Tan solo el 16 por ciento de los pacientes que han estado ingresados en la Unidad de Cuidados Intensivos por COVID no tiene ninguna secuela seis meses después de haber superado la enfermedad. Así lo ratifica un estudio elaborado por un grupo de anestesiólogos gallegos que acaba de ser publicado en una de las revistas más prestigiosas del sector, British Journal of Anaesthesia.
«El peligro de esta enfermedad no solo es la UCI o la hospitalización, sino el hecho de que provoca un clarísimo descenso en la calidad de vida de los pacientes, de los que solo el 16 por ciento queda libre de síntomas a los seis meses», ha explicado en la Radio Galega la doctora Sonsoles Leal, coordinadora de la UCI COVID de Povisa.
La Dra. Leal es una de las especialistas que ha formado parte de este estudio, «Quality of life, functional status, and persistent symptoms after intensive care of COVID-19 patients«, con datos de la primera ola en siete hospitales gallegos, y que constituye el primero publicado sobre la situación clínica de los pacientes graves con COVID-19 seis meses después de haber estado ingresados.
Los principales síntomas que afectan a estos pacientes son la dificultad respiratoria (al 57%), problemas de movilidad (56%), el cansancio y los dolores musculares (37%) y los dolores articulares (29%).
Además, el 46 por ciento presenta a los seis meses depresión o ansiedad, y el 37 por ciento problemas para realizar actividades diarias.
De ellos, el 45 por ciento presentaba limitaciones funcionales persistentes que le dificultaban su vida diaria. «Es decir, que el movimiento, la vida diaria produce dolor y fatiga», subraya la Dra. Leal.
El estudio, publicado en diciembre, valoró problemas de movilidad, cuidado personal, actividades usuales diarias, dolor y disconfort, ansiedad o depresión y estado funcional en un centenar de pacientes. Los resultados fueron que se observó un descenso de la calidad de vida en el 67 por ciento de los pacientes y un descenso de la capacidad funcional en el 63 por ciento.
«Lo peor está en la enfermedad en sí pero además existe una casuística amplísima de personas que salen de la UCI que son negativas pero que tienen que hacer frente a secuelas graves», ha explicado la anestesióloga.
Por ello, insiste, es fundamental que la sociedad sea consciente de la importancia de cumplir con las medidas de seguridad y distanciamiento social. «No solo es la sobrecarga de los hospitales, sino que a estos pacientes les va a costar mucho recuperar su vida normal. Lógicamente las personas de mayor edad tendrán más dificultades pero también los jóvenes, que estarán con estas secuelas a los seis meses», ha explicado. De hecho, por ahora no se sabe si se alargarán más allá de los seis meses. «Por eso nos gustaría que hubiese una mayor prevención, más cuidado y menos movilidad para parar esta ola entre todos», ha dicho.
Al respecto del estudio, Leal destaca la baja mortalidad en las UCI gallegas, con respecto a otras áreas sanitarias o de otros países, a pesar de la elevada edad media de la población gallega. «Eso nos ha dado a los profesionales mucha energía y sobre todo nos anima a insistir con más fuerza que hay que prevenir en todas las edades», insiste.
Al respecto del papel de los anestesiólogos, que la pandemia ha puesto en primera línea y permitido que la sociedad conozca mejor su labor, la Dra. Leal recuerda que se trata de una especialidad que se basa en las competencias de la actuación en crisis. «Nos preparan a todas horas para enfrentarnos a los momentos de crisis y por tanto esa versatilidad es la que nos ha permitido expandir todas las camas de cuidados intensivos de manera exponencial», ha explicado.
La entrevista a la doctora Sonsoles Leal, aquí