¿Comemos peor por la pandemia?

Como en casi todas las preguntas retóricas, no hay una respuesta contundente y absoluta, aunque los profesionales del grupo Ribera consultados coinciden al confirmar que el Covid, y la modificación de hábitos y costumbres han afectado a nuestros hábitos nutricionales.

Sara Antón, psiquiatra infantojuvenil de la Unidad de Salud Mental del Hospital Universitario de Torrejón, gestionado por el grupo sanitario Ribera, asegura que  las consecuencias de esta pandemia “nos han llevado a  un gran cambio en nuestra rutina diaria: la pérdida de estímulos, de actividades y de relaciones sociales, sumado al mayor uso y abuso de las redes sociales, y en el caso de los niños y jóvenes, una menor presencialidad, hace que los ritmos se hayan visto alterados”.

En la misma línea, y refiriéndose a la población adulta en general, se expresa Iván Negeruela, endrocrino del Hospital Universitario del Vinalopó (Elche) “Los patrones de alimentación disfuncionales sí que han aumentado claramente en frecuencia, y sobre todo, a muchos pacientes les cuesta más controlar los picoteos y la ansiedad por la ingesta de alimentos”.

La especialista en Endocrinología del Hospital Ribera Povisa (Vigo), Ruth Boente, asegura, por su parte, que “en general, durante la pandemia, los pacientes con sobrepeso u obesidad  han descuidado algo más sus hábitos de alimentación y sobre todo el ejercicio”, una realidad que constata Nuria Lázaro, enfermera especialista en Salud Mental y coordinadora del Programa de Trastorno de la Alimentación en el Hospital Universitario de Torrejón, quien afirma que “la pandemia  ha influido en nuestros patrones de alimentación, cubriendo espacios de aburrimiento, síntomas de ansiedad y restricción en la movilidad y el ejercicio físico, en general”.

Excusas y errores más frecuentes en la dieta

La doctora Boente asegura que en las consultas, los pacientes atribuyen su falta de progreso en el cuidado de su sobrepeso al cese de la actividad física “pero también al picoteo frecuente durante el confinamiento, y relacionan esta conducta con la ansiedad y el miedo a la pandemia, pero también con el aburrimiento por permanecer tantas horas en el domicilio”. Sin embargo, al mismo tiempo destaca casos “que han aprovechado esta situación para cuidar más la dieta, al tener más tiempo libre, e incluso han intensificado el ejercicio físico, incluso en el domicilio”. “La sensación es que los pacientes psicológicamente más fuertes y positivos han visto y aprovechado la parte positiva de la pandemia”, señala.

Para la endocrina del Hospital Ribera Povisa, algunos de los malos hábitos más frecuentes son: saltarse el desayuno, picotear entre horas y sin previsión cualquier tentempié, que generalmente es poco saludable, y hacer de la cena la comida más copiosa del día, y además en horario tardío.

El doctor Negueruela señala dos “perfiles típicos” en estas costumbres poco recomendables para llevar una dieta sana. “Tenemos al gran comedor, paciente que come excesivas cantidades en cada comida, porque no se sacian; y al picoteador, aquellos que presentan gran ansiedad por la ingesta, comen muy rápido y necesitan hacerlo frecuentemente, sobre todo ante cualquier situación estresante en su vida que les genere ansiedad, porque la comida se la calma”.

Consejos para evitar malos hábitos en la alimentación

  • Incorporar el ejercicio físico para mejorar nuestra capacidad funcional, ánimo, evitar patologías, perder peso, etc.
  • Cambiar hábitos alimentarios, incorporando la dieta mediterránea
  • Evitar alimentos procesados e industriales.
  • Hacer un desayuno completo, una comida variada con productos frescos y una cena ligera, saludable y en horario temprano.
  • Tener una vida activa y trabajar en algún proyecto ilusionante, fuera o dentro de casa, para encontrar placer en otras situaciones que no sean la comida.
  • Cultivar el apoyo familiar y las relaciones sociales para mejorar ánimo y ansiedad.
  • Plantearnos un objetivo claro y realista sobre la pérdida de peso y forma física que queremos conseguir, plazo, y cambios que estamos dispuestos a realizar.
  • Buscar apoyo profesional en Atención Primaria, Enfermería, y especialistas en Nutrición, Endocrinología, Psicología, Psiquiatría, etc, en función de las necesidades.
  • Mantener un horario de sueño adecuado y no alterar el ciclo sueño-vigilia.
  • No confiar a ciegas en los consejos sobre alimentación de los influencers en las redes sociales.

Educación nutricional

Pero en lo que todos los especialistas del grupo coinciden es en la importancia de la educación para la salud, incluyendo como punto destacado priorizar una dieta saludable desde niños, sin olvidar a las personas mayores. Para el doctor Negueruela “la sociedad necesita un cambio radical en determinadas políticas referidas a educación sobre la salud, dieta sana, ejercicio, entre otros y en mejorar, por ejemplo, el etiquetado nutricional”.

Nuria Lázaro, enfermera especialista en Salud Mental y coordinadora del Programa de Trastorno de Alimentación del Hospital Universitario de Torrejón, insiste en que “es indispensable una educación nutricional desde edades muy tempranas” y abordar el “componente social que tienen las comidas en nuestro entorno: para celebraciones, como premio, como recompensa o para calmar la ansiedad, entre otros”.

Para la doctora Boente, “es fundamental que en las familias se enseñe a los más pequeños, por imitación, a realizar un desayuno completo, una comida variada a base de productos frescos, una cena sencilla, saludable y no tardía”. Aconseja, además, incluir cuando sea necesario tentempiés saludables, y evitar el picoteo fuera de los horarios de comida.

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