Prevenir la ceguera evitable es el principal objetivo de la campaña “2017. Año de la Retina en España”, evento que ha sido declarado por el Gobierno como de “excepcional interés público”. Repasamos en este artículo de la mano del servicio de Oftalmología de Povisa las principales enfermedades de la retina que pueden dañar la vista e, incluso, llegar a causar la pérdida de visión total: Degeneración Macular Asociada la Edad, Retinopatía diabética, Desprendimiento de Retina…
Antes de nada, ¿qué es la retina?
La retina es un tejido muy delicado, sensible a la luz, situado en la superficie interna del ojo. En ella se encuentran los fotoreceptores, las neuronas que captan la luz y que permiten la visión. Actúa de forma similar a una película fotográfica, las imágenes son enfocadas en la retina, se convierten en un impulso nervioso y se transmiten al cerebro a través del nervio óptico.
La mácula es la zona central de la retina, donde se encuentra la mayor concentración de fotoreceptores. Es el punto de mayor sensibilidad y el responsable de la visión central.
Retinopatía diabética
La retinopatía diabética es una enfermedad de la retina que aparece en pacientes diabéticos. La diabetes es una enfermedad caracterizada por un mal control de los niveles de azúcar en sangre que daña los pequeños vasos de numerosos órganos, como el riñón, el corazón, … y también de la retina. Un buen control del azúcar retrasa o incluso puede prevenir la progresión del daño en la retina. Sin embargo, a pesar de conseguir un buen control de los niveles de azúcar, son imprescindibles los controles oftalmológicos periódicos para poder prevenir un daño irreversible en la visión. Existen dos tipos de Retinopatía diabética:
Retinopatía diabética no proliferativa:
Los pequeños vasos de la retina se hacen más frágiles, irregulares y más permeables ocasionando pequeñas hemorragias intrarretinianas y pérdida de líquido (exudados) hacia la retina y ésta se engruesa (edema). La consecuencia es la pérdida de visión. En las fases tempranas no suele dar síntomas, pero a medida que progresa provoca pérdida de visión de forma lenta y progresiva y, si no hay edema macular, puede pasar desapercibida.
Retinopatía Diabética Proliferativa:
Cuando predomina el daño vascular obstructivo por trombosis y hay amplias zonas de la retina sin riego (isquemia), el organismo trata de subsanarlo con el crecimiento de nuevos vasos (neovascularización) sobre la superficie de la retina. Pero estos neovasos son anómalos, frágiles, y sangran con frecuencia. Puede causar una pérdida de visión brusca o percibirse como manchas que oscurecen la visión de forma parcial. Al mismo tiempo se forma tejido cicatricial (fibrosis) que puede dañar la retina (Desprendimiento de Retina traccional) y ser causa de pérdida irreversible de visión. Otras veces hay nuevos vasos formados en el iris y obstruyen la salida de líquido del ojo dando lugar a un aumento de la presión ocular (glaucoma neovascular) que en sus estadios finales puede resultar en un ojo ciego y doloroso.
Algunos pacientes con retinopatía diabética no precisan tratamiento, sólo controles periódicos. En otros casos, será preciso el tratamiento para detener el avance de la enfermedad, evitar las complicaciones y a ser posible, mejorar la visión. El tratamiento mediante láser (fotocoagulación retiniana) tiene como objetivo impedir la formación de vasos nuevos anómalos (neovascularización), y evitar así las complicaciones más graves de la enfermedad: glaucoma, sangrados o desprendimiento de retina. La cirugía de retina (vitrectomía) está reservada para los casos más graves de retinopatía diabética proliferativa y desprendimientos de retina. Las inyecciones de fármacos intraoculares son el tratamiento de elección cuando aparece el edema macular (líquido acumulado dentro de la retina, que supone la principal causa de pérdida de visión en pacientes diabéticos). Gracias a este tratamiento, muchos pacientes diabéticos consiguen mantener o recuperar la visión perdida.
Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE)
La mácula, responsable de la visión detallada, es el punto central de la retina donde converge la luz que entra por los ojos. Con el envejecimiento, la mácula se deteriora provocando pérdida de visión, especialmente la visión central (dificultando la visión al leer, ver la televisión o conducir). Con la DMAE, se desarrolla una visión central borrosa, deformándose (metamorfopsia) o modificándose el tamaño de las imágenes, lo que provoca una alteración de la percepción de los objetos en el campo visual. La DMAE es la primera causa de pérdida de visión irreversible, sobre todo a partir de los 50 años. Existen dos tipos de DMAE:
DMAE seca o atrófica: es la más común y se define por una progesión lenta de la enfermedad (puede llevar décadas).
DMAE húmeda o exudativa: se produce en alrededor del 10% de los casos, pero de manera muy agresiva y rápida, por lo que la pérdida de visión central puede desarrollarse en semanas o meses. Provoca la aparición de la membrana neovascular, nuevo tejido bajo las capas más profundas de la retina que puede sangrar o exudar líquido bajo la retina. En el caso de la DMAE húmeda, las inyecciones intravítreas periódicas consiguen bloquear el desarrollo de estas membranas neovasculares y el paciente puede recuperar parte de la visión perdida. Para ello, es fundamental un diagnóstico precoz, ya que el grado de lesión en la mácula será menor.