Imagina que un día eres capaz de comunicarte y expresarte con palabras y al día siguiente, tu voz y/o tus palabras no salen de tu boca de la misma manera. O directamente, no salen. Sin duda, la experiencia supone un shock para cualquiera. Un ictus, una contusión como consecuencia de un accidente o los efectos secundarios de una intervención para quitar un tumor en la cabeza pueden acabar provocando lesiones cerebrales que causen problemas en el habla. Da igual que no seas una persona muy habladora. Incluso a quienes miden sus palabras, les gusta utilizar el lenguaje correctamente y comunicarse cuando lo consideran oportuno. Además, pueden darse casos en los que resulte igualmente afectada la capacidad de la persona de entender lo que se le dice.
Aprovechamos que hoy miércoles 8 de junio se conmemora el Día Internacional de los tumores cerebrales para hablar de uno de los efectos secundarios más habituales en las lesiones cerebrales, los problemas en el habla, independiente del origen de dicha lesión. Y vamos a centrarnos en los casos en los que la lesión afecta solo a la capacidad de comunicar, no de entender.
Se ha avanzado mucho, y en muchas ocasiones, y gracias al trabajo de rehabilitación de logopedas y fisioterapeutas con pacientes con Daño Cerebral Adquirido y a unidades hiperespecializadas como la Unidad de Daño Cerebral y Recuperación funcional del hospital Ribera Polusa, estas alteraciones en el manejo y transmisión del lenguaje oral se pueden trabajar, con el objetivo de buscar la máxima recuperación posible del paciente.
Alteraciones más frecuentes en el habla
Las alteraciones más frecuentes en el habla, causadas por un daño cerebral adquirido son la afasia, el trastorno del lenguaje en una persona que antes se podía expresar con normalidad; la disartria, una lesión originada en el sistema nervioso central o periférico, que provoca una descoordinación en los movimientos del habla; y la disfagia, que es la dificultad añadida para tragar, en la mayoría de los casos alimentos (la transición del bolo alimenticio hacia el esófago), e incluso en su “preparación”. A veces esa dificultad se presenta incluso con la saliva.
La Federación Española de Daño Cerebral (Fedace) explica muy bien en su web los diferentes tipos de afasia. La global es la más severa y afecta tanto a la capacidad de comprender como leer o expresarse. Con una afasia de broca, por ejemplo, el paciente es capaz de leer y comprender, pero no puede reproducir las palabras que quisiera, y suele enlazar tres o cuatro en frases cortas. Con la afasia anómica, en cambio, el paciente tiene dificultad para encontrar en su cabeza y comunicar las palabras que dan nombre a las cosas, así como los nombres de las personas, aunque conoce todas ellas.
En el caso de la disartria, por ejemplo, se produce una parálisis o lentitud de movimientos de los músculos que intervienen en el habla; y las disfonías convierte en susurros la voz de quienes intentan comunicarse.
Estas son algunas de las principales afecciones en el habla tras una lesión cerebral y, en la mayoría de los casos, se pueden conseguir grandes avances con el trabajo continuado con un logopeda. De ahí la importancia de acudir a un centro especializado en la recuperación funcional de este tipo de pacientes, como sucede en los hospitales Ribera Polusa y Ribera Almendralejo.
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