- Intensivistas y neurólogos del grupo sanitario señalan como síntomas la confusión mental, alucinaciones, distorsión de la realidad, desorientación, pérdida de memoria y debilidad muscular que puede llevar a la tetraplejia temporal
- En los casos de pacientes hospitalizados que no requieren UCI, los neurólogos de Ribera señalan desde encefalitis con convulsiones y tretraparesia hasta dolores fuertes de cabeza resistentes a los analgésicos habituales, junto con la pérdida del olfato y el gusto como sintomatología habitual
- Superada la enfermedad, las alteraciones cognitivas aparecen hasta en un 75% de los pacientes y las psiquiátricas (ansiedad, depresión, estrés) hasta en un 65%
Más del 50% de los pacientes COVID críticos sufren delirium y debilidad muscular, que en algunos casos puede ser extrema y provocar una tetraplejia temporal
Así lo explican los especialistas del grupo sanitario Ribera que más directamente tratan a estos pacientes, sobre todo en los casos de ingresos en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIS). Mari Cruz Martín, jefa de esta Unidad en el Hospital Universitario de Torrejón, gestionado por el grupo Ribera, asegura que estas alteraciones neurológicas “son muy frecuentes en pacientes con determinadas características como casos graves, con sepsis y ventilación mecánica prolongada, entre otras”. El delirium, explica la doctora Martín, “es una alteración de la conciencia caracterizada por la inatención, acompañada de alteraciones cognitivas, de la percepción o de ambas, que se desarrollan en un corto periodo de tiempo y de manera fluctuante”. En concreto, señala, “los pacientes pueden estar muy agitados o hipoactivos, tienen alucinaciones e incluso muestran una distorsión de la realidad”.
Los especialistas de Ribera aseguran que el 20% de pacientes presenta síntomas neurológicos al debut de la enfermedad. El doctor Antonio Pato, neurólogo del Hospital Povisa, gestionado por el grupo Ribera, asegura que los efectos neurológicos más habituales tras nueve meses de casos COVID son la confusión mental, la desorientación y la apatía. “Muchos pacientes aseguran estar más aturdidos de lo habitual, a veces con sensación de embotamiento y dolor de cabeza fuerte”, explica. A lo que la doctora Marta González, jefa del Servicio de Neurología de Ribera en el Hospital de Torrejón añade que “con mucha frecuencia, los pacientes presentan cefaleas resistentes a los analgésicos habituales, pérdida del olfato (anosmia) y alteración del sentido del gusto (disgeusia)”.
Otros síntomas graves que destaca el doctor Pato “se relacionan con la inflamación del cerebro o de los nervios periféricos, pudiendo padecer encefalitis con convulsiones o tetraparesia que impide la marcha”. Menos habituales parecen las neuropatías oculomotoras o las polineuropatías sensitivas, aunque se han detectado casos, señala la doctora González.
En los pacientes ingresados en UCI, especialmente en aquellos con ventilación mecánica y con estancias más largas, la jefa de la UCI del Hospital de Torrejón, la doctora Martín, asegura que “pueden presentar problemas cognitivos como falta de memoria y de atención, y problemas emocionales como depresión, ansiedad, estrés y síndrome de estrés postraumático”, efectos que como la disfunción física respiratoria y motora coinciden con el síndrome postUCI. Y el doctor Pato añade: “La torpeza mental y la pérdida de memoria también son síntomas comunes. A algunos pacientes les cuesta, por ejemplo, leer el periódico y recordar lo que han leído, y refieren como una niebla que les deja más aturdidos”.
Pero superada la enfermedad ¿qué porcentaje de pacientes conviven durante un tiempo con este tipo de efectos neurológicos? La doctora Martín asegura que “es alto y también variable”. “Las alteraciones cognitivas aparecen hasta en un 75% de los pacientes y las psiquiátricas (ansiedad, depresión, estrés postraumático) hasta en un 65%”, explica. Y añade: “Aunque todavía la experiencia es corta en el seguimiento de pacientes COVID, los efectos postUCI en otros pacientes críticos persisten en un 10% de los casos a los 6 e incluso 12 meses”.
Para los especialistas de Ribera, la prevención y la rehabilitación posterior son clave para una buena y rápida recuperación de estos pacientes. “Tanto para la prevención del delirium como para la debilidad muscular adquirida en UCI existen prácticas que han demostrado su efectividad, como intentar ajustar al máximo los sedantes, controlar el dolor, intentar desconectar de forma diaria a los pacientes de la ventilación mecánica o la rehabilitación temprana y el acompañamiento de la familia”, asegura la doctora Martín. Añade, además, que “es importante tanto la rehabilitación física y respiratoria como la rehabilitación cognitiva y el soporte emocional. La orientación temporal y espacial, la posibilidad de comunicarse y ofrecer herramientas de comunicación orientativa y alternativa, la presencia de la familia, el soporte psicológico y la arquitectura humanizada pueden prevenir muchas manifestaciones neurológicas.