Estar deprimido no es estar triste. Estos días oímos hablar mucho de la depresión. El viernes pasado fue el Día Mundial de lucha contra la depresión y este lunes, el conocido como Blue Monday o “el lunes más triste del año”. Con las Navidades ya casi olvidadas, varios meses por delante sin apenas festivos ni vacaciones, el invierno y los días cortos y fríos, esta semana se percibe como una de esas en las que cuesta remontar. Si a eso le sumamos que solo en España más de dos millones de personas sufren problemas de depresión, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) y que estas cifras no dejan de aumentar desde la pandemia, hoy dedicamos nuestra entrada al blog a conocer algunas de las causas de esta enfermedad, de la mano de los profesionales del grupo sanitario Ribera, y también las diferencias con la tristeza.
Este fin de semana, el doctor Jorge Begazo, psiquiatra en la Clínica Santo Domingo, vinculada al hospital Ribera Polusa, explicaba que en los últimos años, a nivel social, se están experimentando muchos cambios que suponen un reto importante para nuestra realidad”. Un día a día cada vez más vertiginoso, que apenas da tiempo a asimilar cambios, la pandemia, la guerra de Ucrania y sus consecuencias globales pueden afectar, sobre todo, “a aquellas personas con dificultades para afrontar cierta frustración, pocos recursos personales para el registro de las emociones, escasa red de soporte social o familiar o con un tipo de trabajo complicado”.
Cómo distinguir depresión y tristeza
Lorena Cerezo, psicóloga clínica del Departamento de Salud de Denia explica que la depresión “es una condición de salud mental que requiere que la tristeza perdure en el tiempo-más de dos semanas- y que aparezcan otros síntomas como la incapacidad para disfrutar, la pérdida o aumento de peso, cambios en el sueño, fatiga o pérdida de energía, dificultades de concentración, sentimientos de culpabilidad y desesperanza o pensamientos de muerte recurrentes”.
La tristeza, por su parte, añade esta misma profesional, “es una de las emociones básicas del ser humano, necesaria y adaptativa”. “Sentir tristeza es natural, ya que permite expresar el dolor psicológico, físico o emocional”, explica Lorena, y aparece ante pérdidas y cambios, por lo que multitud de situaciones de la vida cotidiana pueden generar esta emoción, relacionadas con el trabajo, la vida familiar, separaciones, fallecimientos o enfermedades, entre otros. Y la tristeza también puede afectar a nuestra salud física en forma de dolores, tensiones musculares, cefaleas o síntomas digestivos.
Pero insiste esta profesional del Departamento de Salud de Denia, que gestiona el grupo sanitario Ribera, que para que se diagnostique una depresión, “se ha comprobado que las actividades cotidianas, laborales y sociales del paciente efectivamente se ven afectadas, hay una dificultad marcada para cuidar de uno mismo y de los demás y se tiende al aislamiento”. “Muchas veces hay una dificultad para ponerle nombre a lo que se está sintiendo, por lo que pedir ayuda resulta complicado”, explica, al tiempo que recuerda que en el entorno “suelen transmitirles que ya no son los de antes, como si le hubieran dado al OFF y quedado sin energía”.
¿Puede la tristeza llevar a la depresión?
Paula Marcos Carregal, psicóloga clínica del Hospital Ribera Juan Cardona (Ferrol), coincide con su compañera de Denia. “La tristeza, como el resto de las emociones, se convierte en un problema de salud mental, cuando se va al extremo del tiempo y el espacio, cuando perdura durante mucho tiempo e invade todos los espacios de nuestra vida, dejándonos incapaces de disfrutar de las cosas objetivamente positivas y que nos hacen felices”.
El doctor Luis Fabian Mahecha, jefe del Servicio de Salud Mental del Hospital Universitario de Vinalopó, insiste en que la depresión “es una enfermedad” y, como tal, “los síntomas son más intensos y limitantes, pueden llegar a interferir en todos los aspectos de la vida, causar gran incapacidad para realizar las actividades cotidianas y ser recurrentes, llegando un punto en que aparecen sin causa aparente”. En cambio, la tristeza, recuerda, “es un estado pasajero de malestar emocional, que suele estar precedido por situaciones difíciles de la vida, y por tanto, no se considera un trastorno mental”.
Pero atención. Como las dos compañeras psicólogas clínicas, el doctor Mahecha recuerda que “hay casos en los que la tristeza mantenida en el tiempo puede desencadenar depresión”.
La doctora Helena Díaz Moreno, jefa de Servicio de Psiquiatría y Psicología Clínica del Hospital Universitario de Torrejón, nos da algunas claves más para detectar una depresión en una persona cercana. “La depresión es un cuadro psicopatológico grave, que comprende varios síntomas. Además de tristeza, irritabilidad, apatía, abulia, desesperanza, inapetencia sexual, pérdida de apetito, sentimientos de poca valía personal, tendencia al autoabandono, llanto frecuente, entre otros”, asegura. Y por eso concluye: “La tristeza, en intensidad elevada, sería sólo un síntoma de depresión. Sentirse triste y estar deprimido NO son sinónimos”.
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Muy bien explicado, por los profesionales, lo que es una depresión, y la diferencia que hay con la tristeza.
En los dos casos, busquemos ayuda en los profesionales…