Rehabilitación neurológica y prevención en pacientes COVID: cabeza, cuerpo y alma
La pandemia por COVID está dejando muchas secuelas físicas y emocionales, por no hablar de las sanitarias, económicas y sociales que nos afectan a todos en mayor o menor medida. Por eso los profesionales del grupo sanitario Ribera trabajan desde hace meses en los protocolos para contrarrestar los efectos que este virus deja en las personas que lo sufren.
Hoy nos vamos a centrar, en la entrada de nuestro blog, en la importancia de una rehabilitación integral para pacientes COVID. O dicho de otra manera, un trabajo de prevención y recuperación de 360º, para intentar restablecer sus funciones cognitivas, pero también físicas y respiratorias. Ese proceso depende, en gran medida, de lo grave que llega a estar cada paciente. Pero en lo que todos los profesionales de Ribera coinciden es en la importancia del soporte emocional del paciente, por parte de su familia y también de los profesionales sanitarios, porque la humanización de la atención juega un papel diferencial que ayuda, y mucho, a la rehabilitación del paciente.
La jefa de la UCI de de Ribera en el Hospital Universitario de Torrejón, Mari Cruz Martín, explica que las principales alteraciones neurológicas que sufren los pacientes más graves “están relacionadas con la aparición de delirium y debilidad muscular”. El delirium, recuerda la doctora Martín, “es una alteración de la conciencia caracterizada por la inatención, acompañada de alteraciones cognitivas, de la percepción o de ambas, que se desarrollan en un corto periodo de tiempo y de manera fluctuante”. En concreto, señala, “los pacientes pueden estar muy agitados o hipoactivos, tienen alucinaciones e incluso muestran una distorsión de la realidad”.
Su compañera y máxima responsable del Servicio de Neurología en este mismo centro, gestionado por el grupo Ribera, Marta González, añade que a esas alteraciones neurológicas más graves hay que sumar “las que se presentan en pacientes hospitalizados que no llegan a necesitan ingreso en UCI, como cefaleas resistentes a los analgésicos habituales, la pérdida de olfato y la alteración del sentido del gusto”.
El doctor Antonio Pato, neurólogo del Hospital Povisa, señala la confusión mental, la desorientación y la apatía como efectos asociados al COVID. “Los pacientes pueden estar aturdidos, a veces con sensación de embotamiento y dolor de cabeza”, explica. Este último síntoma, aunque resistente, “hay estudios que señalan que estos pacientes podrían tener mejor pronóstico”. El doctor Pato también destaca como síntomas comunes la torpeza mental y la pérdida de memoria. “A algunos pacientes les cuesta, por ejemplo, leer el periódico y recordar lo que han leído… refieren como una niebla, que les deja más aturdidos, a lo que se suma en ocasiones una debilidad generalizada”, explica.
Todos ellos coinciden en destacar la importancia de la prevención, tanto de delirium como de la debilidad muscular adquirida en la UCI y posteriormente de la rehabilitación. “De hecho, existen prácticas que han demostrado su efectividad para reducir su frecuencia, como por ejemplo ajustar al máximo los sedantes, controlar el dolor e intentar desconectar de forma diaria a la pacientes de la ventilación mecánica”, explica la doctora Martín. Y a estas prácticas médicas hay que sumar, siempre que sea posible, el apoyo al paciente con una rehabilitación temprana “y por supuesto, el acompañamiento de la familia”. Todo ello puede ayudar de manera importante a la orientación temporal y espacial del paciente. “La posibilidad de comunicarse con los profesionales y también con su familia, ofrecer herramientas de comunicación orientativa y alternativa, la presencia de la familia, el soporte psicológico y la arquitectura humanizada, pueden prevenir las manifestaciones neurológicas del síndrome postUCI y reducir su impacto en los pacientes”, asegura la responsable de la UCI de Ribera en el Hospital Universitario de Torrejón.