- Los cambios debidos al envejecimiento, el deterioro funcional o cognitivo a consecuencia de enfermedades frecuentes en personas mayores y algunos fármacos, favorecen la malnutrición y la deshidratación. Por ello, es importante vigilar su alimentación en estos meses de calor.
La malnutrición en las personas mayores es uno de los síndromes geriátricos y uno de los principales factores implicados en el desarrollo de la fragilidad en este grupo de población. Su presencia es signo de enfermedad, predispone a desarrollar otras enfermedades, a ingresar en el hospital, aumenta la estancia hospitalaria si está presente en un paciente ingresado y aumenta la institucionalización en residencias y la mortalidad. Cabe destacar, en este sentido, que el 3% de las personas mayores que viven en la Comunidad Valenciana presentan malnutrición y el 30% criterios de riesgo de sufrirla.
Asimismo, es alta la prevalencia también de la deshidratación en personas mayores, lo que influye en el incremento de la mortalidad en este grupo de la población. En cualquier caso, la deshidratación y la malnutrición en personas mayores pueden prevenirse, e incluso revertirse, si se siguen unos sencillos consejos nutricionales.
Consejos
En este sentido, tanto la Unidad de Geriatría como el Servicio de Nutrición y Dietética del Hospital Universitario de La Ribera aconsejan controlar la cantidad de agua que toman los ancianos, que debe ser de 1,5 litros (6 vasos) al día. Otras bebidas como los zumos, las infusiones y los gazpachos, aportan también agua y pueden ser descontados de la cantidad total diaria. En caso de que el anciano beba poco, es importante ofrecerle más número de veces la bebida hasta completar la cantidad necesaria.
En cualquier caso, el agua no debe desplazar las comidas; el anciano debe beber y comer, ya que, en caso contrario, la persona mayor puede desnutrirse. En caso de utilizar sopas o caldos, éstos no deben ser muy ligeros porque producirán saciedad y la persona mayor no comerá suficientes calorías como para fabricar las defensas que necesita.
Si el anciano debe tomar alimentos triturados, es importante hacerlos de forma variada. Asimismo, hay que adaptar las texturas de los alimentos con espesantes de venta en farmacia, para evitar que el anciano se atragante.
En caso de que la persona tenga poco apetito, los frutos secos, el aceite e, incluso, alguna pieza de bollería, pueden resultar de mucha utilidad para llegar a cubrir los aportes energéticos necesarios. Hay que señalar que es más importante que el anciano cubra los aportes calóricos que necesita antes que mantener una determinada restricción alimentaria.
Por otra parte, no hay que olvidar la importancia de integrar a los mayores en las comidas de la casa y de compartir con ellos sus recuerdos. Recordar la dieta que ellos tenían, y compararla con la realizada hoy en día, puede ayudar a disminuir los errores actuales y entrenar la memoria, por lo que tanto los mayores como los más jóvenes pueden mejorar su salud.