El síndrome asociado al paso por esta unidad, que causa enormes trastornos y aumento de la morbimortalidad en los pacientes, se sitúa en el 12%, frente al 80% de media en otros hospitales
Lo resultados se han obtenido tras analizar los casos de 1.318 pacientes desde la aplicación de un nuevo protocolo en junio de 2017
Se cambian aspectos claves en el control del dolor, sedación o movilidad, se personalizan las visitas y se facilita la conexión de los pacientes con el entorno, facilitándoles tablets o personalizando los horarios de visitas
Jueves, 11 de abril de 2019- Povisa ha logrado reducir al 12% el porcentaje de pacientes que durante su estancia en la Unidad de Cuidados Intensivos desarrolla un delirium, un cuadro que complica extraordinariamente su paso por el hospital, aumenta la morbimortalidad, prolonga la estancia y puede provocar una sintomatología de estrés postraumático y afectar a su calidad de vida tras el alta.
El delirium se define como un síndrome mental orgánico caracterizado por la alteración de la consciencia, deterioro cognitivo global, desorientación, alteraciones de percepción, déficit de atención, disminución o aumento de la actividad psicomotriz, trastornos del sueño y cuadros de agresividad y/o depresión. A pesar de que supone un problema clínico de primer orden, hasta ahora en ningún hospital se había desarrollado un abordaje específico de este problema.
Los resultados de Povisa se han obtenido tras analizar un conjunto de 1.318 pacientes desde el mes de junio de 2017 —cuando se inició un protocolo de reducción del delirio en UCI— y hasta el mes de febrero pasado. Supone un éxito sin precedentes, pues la literatura científica revela que en la actualidad el 80% aproximadamente de los pacientes de los hospitales españoles desarrolla delirium durante su estancia en la unidad de cuidados intensivos. Antes de la aplicación del protocolo, la incidencia del delirium en la UCI de Povisa se situaba en torno al 40% de los pacientes.
En el diseño y ejecución de este protocolo han participado la dirección de Calidad del hospital, los servicios de Anestesiología y Cuidados Intensivos, Enfermería de la UCI, el Servicio de Rehabilitación y el Departamento de Informática. Ha consistido en primer lugar en el diseño de un sistema de cribado para la detección precoz de pacientes con riesgo de delirium, entre ellos los mayores de 65 años, con deterioro cognitivo, demencia previa o consumo de alcohol, entre otros muchos factores. Se han puesto en marcha además acciones específicas de prevención del delirium y un complejo programa de monitorización del delirium que ha exigido formar al personal de la UCI y desarrollar un sistema de alertas por SMS al personal médico y de enfermería tan pronto se detecta un cuadro de delirium en un paciente.
Otro de los aspectos clave ha sido el control del dolor, fundamental para reducir la incidencia del delirium en UCI e imprescindible para mejorar el bienestar del paciente durante su estancia en la unidad. Se han implementado distintas herramientas para medir la incidencia del dolor y un sistema de sedación dinámica que varía los niveles de sedación en función de las necesidades del enfermo. El objetivo ha sido evitar cualquier riesgo de sobresedación, asociada a diversas alteraciones fisiológicas como hipotensión o bradicardia. Así, por ejemplo, siempre que el estado del paciente lo permita, se baja el nivel de sedación durante las visitas familiares, para que pueda interactuar con ellas, ya que se ha demostrado que eso contribuye a su recuperación.
Tablets en la UCI, visitas prolongadas y llamadas de teléfono
En el éxito del programa también ha influido de manera determinante el cambio drástico en rutinas de la UCI como el de las visitas, con el objetivo de mejorarla orientación y la conexión con el entorno de los pacientes, claves para su recuperación. Así, ahora se permite la personalización de los horarios de visitas y su prolongación, si se hace necesario, y también la puesta a disposición de los pacientes de tablets para que puedan conectarse a Internet o ver la televisión. También se les permite hablar por teléfono —para que mantengan contacto con amigos y familiares— y utilizar aparatos de radio o de música con auriculares.
En este mismo sentido van los cambios en el ámbito de la movilidad. Si hasta ahora se asociaba la UCI a pacientes inmovilizados, lo que genera dolor, anquilosis articular y pérdida de masa muscular, ahora los fisioterapeutas visitan la UCI dos veces al día, todos los días del año, para realizar ejercicios de fisioterapia precoz, y se lleva a cabo un control estricto de la contención mecánica de los pacientes, eliminándola si es posible. Para ello, dos veces al día el personal médico y de enfermería plantea la retirada precoz de dispositivos que impiden esa movilidad, como pueden ser sondas urinarias, tubos endotraqueales, etc.
Por último, se han modificado las rutinas de la unidad que pueden afectar a los ciclos de sueño de los pacientes, evitando que se vean afectados por revisiones de historia, analíticas, higiene u otras prácticas habituales.
En conjunto, todos estos cambios no solo han sido un éxito desde el punto de vista estrictamente clínico, sino también desde el de la calidad percibida por los pacientes, que en la última encuesta de satisfacción de Povisa han valorado globalmente la UCI con un 4,8 sobre 5.