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    Especialistas en Alergología auguran una primavera con una sintomatología más leve gracias a las mascarillas

    • Las medidas de protección frente al Covid 19 disminuyen los síntomas de rinitis y asma hasta en un 98%
    • Las restricciones a la movilidad establecidas durante la pandemia mejoran la calidad del aire y contribuyen a reducir las enfermedades respiratorias

    El Comienza la primavera y con ella los pacientes con alergia al polen suelen afrontar su peor estación. Sin embargo, según los datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), este año marcado por la pandemia las personas alérgicas podrían experimentar los síntomas de esta patología forma más leve o moderada. La clave, según confirman los especialistas de los servicios de Alergología de los hospitales del grupo sanitario Ribera, está en el uso obligatorio de la mascarilla, sobre todo en los espacios al aire libre. El doctor Alejandro Veres, neumólogo de la Clínica Plaza Santo Domingo, del hospital Ribera Polusa, asegura que igual que este año se ha apreciado una disminución en el consumo de antigripales, ocurre lo mismo con los descongestivos y otros medicamentos para las alergias.

    La doctora Carmen Mogío, alergóloga en el Hospital Ribera Povisa, gestionado por el grupo Ribera, explica que las mascarillas reducen los síntomas en los alérgicos “porque filtran gran cantidad de partículas suspendidas en el aire, incluidas las del polen” y recuerda que las FFP2 “son más eficaces porque filtran un mayor número de partículas y, además, se ajustan más fácilmente a la cara”. La jefa del Servicio de Alergología del Hospital Universitario de Torrejón, la doctor Laura Vázquez, explica que las mascarillas filtran partículas de hasta una micra, cuando las más habituales en los pólenes tienen 25 y 35 micras, y asegura que mucho antes de la pandemia un gran número de alergólogos recomendaban ya el uso de la mascarilla. “Hace más de 30 años que recomendábamos su uso a pacientes alérgicos por su efecto beneficioso para evitar la inhalación de partículas de polen o aeroalérgenos, como ácaros, epitelios y hongos”, asegura. La doctora Vázquez explica que las mascarillas FFP1 atrapan un 80% de las partículas de más de 0.3 micras, las FFP2 un 92% y las FFP3, un 98% y reconoce que la limitación de la movilidad también ha influido en la reducción de los síntomas en los alérgicos.

    El servicio de Alergología del Hospital Universitario del Vinalopó explica que existe una relación directa entre algunos factores climatológicos del otoño e invierno como es el caso de las lluvias, la nieve, la temperatura y humedad y los posteriores recuentos de pólenes de gramíneas durante la primavera. “Los días soleados y ventosos en primavera y verano favorecen la liberación y transporte del polen en la atmósfera”, explica la doctora Mogío, alergóloga en Ribera Povisa, afectando de manera más intensa a los alérgicos, que este año estarán más protegidos con las mascarillas. La doctora Vázquez, responsable del Servicio de Alergología en Torrejón, reconoce que la limitación impulsa o voluntaria de salidas al exterior también ha influido.

    Una de las alergias más comunes en primavera es al polen de las gramíneas de crecimiento espontáneo. Esta especie vegetal crece en casi toda España, desde los emplazamientos situados al nivel del mar, hasta las montañas, aunque predomina en las zonas de interior donde suele haber más vegetación y, por tanto más polen, que en la costa, donde el mar ayuda a limpiar la atmósfera, según explica nuestra alergóloga en Ribera Povisa.

    Más casos en las ciudades

    La emisión de partículas contaminantes procedentes de las calefacciones y de los motores alteran la estructura del polen, haciendo que este genere proteínas de estrés como mecanismo de defensa y aumentando su capacidad de inducir una respuesta alérgica en personas susceptibles. “En consecuencia, se registra más casos de alergia en las ciudades a pesar de que la concentración de pólenes sea menor que en el campo”, explica la doctora Mónica Antón, responsable del Servicio de Alergología del Hospital Universitario del Vinalopó. El doctor Veres, neumólogo de la Clínica Plaza Santo Domingo de Lugo, añade que “el humo del tabaco, el polvo o los vapores de gasolina y diésel pueden desencadenar o agravar un ataque de asma en personas de sensibilidad aumentada en las vías respiratorias”.

    Hace un año, al inicio de la pandemia y con motivo de las medidas de restricción de movilidad de vehículos y de actividad industrial durante el confinamiento, se observó una reducción en la presencia de los contaminantes, lo que contribuyó a mejorar la calidad del aire y la reducción de enfermedades respiratorias. “Este año, el uso generalizado de las mascarillas va a contribuir a disminuir los síntomas de rinitis y asma por el polen, debido al efecto de pantalla sobre la nariz y boca. Esto va a provocar una reducción en el consumo de medicación, aunque insistimos en la necesidad de cumplir con los tratamientos recomendados”, añade la doctora Antón. Nuestros profesionales animan a utilizar medidas que mejoran la calidad de vida de los pacientes alérgicos, como las aplicaciones para conocer los niveles de polen, purificadores de aire para interiores y bajo recomendación médica, la inmunoterapia o vacunación antialérgica.

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