayoría de los casos la pandemia “ha agravado la situación preexistente de vulnerabilidad y desafección”. Para David Bueno, trabajador social de esta misma Unidad, puntera en la Comunidad de Madrid, “el fenómeno de aislamiento social y familiar, con mayor repercusión en las personas dependientes y en los ancianos, ha provocado un déficit en su capacidad motora, mayor abandono de cuidados básicos, deterioro en la capacidad cognitiva, aparición de síntomas del espectro afectivo y ansioso, dificultades para la conciliación del sueño y distanciamiento relacional”. Desde el equipo de la unidad de Salud Mental del Hospital de Torrejón apuntan que los problemas psiquiátricos tienen una elevada incidencia en las personas mayores, pero la depresión constituye el diagnóstico más frecuente, con cifras de prevalencia entre el 6% y el 20%.

    Mari Carmen Macías, coordinadora asistencial en el Hospital Ribera Almendralejo, asegura que el principal efecto de las restricciones en las personas mayores durante esta pandemia es “el miedo y la soledad, así como el sentimiento de tristeza por no poder estar acompañados en lo que presuponen la fase final de su vida”. “Incluso en algunos pacientes podemos hablar de sensación de abandono, porque no comprendían la necesidad de restricciones, añade.

    Síntomas que deben alertar a las familias

    La doctora Katarzyna Sylwia, jefa del Servicio de Salud Mental en el Hospital de Denia, ha asegurado que “en las consultas se están ahora viendo un mayor número de pacientes con depresión, insomnio y ansiedad que con anterioridad a la pandemia”, y ha alertado también sobre las consecuencias de la reducción de visitas de familiares a los centros de atención en salud mental y las dificultades para salir de los centros por parte de los usuarios. “Este aislamiento y falta de contacto ha provocado el empeoramiento en algunas patologías, por ejemplo, en el caso de los mayores con deterioro cognitivo”.

    Para el doctor Garrandés, es muy importante prestar atención a “los cambios en el carácter habitual de la persona, sobre todo a los que persistan en el tiempo e influyan negativamente y de manera marcada sobre día a día”. Para Bueno, “un estado de ánimo bajo, la disminución del interés en casi todas las actividades, también conocido como anhedonia, la apatía o las alteraciones importantes en el peso y en el patrón del sueño son signos de alerta sobre la salud mental de los mayores a los que las familias deben prestar atención. La doctora Sylwia añade como síntomas psicológicos más comunes “preocupación, tristeza, sentimientos de inutilidad y confusión, así como miedo, inquietud, inhibición, irritabilidad, pensamientos irracionales, y creencias y expectativas negativas sobre sí mismo y/o realidad”. “Es importante identificar en los ancianos cualquier signo de autoabandono, así como la apatía, púes muchas veces se niegan a llevar a cabo tareas tan básicas como bañarse, comer, limpiar su hogar, lo cual puede ser muestra de desmotivación y conducir a la depresión”, ha asegurado.

    Por su parte, la coordinadora asistencial del Hospital Ribera Almendralejo, Mari Carmen Macías, asegura que los mayores que muestran labilidad emocional (cambios repentinos de estado de ánimo) o con comportamientos emocionales inadecuados, por ejemplo, con enfados no justificados, también deben valorarse por las familias.

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